Denunciar a Podemos suma puntos ante los jefes. Pero criticar las 
presiones de grandes empresas o del bipartidismo acarrea más problemas
Por eso buena parte del sector sigue callando las dinámicas de represión estructural, construidas a lo largo de décadas
Olga Rodríguez  7/03/2017 http://www.eldiario.es/zonacritica/Venga-honestos-periodismo_6_619848042.htmlPor eso buena parte del sector sigue callando las dinámicas de represión estructural, construidas a lo largo de décadas
 
    
Desde que empecé en este oficio en los años 90 he 
visto cómo se aparta de su puesto a periodistas a petición de un 
político, cómo se castiga a reporteros por haber denunciado el asesinato
 de compañeros de profesión (como José Couso), cómo se condena a "hacer 
pasillos" a los periodistas que no demuestran fidelidad inquebrantable 
hacia ministros o presidentes.
He recibido órdenes 
para dejar de cubrir asuntos que repentinamente resultaban "molestos". 
Me ha quedado claro que ciertas empresas –anunciantes– son intocables. 
He recibido amenazas de jefes de prensa. He visto cómo integrantes de 
diversos gobiernos telefonean diariamente a los directivos de los medios
 para influir, dictar, regañar, amedrentar o manipular. Y cómo muchos de
 estos ceden, aceptan, asienten. 
¿Quién no ha visto a algún jefe acordar estrategias comunicativas con políticos?
¿Quién no conoce despachos de los que salen textos para que sean leídos
 en antena sin modificar ni una coma, con contenidos que nadie sabe de 
dónde proceden, cómo han sido contrastados ni qué fuentes los han 
suministrado?
¿Quién no lo ha visto? Venga, seamos sinceros.
Denunciar a Podemos suma puntos ante los jefes. Pero criticar las 
presiones de grandes empresas o del bipartidismo acarrea más problemas. 
Por eso buena parte del sector sigue callando las dinámicas de represión
 estructural, construidas a lo largo de décadas.
Llevamos años soportando ruedas de prensa en las que se nos prohíbe 
preguntar o en las que se permite como máximo dos preguntas. El plasma 
de Rajoy tampoco fue motivo suficiente para que los periodistas se 
plantaran o la Asociación de la Prensa de Madrid emitiera un comunicado.
 Algunos han sido recriminados no solo por jefes de prensa, sino por 
otros compañeros de profesión, por el simple hecho de repreguntar a un 
presidente de Gobierno.
Es el día a día del oficio, y
 lo sabemos. Lo que es insostenible es que desde ciertos sectores de la 
profesión se acepte. La credibilidad de la Asociación de la Prensa de 
Madrid es endeble, porque calla presiones que vienen de arriba, porque 
no insiste en denunciar las dinámicas estructurales que coartan la 
libertad informativa en la televisión pública o en los medios privados. 
No ha emitido quejas contra el sesgo favorable al PP en Telemadrid pero 
sí ha arremetido  contra periodistas despedidos de esa plantilla, instándoles a "respetar el trabajo de los que conservan su puesto".
El poder financiero forma parte del accionariado de diversos medios y, 
al igual que el poder político, controla un importante sector 
periodístico a través de la publicidad. Quizá por todo esto y por muchas
 otras razones el periodismo español goza de tan poca credibilidad. 
Quizá por eso casi el 70% de los jóvenes no confían en los medios 
españoles, según el último  informe de Reuters y de la Universidad de Oxford.
En nuestras manos está cambiarlo. Y para eso es precisa la unión de los
 periodistas, sentido de cooperación y solidaridad. Tenemos que 
construir alianzas capaces de impulsar el   aggiornamento que tanta falta hace en este oficio. 
Mientras los egos y las competencias sigan por encima de la defensa de 
una información de calidad entendida como un derecho y no como mera 
mercancía, el periodismo será presa de los grandes poderes y su 
credibilidad continuará cayendo en picado.
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