En un pueblo de la República Democrática del Congo cincuenta niñas han sido violadas en tres años. Las víctimas no reciben ninguna ayuda del Estado, que tampoco ha conseguido dar con los culpables.
Desde junio de 2013 decenas de niñas, algunas de muy corta edad, han sido violadas en Kavumu, un pueblo de la provincia de Kivu Sur, en la República Democrática del Congo. Las violaciones fueron perpetradas en grupo y las víctimas, una cincuentena, eran bebés y niñas de edades comprendidas entre 18 meses y 11 años, informa 'The Guardian'.
Todos los casos guardan similitudes: las niñas son raptadas por la noche y luego son abandonadas, ensangrentadas e incapaces de moverse, en un campo cercano que pertenece al Estado y que actualmente cultivan exsoldados. Dos de las cincuenta niñas violadas fallecieron a causa de las lesiones internas.
En cuando a las que sobrevivieron, los daños que han sufrido son irreparables, aseguran los médicos del hospital de Panzi, en la capital provincial, Bukavu. Uno de ellos, el doctor Denis Mukwege, dijo que muchas veces lloran cuando están tratando a las niñas, que llegan con la pelvis y el abdomen destrozados. "No sabemos si podrán tener relaciones sexuales normales debido a la fibrosis", agrega la doctora Nadine Neema. "Tienen el cuello uterino destrozado, por lo que no sabemos si en el futuro podrán menstruar normalmente o tener hijos. No lo sabemos".
Los padres de las víctimas dicen haber sido drogados con una especie de 'polvo mágico' espolvoreado sobre sus camas durante los ataques, y que por eso no oyeron a los agresores. Gracias a las investigaciones se ha podido averiguar que el 'polvo mágico' en realidad podría ser un tipo de anestesia elaborada con plantas locales.
Durante 20 años la violación fue utilizada como arma de guerra en la República Democrática del Congo, un país que tiene un triste alto índice de ataques sexuales a mujeres. Pero los ataques a niñas en Kavumu es algo nuevo, tanto por el patrón que siguen como por su simbolismo y la juventud de las víctimas. Son ataques aterradores y específicos contra las niñas más pequeñas. Y las víctimas no reciben ningún apoyo del Estado.
El sospechoso de producir el polvo anestésico no ha sido detenido, como tampoco el principal sospechoso de organizar los ataques ni los hombres que se cree están trabajando para él.
Aunque los oficiales no pueden nombrarlo por razones legales, se trataría de un hombre poderoso que tiene relación con el Gobierno congoleño, y sus subordinados, que, al igual que los combatientes locales de la milicia Mai-Mai, creen que la sangre virgen de las menores los fortalece. A pesar de que hasta ahora sea el principal acusado, aún no ha sido detenido. Las justificaciones van desde "el fiscal local está demasiado ocupado" hasta "el papeleo aún está siendo transferido a otra oficina".
Las patrullas se ha intensificado en Kavumu, pero las abducciones de niñas no cesan.
Hace más de un año el Gobierno de Kinshasa anunció que lanzaría una "investigación nacional", pero no ha destinado ni fondos ni ningún otro tipo de ayuda para que esta investigación se vuelva realidad.
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