Parece mentira, pero esto es así de
fácil: no hay por qué aceptar como inevitable lo que no son más que
decisiones humanas en un sentido ideológico, pero que podrían ser
justamente las contrarias sin ningún tipo de problema. La desigualdad no
es un hecho natural, es un modelo de relaciones. La pobreza de la
mayoría no es una consecuencia biológica, está predeterminada por una
estructura que la favorece. La jerarquía no es un don divino, es una
relación de escalas de poder asumida. Nada es como es porque tenga que
ser indefectiblemente de la manera que actualmente es. Otra cosa es que
por comodidad, por miedo o por incapacidad sobrevenida acabemos
aceptándolo.
Pero este tipo de cuestiones casi serían
lo de menos en este momento. Lo que ya no tiene ningún sentido es que
otras cuestiones de plena actualidad y mucho más evidentes acabemos
aceptándolas también como un mal menor y como algo que casi ni nos
compete. Y no es verdad que sea inevitable mantener un Estado corrupto,
aceptar que nos roben 60.000 millones de euros, que se dice pronto, y
además para regalárselos a los más ricos. Y tampoco hay explicación
lógica a aceptar que se destruyan los derechos que tanto había costado
conquistar sin plantear siquiera una lucha digna.
Y es muy llamativo, en un país tan
condicionado como este, que tenga que ser también un magistrado, y no el
pueblo en las calles, el que levante la voz sobre algo tan evidente e
insultante como que nos están robando la cartera mientras se ríen de
nosotros en nuestra cara. A ver si espabilamos.
Aprovecho para dar las gracias, una vez
más, a este juez valiente que desde hace años no deja de llamar a las
cosas por su nombre. Y eso sabiendo lo que suele ocurrir habitualmente
con los jueces que expresan libremente su opinión.
Nos
quieren llevar a la resignación permanente. Pero no es obligatorio
aguantar una corrupción estructural. No es obligatorio regalar 60.000
millones de euros a los bancos y renunciar a recuperarlos. No es
obligatorio que los derechos sociales queden en papel mojado. El ejemplo
de las sociedades europeas más avanzadas nos demuestra que todo puede
ser muy distinto. Lo que nos ocurre no es un desastre natural, sino el
resultado de actuaciones humanas que se pueden modificar. Es fundamental
que no nos engañen y que no aceptemos lo inaceptable. Casi todo está
por hacer y casi todo es posible.
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OTRA COSA: El presupuesto en Sanidad y Educación es de 6.618 milloes de euros, casi la décima parte de lo perdido en las ayudas a la Banca.
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OTRA COSA: El presupuesto en Sanidad y Educación es de 6.618 milloes de euros, casi la décima parte de lo perdido en las ayudas a la Banca.
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