Entrado en la literatura por la obligada puerta del realismo, novelas como 'Juegos de manos' o 'Duelo en el paraíso' apuntalaron ese retrato mustio de la España de los años 50 que toda una generación de escritores se vio necesitada de hacer. Luego otra necesidad, la de combatir la dictadura desde la subversión estética y no desde la fotografía fiel, le llevó a sus libros más importantes, también más personales.
Ya mi generación estudió su 'Señas de identidad' (1966) en el bachillerato, junto a 'Tiempo de silencio', de Luis Martín Santos, y a tantas otras excursiones al fondo de la psique. Goytisolo entendió siempre 'Señas de identidad' como un paso íntimo hacia la obra verdadera, pero lo cierto es que, en conversación con la literatura de su tiempo, resulta un interlocutor natural, un libro que muchos otros también querían hacer. Pero lo hizo él
Los imprescindibles de Juan Goytisolo
Exilio y rencor
Exiliado en París desde 1956, recaló finalmente en Marrakech a finales del siglo pasado, lo que convirtió su exilio en un empecinamiento. Si frente a una dictadura no hay mucha más salida que el exilio, y cuando aquélla se disuelve puede suceder que la costumbre de vivir lejos sea difícil de conjurar, su reubicación en tierras marroquíes daba a entender un malestar más hondo y atrabiliario, una fuerte incomodidad con la España que fuera, con la España subterránea, levítica sin remedio.Esa imagen construyó Goytisolo en los últimos años, la de un hombre al margen, vigilante, herido. Muchos vieron en este apartamiento un evidente rencor, quizá generado por la falta de un reconocimiento oficial de primer nivel a su obra. En realidad, premios tiene muchos, aunque sospechosamente los más importantes (Nacional de las Letras, 2008; Cervantes, 2014) llegaron cuando ya no hacen mucha falta y resultan casi de consolación.
Lectores jóvenes
Dos méritos quedarán aparejados a la figura de Juan Goytisolo, en cualquier caso. Uno es el de establecer una admirable concordancia entre la cultura árabe y la literatura medieval española, dos mundos que unió en su obra ('Carajicomedia') feliz y jugosamente.El otro, menos pomposo pero quizá más grato, fue el de despertar entusiasmo y respeto entre los nuevos narradores, particularmente entre muchos de aquellos que se dejaron etiquetar como Generación Nocilla, autores jóvenes a los que además leía y recomendaba.
Ser leído es todo lo que quiere un escritor, y Juan Goytisolo lo consiguió desde el principio y hasta entre públicos tan complicados como el de los nuevos escritores, tan adictos al desdén de magisterios demasiado cercanos.
Ahora finalmente su exilio encadenado se ha vuelto improlongable, y Juan Goytisolo está ya domiciliado en las palabras que escribió, el único país que no tiene márgenes.
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MÁS: Juan Goytisolo, el escritor que sabía mirar, de Vicente Luis Mora
Era un tímido integral y profundo
que no gustaba de la prensa, de los focos, de las fotos. Se sentaba en
el Café de France y se sentía parte de una masa humana, de un conjunto
de vidas en ebullición, y eso era todo lo que necesitaba
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