Una década después del asesinato de la periodista
Anna Politkovskaya, los medios de comunicación evitan cubrir todos
aquellos temas que puedan enfurecer al Kremlin
Shaun Walker
- Moscú -
Nadie ha ocupado la mesa de Anna Politkovskaya en la redacción del periódico Novaya Gazeta.
La han mantenido en recuerdo de la periodista. Su fotografía, junto a
la de otros reporteros del periódico que también han sido asesinados, es
otro recordatorio de los peligros de esta profesión en Rusia.
Hace diez años que Politkovskaya fue asesinada en la entrada del edificio de apartamentos donde vivía en Moscú y el Novaya Gazeta
sigue siendo uno de los pocos ejemplos de periodismo comprometido e
independiente del país. Sus periodistas siguen informando desde el
Cáucaso Norte, una de las zonas más peligrosas de la región.
En septiembre, Elena Kostyuchenko, una redactora del periódico, viajó a
Beslán, en Osetia del Norte, para cubrir el XII aniversario del sitio
en el que murieron 334 personas, 186 de ellas niños. Politkovskaya ya
había intentado viajar a esta zona en 2004 pero se
desmayó durante el viaje de avión. Los médicos creen que alguien la
envenenó con el propósito de que no pudiera hacer su trabajo.
"Putin, el carnicero de Beslán"
El periódico ha hecho muchos esfuerzos por investigar lo sucedido en
Beslán y ha publicado varios reportajes que dejan entrever que las
fuerzas especiales rusas utilizaron explosivos para terminar con el
sitio y causaron la mayoría de las muertes.
En septiembre, muchas madres de las víctimas, que desde hace tiempo piden una investigación independiente de los hechos, organizaron una protesta coincidiendo con el aniversario de la tragedia y llevaron unas camisetas en las que se podía leer la afirmación "Putin es el carnicero de Beslán".
Durante su estancia en Beslán, Kostyuchenko y el fotógrafo notaron que
los seguían y también sufrieron amenazas. Más tarde, los rociaron con
pintura verde y los atacaron. Kostyuchenko pasó una semana en el
hospital debido a una contusión cerebral.
Kostyuchenko solo tiene 29 años pero ya hace 11 que trabaja para el
periódico. Ha escrito muchos reportajes, entre ellos, uno que describe las tácticas bélicas de los soldados rusos en las regiones del este de Ucrania.
Durante la adolescencia empezó a escribir para un periódico local de su
ciudad natal, Yaroslavl, para poder llegar a fin de mes. "Pensé que lo
que hacía era periodismo. Un buen día, debía tener 15 años, me compré el
Novaya Gazeta en un quiosco y empecé a leer uno
de los reportajes sobre Chechenia de Politkovskaya. Ese reportaje me
marcó y me cambió la vida. Comprendí que no conocía mi país. Decidí que
si quería ser periodista tenía que trabajar para Novaya Gazeta", explica.
Se fue a estudiar a Moscú y pidió trabajo en el periódico. Ha trabajado
para el Novaya desde entonces. Durante los primeros meses, Kostyuchenko
no se atrevía a acercarse a Politkovskaya por miedo a que la veterana
periodista pensara que era demasiado joven e inexperta. "Tenía miedo de
hacer el ridículo. Pensé que primero debía convertirme en una buena
periodista y escribir un artículo del que poder sentirme orgullosa y
después explicarle que su trabajo me había cambiado la vida", afirma.
Nunca tuvo la oportunidad de hacerlo.
Hasta 20 asesinatos en 10 años
En la década que ha pasado desde el asesinato de Politkovskaya, el
espacio que ocupaba el periodismo independiente en Rusia se ha reducido
todavía más.
Desde 2006, el Comité para la protección de periodistas ha registrado 20 asesinatos de profesionales de la comunicación y la organización Freedom House
ha registrado 63 ataques contra periodistas. Sin embargo, en su gran
mayoría, la amenaza de cierre hace que las publicaciones se
autocensuren.
El propietario de la página web lenta.ru decidió despedir a los
responsables de contenido cuando empezaron a mostrarse demasiado
críticos con el gobierno. La televisión independiente TV Rain tuvo que
transmitir desde un apartamento cuando se vio obligada a abandonar sus
estudios. Más recientemente, muchos periodistas del periódico RBC
fueron despedidos después de la publicación de una serie de reportajes
sobre la riqueza del círculo íntimo de Vladimir Putin y de una
investigación sobre una de las hijas del presidente.
Algunos periodistas que estaban indignados grabaron la conversación que
tuvieron con los dos editores que asumieron las riendas del periódico.
Los nuevos jefes compararon la misión del periódico con la conducción:
si conduces sobre la línea continua te quitan el permiso de conducir…
lamentablemente no podemos ver la línea continua.
En un contexto en el que los medios de comunicación intentan mantenerse
alejados de esta línea continua difusa, destacan algunas voces
independientes, como el New Times, un semanario político con un diseño
muy inteligente y unos análisis todavía más agudos. La publicación nació
una década atrás y desde sus inicios la ha dirigido la veterana
periodista Evgenia Albats.
La revista ha logrado sortear la censura gracias a su escasa
circulación pero tiene problemas con frecuencia. Recientemente, la
imprenta se negó a imprimir la revista porque mostraba en la portada una
fotografía de ovejas situadas frente a la entrada del Kremlin. "Hemos
trabajado con la misma empresa desde 2008 y no les debemos ni un centavo
y, sin más explicaciones, se negaron a imprimir nuestra revista esa
semana", indica Albats.
Muchos oligarcas rusos son suscriptores de la revista y el gobierno
siempre pide de 13 a 15 copias. Albats explica que resulta prácticamente
imposible encontrar empresas que quieran contratar publicidad. La
publicación sobrevive gracias a cinco patrocinadores, todos ellos rusos,
que prefieren permanecer en el anonimato para proteger su reputación.
La guerra en Ucrania divide a los medios
La guerra en Ucrania, que estalló en 2014, no ha hecho más que empeorar
la polarización de los medios. En un encuentro con cientos de
estudiantes de periodismo que tuvo lugar en un campamento juvenil el
verano pasado, el popular presentador de la televisión pública Ernest
Mackevičius les explicó que la definición de periodismo ha cambiado y
que los medios de comunicación occidentales mienten cuando informan
sobre Rusia. Por este motivo, asegura, Rusia debe responder con la misma
moneda. "Tenéis que comprender que en el último año y medio hemos
tenido que trabajar para el gobierno, ya que en la actualidad la
información es un arma muy poderosa y eficaz".
En la década que ha transcurrido desde el asesinato de Politkovskaya,
Kostyuchenko ha tenido la oportunidad de trabajar para otros medios pero
explica que valora el hecho de que el Novaya Gazeta defienda la libertad de prensa.
En 2015, publicó un reportaje en el que afirmaba que los soldados rusos
estaban participando en enfrentamientos en el este de Ucrania; una
participación que el Kremlin niega enérgicamente y que se ha convertido
en un tema tabú para los periodistas rusos.
"
Una televisión me ofreció 10.000 dólares mensuales mientras que en el
Novaya Gazeta gano lo mismo que mi hermana, que vende pantalones
vaqueros en Yaroslavl. Sin embargo, aquí [en el periódico] no hay
censura y para mí esto es muy importante".
Traducido por Emma Reverter
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