http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2016/08/01/marx-llevaba-bastante-razon/ 01 Ago 2016
Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas.
Universidad Pompeu Fabra, y ex Catedrático de Economía. Universidad de
Barcelona
Como consecuencia del enorme dominio que las fuerzas conservadoras
tienen en los mayores medios de difusión y comunicación, incluso
académicos, en España (incluyendo Catalunya), el grado de
desconocimiento de las distintas teorías económicas derivadas de los
escritos de Karl Marx en estos medios es abrumador. Por ejemplo, si
alguien sugiere que para salir de la Gran Recesión se necesita estimular
la demanda, inmediatamente le ponen a uno la etiqueta de ser un
keynesiano, neo-keynesiano o “lo que fuera” keynesiano. En realidad, tal
medida pertenece no tanto a Keynes, sino a las teorías de Kalecki, el
gran pensador polaco, claramente enraizado en la tradición marxista,
que, según el economista keynesiano más conocido hoy en el mundo, Paul
Krugman, es el pensador que ha analizado y predicho mejor el
capitalismo, y cuyos trabajos sirven mejor para entender no solo la Gran
Depresión, sino también la Gran Recesión. En realidad, según Joan
Robinson, profesora de Economía en la Universidad de Cambridge, en el
Reino Unido, y discípula predilecta de Keynes, este conocía y, según
Robinson, fue influenciado en gran medida por los trabajos de Kalecki.
Ahora bien, como Keynes es más tolerado que Marx en el mundo
académico universitario, a muchos académicos les asusta estar o ser
percibidos como marxistas y prefieren camuflarse bajo el término de
keynesianos. El camuflaje es una forma de lucha por la supervivencia en
ambientes tan profundamente derechistas, como ocurre en España,
incluyendo Catalunya, donde cuarenta años de dictadura fascista y otros
tantos de democracia supervisada por los poderes fácticos de siempre han
dejado su marca. Al lector que se crea que exagero le invito a la
siguiente reflexión. Suponga que yo, en una entrevista televisiva (que
es más que improbable que ocurra en los medios altamente controlados que
nos rodean), dijera que “la lucha de clases, con la victoria de la
clase capitalista sobre la clase trabajadora, es esencial para entender
la situación social y económica en España y en Catalunya”; es más que
probable que el entrevistador y el oyente me mirasen con cara de
incredulidad, pensando que lo que estaría diciendo sería tan anticuado
que sería penoso que yo todavía estuviera diciendo tales sandeces. Ahora
bien, en el lenguaje del establishment español (incluyendo el catalán)
se suele confundir antiguo con anticuado, sin darse cuenta de que una
idea o un principio pueden ser muy antiguos, pero no necesariamente
anticuados. La ley de la gravedad es muy, pero que muy antigua, y sin
embargo, no es anticuada. Si no se lo cree, salte de un cuarto piso y lo
verá.
La lucha de clases existe
Pues bien, la existencia de clases es un principio muy antiguo en
todas las tradiciones analíticas sociológicas. Repito, en todas. Y lo
mismo en cuanto al conflicto de clases. Todos, repito, todos los mayores
pensadores que han analizado la estructura social de nuestras
sociedades –desde Weber a Marx- hablan de lucha de clases. La única
diferencia entre Weber y Marx es que, mientras que en Weber el conflicto
entre clases es coyuntural, en Marx, en cambio, es estructural, y es
intrínseco a la existencia del capitalismo. En otras palabras, mientras
Weber habla de dominio de una clase por la otra, Marx habla de
explotación. Un agente (sea una clase, una raza, un género o una nación)
explota a otro cuando vive mejor a costa de que el otro viva peor. Es
todo un reto negar que haya enormes explotaciones en las sociedades en
las que vivimos. Pero decir que hay lucha de clases no quiere decir que
uno sea o deje de ser marxista. Todas las tradiciones sociológicas
sostienen su existencia.
Las teorías de Kalecki
Kalecki es el que indicó que, como señaló Marx, la propia dinámica
del conflicto Capital-Trabajo lleva a la situación que creó la Gran
Depresión, pues la victoria del capital lleva a una reducción de las
rentas del trabajo que crea graves problemas de demanda. No soy muy
favorable a la cultura talmúdica de recurrir a citas de los grandes
textos, pero me veo en la necesidad de hacerlo en esta ocasión. Marx
escribió en El Capital lo siguiente: “Los trabajadores son
importantes para los mercados como compradores de bienes y servicios.
Ahora bien, la dinámica del capitalismo lleva a que los salarios –el
precio de un trabajo- bajen cada vez más, motivo por el que se crea un
problema de falta de demanda de aquellos bienes y servicios producidos
por el sistema capitalista, con lo cual hay un problema, no solo en la
producción, sino en la realización de los bienes y servicios. Y este es
el problema fundamental en la dinámica capitalista que lleva a un
empobrecimiento de la población, que obstaculiza a la vez la realización
de la producción y su realización”. Más claro, el agua. Esto no es
Keynes, es Karl Marx. De ahí la necesidad de trascender el capitalismo
estableciendo una dinámica opuesta en la que la producción respondiera a
una lógica distinta, en realidad, opuesta, encaminada a satisfacer las
necesidades de la población, determinadas no por el mercado y por la
acumulación del capital, sino por la voluntad política de los
trabajadores.
De ahí se derivan varios principios. Uno de ellos, revertir las
políticas derivadas del domino del capital (tema sobre el cual Keynes no
habla nada), aumentando los salarios, en lugar de reducirlos, a fin de
crear un aumento de la demanda (de lo cual Keynes sí que habla) a través
del aumento de las rentas del trabajo, vía crecimiento de los salarios o
del gasto público social, que incluye el Estado del bienestar y la
protección social que Kalecki define como el salario social.
Mirando los datos se ve claramente que hoy las políticas neoliberales
realizadas para el beneficio del capital han sido responsables de que
desde los años ochenta las rentas del capital hayan aumentado a costa de
disminuir las rentas del trabajo (ver mi artículo “Capital-Trabajo: el
origen de la crisis actual” en Le Monde Diplomatique, julio
2013), lo cual ha creado un grave problema de demanda, que tardó en
expresarse en forma de crisis debido al enorme endeudamiento de la clase
trabajadora y otros componentes de las clases populares (y de las
pequeñas y medianas empresas). Tal endeudamiento creó la gran expansión
del capital financiero (la banca), la cual invirtió en actividades
especulativas, pues sus inversiones financieras en las áreas de la
economía productiva (donde se producen los bienes y servicios de
consumo) eran de baja rentabilidad precisamente como consecuencia de la
escasa demanda. Las inversiones especulativas crearon las burbujas que,
al estallar, crearon la crisis actual conocida como la Gran Depresión.
Esta es la evidencia de lo que ha estado ocurriendo (ver mi libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante, Anagrama, 2015)
De ahí que la salida de la Gran Crisis (en la que todavía estamos
inmersos) pase por una reversión de tales políticas, empoderando a las
rentas del trabajo a costa de las rentas del capital. Esta es la gran
contribución de Kalecki, que muestra no solo lo que está pasando, sino
por dónde deberían orientar las fuerzas progresistas sus propuestas de
salida de esta crisis, y que requieren un gran cambio en las relaciones
de fuerza Capital-Trabajo en cada país. El hecho de que no se hable
mucho de ello responde a que las fuerzas conservadoras dominan el mundo
del pensamiento económico y no permiten la exposición de visiones
alternativas. Y así estamos, yendo de mal en peor. Las cifras económicas
últimas son las peores que hemos visto últimamente.
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