Victoria Silva 3/11/2015
En las últimas décadas se ha dado un
aumento constante de la importancia del medio ambiente en los
conflictos. Es más, la utilización económica de los recursos naturales
de los que disponen algunos países ha contribuido a la prolongación de
los mismos, prolongando de la misma manera el sufrimiento de las
poblaciones.
Diamantes, oro, uranio, petróleo,
maderas preciosas, minerales e, incluso, el tráfico de narcóticos son
algunas de las materias que ayudan a la financiación de estos
conflictos. El Día Internacional para la Prevención de la Explotación
del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados (6 de
noviembre) proclamado por Naciones Unidas nos recuerda la necesidad de
considerar esta dimensión en las estrategias de prevención,
transformación y resolución de conflictos.
Los conflictos en la Posguerra Fría y los recursos naturales
Con la caída de la Unión Soviética y el
fin del conflicto bipolar la ayuda militar que existía por parte de los
bloques hacia sus aliados se desvaneció. Muchos movimientos y grupos
rebeldes así como los gobiernos existentes (legítimos o no) en ese
momento en cada país tuvieron que ingeniárselas para conseguir los
recursos económicos que les permitieran proseguir los enfrentamientos.
En este momento de incertidumbre, en muchos de estos conflictos se llegó
a treguas y acuerdos de alto el fuego, como sucedió en Angola, cuando
la UNITA
consiguió hacerse con los yacimientos de diamantes y explotarlos de
forma beneficiosa. Estas situaciones fueron aprovechadas por los
distintos grupos armados para reorganizarse y buscar nuevas fuentes de
financiación. Las hallaron en sus propias tierras: los recursos
naturales que esconde bajo su suelo el continente africano y también el
asiático, si bien no son las causas inmediatas de las guerras, sí
contribuyen de forma fundamental a la perpetuación de estos conflictos.
En esta prolongación de la duración de
los conflictos hay ganadores y perdedores. La población civil continúa
sufriendo las calamidades, violaciones de derechos humanos, emergencias
humanitarias y desplazamientos mientras que los señores de la guerra y
sus secuaces se lucran de esta extensión de los enfrentamientos. Los
señores de la guerra se vuelven los verdaderos protagonistas de esta
economía de guerra, acaparando fortunas personales. Sin embargo, el fin
de la violencia no es posible porque acabaría con sus recién creados
imperios ya que, tal y como señala Mats Berdal en How “New” are “New Wars”? Global Economic Change and the Study of Civil War (2003), “no se trata de ganar, sino de legitimar acciones que en tiempos de paz serían castigadas como delito”.
La teoría del ‘Greed & grievance’
Existe un enfoque para aproximarse al estudio de las causas de los conflictos que se ha denominado ‘greed & grievance‘ (codicia y agravio). Este debate académico responde a la diferencia entre aquellos que consideran que lo principal en el día de hoy al explicar las causas de los conflictos es estudiar los aspectos económicos, mientras que otros señalan que no es posible ceñirse a este sólo aspecto y que no tener en cuenta los agravios políticos, étnicos, religiosos, etc. puede tener consecuencias desastrosas a la hora de planificar estrategias de resolución de conflictos.
Uno de los autores más destacados en la postura ‘greed‘
es Paul Collier. Este autor señala tres factores que son necesarios a
la hora de estudiar la relación entre el conflicto en un país y su
riqueza en recursos naturales. El primer factor es el nivel de ingresos per cápita. Según sus cálculos el aumento de la renta per cápita reduce el riesgo de conflicto. El segundo factor es la tasa de crecimiento económico, que se encuentra muy relacionado con el tercero, la estructura de la economía.
Esto es, su dependencia respecto a la exportación de materias primas.
Según los datos que aporta en el informe realizado para el Banco Mundial
titulado Natural Resources and Violent Conflict. Options and Actions,
si el porcentaje de exportación de materias primas de un país supone un
33% del producto interior bruto, el riesgo de conflicto se eleva hasta
el 25 %. Sin embargo, cuanto este porcentaje decae hasta el 10%, el
riesgo baja al 11%. No obstante, podemos ver que esto no suceden en
casos como los de Arabia Saudí o Botswana, cuyas economías dependen en
gran medida de la exportación de un único bien (petróleo en el primero,
diamantes en el segundo) y que no se han visto envueltas en ningún
conflicto civil.
Otros factores que para Collier también explican la aparición de conflictos armados son la composición étnica y religiosa
de las sociedades. Cuanta menor diversidad existe en una sociedad,
según su opinión, es más probable que estallen conflictos entre la
mayoría y la minoría étnica o religiosa. La pobre gobernanza y la tan
extendida corrupción son también uno de los factores que contribuye a
generar más conflictos. Muchos grupos étnicos, religiosos o políticos se
sienten excluidos de la toma de decisiones en favor de los grupos a los
que se adscriben aquellos que detentan el poder, generando riqueza
intraclan y regímenes neo-patrimonialistas que producen lucro en unos y
ahondan la pobreza en el resto de la sociedad. A estos regímenes no les
interesa poner fin a conflictos en los que ellos también se enriquecen
por la explotación y el saqueo de los recursos naturales del país.
Críticas a la teoría de ‘greed & grievance’
Mineros de diamantes en Sierra Leona [Foto: Laura Lartigue vía Wikipedia]
Mats Berdal realiza algunas críticas a
esta primacía que se está dando a la teoría de la codicia como
explicativa de los conflictos. En primer lugar señala que los motivos
económicos son uno más de los que influyen en la explicación de los
conflictos, pero no son el único y dejar a los demás de lado nos
arriesga a tener una visión distorsionada de lo que sucede. Además, las
estrategias para poner fin al mismo no son las correctas. Los agravios políticos, personales, identitarios, etc. también tienen un papel fundamental en hacer que un conflicto estalle
y no hay que perderlos de vista. Lo importante es cómo todos estos
factores interactúan entre sí para contribuir a la persistencia de la
guerra.
En segundo lugar, centrarnos en la
novedad que supone la economía de la guerra nos hace olvidar que esto no
es algo nuevo. Numerosos conflictos a lo largo de la historia han
respondido a estas mismas motivaciones económicas. ¿Cómo entender si no
las conquistas y colonizaciones de América, Asia y África?
En tercer lugar, la globalización ha contribuido a la apertura de los mercados y al acceso a la tecnología, con la que muchos de estos grupos rebeldes pueden explotar estos recursos e insertarlos en los mercados internacionales.
A su vez pueden adquirir armamento y
tecnología militar sin ningún tipo de trabas pese a la legislación
internacional y las medidas destinadas a evitarlo. Hay que destacar que,
pese a la codicia que puedan tener los señores de la guerra y los
gobernantes, los conflictos civiles también se financian por el interés
de numerosos actores privados internacionales que se ven beneficiados de
la persistencia de estos conflictos-negocio.
¿Cómo solucionarlo?
Las propuestas para minimizar el impacto
de los recursos naturales en los conflictos se dividen en dos grandes
grupos. Por un lado, crear una Agenda de Desarrollo Global, compuesta
por tres grandes puntos:
- Aumentar el crecimiento económico de los países pero también distribuir la renta de manera más justa para que este crecimiento pueda generar desarrollo y no convertirse en simple acumulación de riqueza en manos de los mismos.
- Diversificar las economías. Terminar con la dependencia de la exportación de materias primas como fuente primaria de ingresos, orientar la producción hacia el consumo y no hacia la exportación e incorporar la economía popular como un elemento clave de las economías de muchos países.
- Reducir la exposición a los shocks en precios. Esto podría darse mediante la creación de unos márgenes de precios y de producción, tal y como sucedía en los años 60 y 70, para así evitar la especulación en los mercados de futuros.
Por otro lado, medidas relacionadas con la gobernanza de los recursos naturales a nivel mundial:
- Aumentar la transparencia de los ingresos que reciben los gobiernos.
- Expulsar a los rebeldes de los mercados mediante su regulación, lo que haría que los recursos naturales explotados por éstos no resultasen competitivos en precio.
- Perseguir la financiación de los bienes ilegales.
- Fortalecer el escrutinio de los pagos ilegales.
- Atraer a compañías que posean gran reputación para que inviertan en ambientes de riesgo.
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