Manane Rodríguez dirige ‘Migas de pan’, representante de Uruguay en la carrera por el Oscar, que rinde homenaje a las mujeres brutalmente torturadas y violadas en las cárceles de la dictadura. La historia ha conmocionado al país y ha abierto un encendido debate. BEGOÑA PIÑA - Publicado: 05.12.2016 http://www.publico.es/culturas/manane-rodriguez-hoy-sociedad-culpabiliza.html
MADRID.- La cineasta uruguaya Manane Rodríguez
salió de su país en 1975, cuando la dictadura era poderosa y cruel.
Algunas de sus amigas y compañeras fueron detenidas, encarceladas,
torturadas y sistemáticamente violadas por los militares. Ahora, la
directora, que se siente “española en lo cinematográfico”, ha rodado por
primera vez en Uruguay para contar en Migas de pan la
historia de estas mujeres, rendirles homenaje y denunciar los prejuicios
machistas que todavía existen sobre ellas y que han conseguido durante
todos estos años silenciar su batalla y su valentía. La película,
producida por Chelo Loureiro, es la representante de Uruguay en la carrera por el Oscar.
En octubre de 2011, 28 mujeres uruguayas denunciaron a ocho ex militares por delitos de tortura y violación durante la dictadura. Fue la primera vez que se presentaron los delitos sexuales cometidos en aquel periodo como de lesa humanidad. Manane Rodríguez vio en aquello la señal para lanzarse a contar una historia que se ha estado ignorando muchos años.
Las actrices Cecilia Roth y Justina Bustos dan vida en Migas de pan al personaje principal, Liliana Pereira, en la actualidad y en su juventud. Detenida en la dictadura, esta joven resistió con sus compañeras el infierno de la violencia y después la cárcel. Le quitaron la custodia de su hijo. Su familia, bastante de derechas, la rechazó. Tuvo que exiliarse en España. Ahora, cuando se entera de que tiene una nieta, vuelve a su país y se reencuentra con su hijo y, sobre todo, con sus queridas amigas. Es la historia de muchas de aquellas mujeres.
En octubre de 2011, 28 mujeres uruguayas denunciaron a ocho ex militares por delitos de tortura y violación durante la dictadura. Fue la primera vez que se presentaron los delitos sexuales cometidos en aquel periodo como de lesa humanidad. Manane Rodríguez vio en aquello la señal para lanzarse a contar una historia que se ha estado ignorando muchos años.
Las actrices Cecilia Roth y Justina Bustos dan vida en Migas de pan al personaje principal, Liliana Pereira, en la actualidad y en su juventud. Detenida en la dictadura, esta joven resistió con sus compañeras el infierno de la violencia y después la cárcel. Le quitaron la custodia de su hijo. Su familia, bastante de derechas, la rechazó. Tuvo que exiliarse en España. Ahora, cuando se entera de que tiene una nieta, vuelve a su país y se reencuentra con su hijo y, sobre todo, con sus queridas amigas. Es la historia de muchas de aquellas mujeres.
Algunas mujeres torturadas y violadas durante la dictadura denunciaron hace muy poco a los militares responsables, ¿ese fue el detonante de esta película?
La idea sobre este tema, que ya conocía, me surgió
cuando leí esa denuncia que habían puesto estas mujeres a los militares.
Las sometieron a horribles torturas, las violaron… y aún hoy la
sociedad culpabiliza a las mujeres por haber sido violadas. Por eso
muchas no se atreven a decirlo. Cuando vi a esas mujeres contándolo en
público, me dio un poco de pudor y me pregunté cómo era posible que
hasta ahora nadie les hubiera preguntado cómo estaban.
¿Qué ha pasado con los militares denunciados?
Algunos están presos, pero ninguno de ellos por
violación. Uno de los presos, condenado por desaparición, es una especie
de demente soez que cuenta las violaciones tranquilamente. Pero son
muchísimos los que violaron a estas mujeres, aquello era barra libre.
La sombra y la culpa que planea sobre esas mujeres…
Han sido muchos. Todavía hoy muchos periodistas
hombres me dicen que ellas abandonaron a sus hijos. Da igual que les
preguntes si pensarían lo mismo de un preso varón, si pensarían que
había abandonado a sus hijos. Hay un prejuicio enorme y estas bestias
pudieron hacer lo que quisieron con ellas. Pero es que el machismo…
¿Cuánto sigue dominando el machismo hoy en Uruguay?
Por ejemplo, en la dictadura José Mujica no era nadie
conocido, la que era conocida era Lucía Topolansky, su esposa. El
atraco que cometió a una financiera para entregar todos sus documentos a
la prensa puso en graves dificultades al sistema. Ahora me da un poco
de vergüenza cuando Mujica dice que si no tuviera al lado a Lucía
Topolansky quién iba a cuidarle y a cuidar el rancho. No la reconocen
sus méritos, solo el rancio rol asignado a la mujer. Cuando liberaron a
las últimas mujeres y hombres que habían sido encarcelados en la
dictadura, dieron una rueda de prensa a la que solo fueron ellos.
Pero eso ¿hoy no ha cambiado?
Hoy en Uruguay, que tiene 3.290.000 habitantes, se
registran 30 mujeres muertas por violencia machista. Es escalofriante.
Todavía hay gente que dice que hay mujeres a las que les gusta que les
peguen. ¡Si no saben ni que eso no se puede decir! Aquí, aunque lo
piensen, cuesta más decirlo.
La película hace un retrato muy vital de la solidaridad que hubo entre estas mujeres, ¿era importante para usted destacar esto?
Sí, porque la relación que tienen aún hoy estas
mujeres es mucho más estrecha y diferente de la que tienen los hombres.
El grupo fue integrador. Cada una venía de diferentes movimientos
políticos, pero en el momento más crudo decidieron trabajar juntas. Eso
no lo hicieron los hombres. En la celda, que era de 12 x 8, se reían,
hacían obritas de teatro, y hoy siguen riéndose juntas y tienen mucha
frescura… son especiales. Son espectaculares y saben muchísimas cosas,
porque se enseñaban unas a otras. Son un ejemplo de no rendirse y no
querer conformarse, salieron de la cárcel con muchas ganas de vivir. La
libertad siempre tiene un precio y ellas lo pagaron muy alto, pero jamás
se rindieron.
Ha tenido mucho cuidado en el retrato de las torturas, de hecho, no las muestra en la película. ¿Cómo midió hasta dónde quería llegar?
Me preocupaba mucho eso. Como decía Godard: “El
travelling es una cuestión de moral”. No quería recrearme en la tortura,
no vale montar una escena de ello, me hubiera sentido torturadora. Lo
que había que contar era el infierno y ver cómo ella salía de él. El
peor momento para esas mujeres no era el de la tortura, que es horrible,
sino cuando ésta termina, pero sabes que van a volver a por ti, eso es
aterrador. A la siguiente no sabes si te van a matar, si vas a resistir…
En Uruguay la película ha tenido un éxito sin precedentes y ha provocado un encendido debate…
Sí. Ha tenido un eco social muy potente. La película
ha conseguido que la gente hablara por fin de lo que no había hablado
ni en familia. A raíz de la película se ha avanzado en este tema más en
una semana que en 30 años. Ha sido una especie de catarsis. Me llegan
cartas y cartas…
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