"Cualquier tiempo pasado fue menos destructivo", señala el joven 
sevillano, que acaba de publicar un ensayo gráfico sobre la historia del
 ser humano: 'La gran aventura humana. Pasado, presente y futuro del mono desnudo'
"Todo a lo que tenemos que renunciar es justamente lo que es insustancial"
"El capitalismo sin vida no existe pero la vida sin capitalismo ha existido durante cientos de miles de años"
    Javier Ramajo  03/06/2017 - http://www.eldiario.es/andalucia/lacajanegra/libros/Miguel-Brieva_0_647436060.html"Todo a lo que tenemos que renunciar es justamente lo que es insustancial"
"El capitalismo sin vida no existe pero la vida sin capitalismo ha existido durante cientos de miles de años"
 
    
  Un estado de ánimo sintetizado, y superado, por dos sentimientos: "pesimista con la inteligencia pero optimista para voluntad". La cita de Antonio Gramsci, de su libro Cartas de la cárcel, le viene que ni dibujada a Miguel Brieva (Sevilla, 1974). Las ilustraciones y los textos de 'La gran aventura humana. Pasado, presente y futuro del mono desnudo' repasan con escándalo la historia del ser humano y asoma temores cercanos generados en la actual etapa de consumismo voraz, crisis energética, tecnología omnipresente y ombliguismo generalizado. Una reflexión, no sobrante, sobre las sensaciones de detrás de la piel y algunos consejos para superar la adicción capitalista.
 Parece que, resumiendo mucho, la cosa no pinta bien, ¿no?
La situación cada vez es más crítica y pienso que no nos
 queda otra que, para conseguir reaccionar y salir un poco de este 
estado de parálisis y de shock existencial en el que estamos, mirar 
hacia atrás. Eso es algo que este momento vital, el de esta cultura del 
capitalismo invadida por la tecnología, básicamente ha renunciado a 
nuestro pasado y, por otra parte, no quiere mirar hacia adelante porque 
todos los indicios apuntan a un futuro sombrío. Justamente, para salir 
un poco de este impás y ponernos otra vez en marcha y ver si somos 
capaces de reaccionar. Creo que hay que hacer ese esfuerzo de abrir los 
ojos, mirar hacia atrás y tratar de entender quiénes somos, cómo nos 
hemos constituido en este ser extraño que somos y ver si tenemos 
resortes, que voy nombrando en el libro, para salir de esta encrucijada.
 Y luego ver hacia dónde vamos...
Sí, son esas eternas preguntas que tienen un sentido existencial y que 
cada uno de nosotros nos podemos hacer como curiosidad y tal, pero que 
creo que a día de hoy la superviviencia de nuestra especie pasa por 
hacérnoslas de un modo ambicioso y con autocrítica.
 ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?
Creo que podemos decir que cualquier tiempo pasado fue menos 
destructivo, no mejor en el sentido de menor sufrimiento humano o de más
 inteligencia o de más uso de la razón. El ser humano ha ido  in crescendo
 en su capacidad de impacto sobre la naturaleza, sobre la materia, y eso
 que se empezó a acelerar en la revolución industrial cada década que 
pasa aumenta en una progresión brutal ascendente. Ahora mismo, hemos 
perdido contacto con nuestra propia capacidad de impacto sobre el 
entorno, y cosas como el cambio climático o el agotamiento de todos los 
recursos es parte de nuestro día a día y sin embargo hemos sido capaces 
de blindar esa cotidianeidad y no ser en absoluto conscientes de eso que
 está pasando. En el pasado no hay refugios en la historia, pero sí hay 
muchas claves de por qué estamos aquí y hay muchos caminos errados que 
hemos ido tomando y que podríamos desandar.
 ¿Como por ejemplo?
Uno se da por ejemplo en el neolítco, cuando se asumen civilizaciones 
cada vez más complejas y comienza la jerarquía, el dinero, el 
patriarcado, que es como un hito antropológico que de algún modo va a 
marcar el devenir de toda la historia. Por eso en el libro, no desde la 
nostalgia pero sí desde la curiosidad, hago una llamada de atención a 
nuestro periodo prehistórico, que tendemos a verlo como una cosa 
absolutamente primitiva y distante y, sin embargo, ya estaban presentes 
buena parte de los elementos que a día de hoy nos hacen enorgullecermos 
de nuestra especie como por ejemplo el procesar información, el generar 
mundos o símbolos, el desarrollar ser capaces de cultivar la belleza, 
etc.
 ¿Somos un poco primitivos entonces?
Somos absolutamente primitivos. De hecho digo muchas veces en el libro 
que aún vivimos en la Edad de Piedra en el sentido de que todavía 
seguimos fundamentando nuestra economía y muchos de nuestros valores en 
torno al oro, los materiales, el petróleo, la quema de combustible, etc.
 Son cosas como muy antiguas. Sin embargo, hemos dejado atrás cosas que 
nos salvaguardaban, como esa capacidad de crear relatos y símbolos, y a 
día de hoy seguimos fundamentando nuestra vida colectiva en torno a esos
 relatos pero los genera la publicidad o los medios de comunicación, y 
esos relatos son muy cómplices de un modelo de vida que es 
autodestructivo.
 ¿Los valores importantes han desaparecido del mapa?
Ahora mismo, el centro de la actuación humana y de nuestra organización
 son valores totémicos muy abstractos y dañinos como son el crecimiento 
permanente, la acumulación de valor, la mercancía, el desarrollo 
tecnológico por sí mismo y a cualquier precio, y se está dejando de lado
 la creatividad, los afectos, la empatía,... la vida. El capitalismo sin
 vida no existe pero la vida sin capitalismo ha existido durante cientos
 de miles de años, con lo cual es obvio que es prioritario y es 
justamente lo que hay que hacer y es lo que también trato de perfilar en
 la parte del 'futuro' en el libro.
 ¿Y cómo podemos volver a la vida?
Es la parte más propositiva: vaciar ese centro metafórico de nuestras 
sociedades que ahora mismo lo ocupa la mercancía y el crecimiento, y en 
su lugar colocar algo que no es abstracto sino bien tangible como es la 
vida. Y la vida implica el cuidado de las vidas de cada uno de nosotros y
 todo lo que eso conlleva, y por supuesto el cuidado del entorno, porque
 el planeta Tierra es una gigantesca bola de vida y de ciclos que 
interactúan, que están en un delicado equilibrio y que nosotros estamos 
descolocando, de la manera más estúpida y temeraria imaginable, sin 
alcanzar a ver las consecuencias que eso va a tener.
 
    
 ¿Para ser optimista hay que ser muy optimista?
Mejor dicho, para recuperar la esperanza hay que atreverse a ver. Y lo 
que ahora hay que ver, no es agradable, porque es un problema muy serio 
que estamos afrontando como especie y además un problema cuya resolución
 no se debate en los parlamentos necesariamente sino que, de un modo 
mucho más claro, se debate en nuestra conciencia y en nuestra capacidad 
de renuncia a unos hábitos de vida totalmente desquiciados, de consumo, 
de narraciones que son completamente falaces.
 ¿Son evitables esos hábitos?
Yo lo asocio a un acto de voluntad increíble, solo equiparable a la 
gente que consigue superar una adicción. La sociedad está sometida a un 
estrés adictivo brutal y creo que esa batalla, justamente por recuperar 
la esperanza, se libra en la conciencia y en la capacidad que podamos 
para tomar las riendas de nuestras vidas y nuestro pensamiento. El 
problema es que nos nos damos cuenta pero estamos al borde un crack, de 
un colapso sin precedentes.
 ¿En qué sentido?
Hemos pasado el pico del petróleo, estamos a punto de pasar el pico del
 gas. Vivimos en una sociedad hipersofisticada y no somos conscientes de
 nada, no sabemos cómo funciona el ordenador, ni un avión, ni de dónde 
vienen los combustibles que usamos, ni de dónde viene la camiseta de 
cinco euros que, milagrosamete, tiene un precio ultrabarato sin más 
explicación que tener una explotación terrible detrás... No somos 
conscientes de nada. Cuando eres consciente de eso, podemos seguir 
explotándonos unos a otros pero es que ya no queda petróleo y todo en 
nuestra sociedad se basa en la energía barata que es el gas, el 
petróleo.. Oímos los cantos de sirena de las energías renovables pero no
 nos molestamos en leer un informe científico sobre cómo es el estado de
 las energías renovables. No nos molestanos en consultar a los expertos,
 pero lo que nos están diciendo es que estamos al borde de una crisis de
 modelo.
 Para bajarse en la próxima...
También hemos generado un impacto en los ciclos planetarios. Estamos en
 el antropoceno, la primera era geológica de la historia de la Tierra 
producida por un ser vivo, no por un asteroide o la erupción de mil 
volcanes. Los conocimientos científicos sobre cambio climático se están 
renovando constantemente y la realidad es tétrica, con consecuencias muy
 serias de aquí a veinte años. No estamos hablando de nuestros 
tataranietos sino de que todos los que estamos ahora mismo compartiendo 
este planeta, salvo los octogenarios, lo vamos a vivir.
 ¿Cuál es el granito de arena que cada uno puede poner?
Todo pasa por desandar. El decrecimiento, hace veinte años, se esgrimió
 como una especie de idea de posible solución al tumor este del 
crecimiento permanente. A día de hoy, lo queramos o no, vamos a 
experimentar un decrecimiento, quiera Wall Street o no lo quiera, 
simplemente por el agotamiento de recursos. En ese escenario, que va a 
ser inminente, cualquier actitud que no sea la que nos sea impuesta por 
una situación crecientemente compleja y desigual, y la llevamos al 
terreno de la voluntad como una persona que supera las drogas, notaremos
 que lo podríamos vivir como una carencia, como algo que nos han 
arrebatado, de repente podrá ser algo que nos empodere, sobre todo 
porque todo a lo que tenemos que renunciar es justamente lo que es 
insustancial: no tenemos que renunciar a enamorarnos, ni a tener amigos,
 ni a ser creativo, ni a ser curiosos, ni a ensanchar nuestro 
conocimiento sobre el mundo,... No hace falta dinero para eso.
 Ni estar mirando el móvil en todo momento...
Todo lo que podamos renunciar en eso será un camino andado en la 
dirección adecuada, porque intuyo que vamos a tener que renunciar a todo
 eso más pronto que tarde. Ma perece que esa es una manera....y abriendo
 los ojos, dándonos cuenta de cuáles son las cosas valiosas y cómo esa 
cosas valiosas no tienen por qué estar mediadas por lo económico, la 
menos tal y como se entiende hoy. Básicamente, lo mejor que podemos 
hacer es dejar de consumir todo lo que podamos y dejar de creernos todo 
ese entramado simbólico de relatos, de modelos de vida, de deseo, de 
aspiración, que en el fondo está construido desde los medios de masas y 
que no nos hacen felices a nadie.
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OTRA COSA: Venezuela No tiene una dictadura, Tiene una Gigantesca Reserva de Petróleo.
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OTRA COSA: Venezuela No tiene una dictadura, Tiene una Gigantesca Reserva de Petróleo.
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