domingo, 18 de junio de 2017

El tabú de la muerte y los políticos, de Fernando Pedrós

  • Suicidio asistido y eutanasia como formas decidir la propia muerte
  • Anne Bert tiene la enfermedad de CMT, una dolencia incurable

"De niño deseaba ser el hombre invisible, ahora lucho por no serlo", decía una viñeta de El Roto sobre la necesidad de muchos de ser tenidos en cuenta. El mismo mensaje que transmitió José Antonio Arrabal al hacer pública su muerte por suicidio, aprovechando que todavía podía manejar una mano con la que llevarse un cóctel letal a la boca. También lo ha hecho Anne Bert, una mujer francesa que está aprovechando sus últimos meses para forjar una campaña de visibilización del suicidio asistido y la eutanasia como formas no violentas decidir la propia muerte.
Anne Bert tiene la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth (CMT), una dolencia incurable que, en algunos casos, arrebata en poco tiempo la movilidad y la sensibilidad de las extremidades y condena a padecer dolores insufribles. Según sus propias palabras, Bert "ama demasiado la vida", pero prefiere morir cuando ya no pueda usar las manos ni llevarse una cuchara a la boca. "Cuando no sea capaz de lavarme y de comer sola iré a Bélgica. Probablemente, antes de que acabe el verano". A sus 59 años, esta escritora y directora de una colección literaria está perdiendo vida y capacidades. Ya no puede pasar las páginas de un periódico, ni las de un libro. Las pasadas navidades tomó la firme decisión de morir.
Junto a su marido y su hija ya ha planificado el que será su último viaje. Como ir a morir a Suiza -donde el suicidio asistido es legal para extranjeros- supone un fuerte desembolso económico, ha conseguido a través de amigos que dos médicos belgas la atiendan en un hospital. Cuando llegue el momento ha planeado despedirse de sus amigos. "No quiero una muerte violenta ni vivir con respiración artificial. Amo mucho la vida y la respeto", ha asegurado.
Anne Bert está aprovechando sus últimos meses para impulsar la despenalización de la eutanasia y el suicidio asistido en su país -ahora, ambas prácticas suponen una pena de cárcel- y arrojar luz sobre la invisibilidad de los enfermos. Recientemente escribió una carta a los principales candidatos a la presidencia de Francia en la que denuncia la "ley hipócrita" que la Asamblea Nacional aprobó en 2015. Esta norma, aunque reconoce que las voluntades recogidas en el testamento vital son vinculantes y regula la sedación paliativa, no hace mención a la muerte asistida.
En su misiva, Bert conmina a estos políticos a tomar partido sobre la eutanasia. "No se puede aceptar que los enfermos sean tratados como personas tuteladas, incapaces de actuar con discernimiento y lucidez. Excepto los enfermos afectados por patologías psiquiátricas, cualquier hombre o mujer ha de poder decidir libremente la manera de sobrellevar su enfermedad y su muerte. Los tabúes sobre la muerte y del suicidio ciegan a los dirigentes franceses, que guardan silencio sobre cuántos ancianos y enfermos que se suicidan violentamente". Sólo Hamon, Macron y Mélenchon le han respondido.
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