Pero cuando se analiza, incluso superficialmente, la
política exterior en relación a Venezuela, nos encontramos con tal
cantidad de incongruencias y sinsentidos que sólo cabe pensar que hay un
guión previo escrito y/o encargado desde fuera. O lo que viene a ser lo
mismo, que nuestra política exterior está subordinada a los intereses
del imperio estadounidense.
¿Cómo explicar si no que el ministro de Asuntos
Exteriores de validez a un plebiscito organizado por la oposición
venezolana sin ningún tipo de garantías, y sin respaldo del Consejo
Nacional Electoral, sin censo electoral, con la quema posterior de los
votos, con observadores que reconocen haber cobrado de los convocantes,
etc., al mismo tiempo que el gobierno español declara ilegal la consulta
catalana?
¿Cómo explicar que, estando el gobierno venezolano y
su presidente ‘reconocidos como legítimos’ por el Estado español, el Sr.
Dastis, ministro de asuntos exteriores, declare que “no es una
democracia”?
¿Cómo interpretar que, tras la entrevista con su
homólogo estadounidense, Rex Tillerson, afirme que “hay que seguir
aumentando la presión para que Venezuela vuelva a ser una democracia” 2 ?
Cualquier persona sensata podría aplicar un sencillo
cuestionario que le ayudara a entender que en Venezuela se libra una de
las batallas más importantes de una Guerra Mundo liderada por EE.UU, y
que el gobierno español no es sino un vasallo servil al servicio de la
lógica imperialista.
Sin duda, primero tendría que hacer un esfuerzo de
desintoxicación informativa para que lo evidente no quedara neutralizado
por la propaganda mediática que ingerimos diariamente. Pero en realidad
bastaría con aplicar a los medios de comunicación masivos los mismos
criterios y sospechas que tenemos sobre ellos, cuando dan noticias sobre
nuestro propio país.
Veamos cuál sería este cuestionario:
-
¿A qué se debe que la potencia bélica más grande del mundo (800 bases militares distribuidas por todo el mundo, el presupuesto militar más alto del planeta, 200.000 soldados desplegados en 100 países) 3 declare con un decreto ejecutivo que Venezuela, un país que no tiene bases militares fuera de su territorio, y cuyo ejército ocupa el puesto 62 en el ranking mundial, es una “amenaza inusual y extraordinaria”?
-
¿Qué recursos naturales y morales posee Venezuela que la convierten en una amenaza para el imperio y sus socios?
-
Si Venezuela es una dictadura, ¿cómo es que, desde que Chávez ganó la presidencia (1999), se han celebrado más 20 elecciones? ¿Por qué el Centro estadounidense Carter, -que actúa como observador en procesos electorales-, ha reconocido su sistema electoral como uno de los más limpios y transparentes del mundo?, ¿Por qué el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro ocupa un puesto destacado en las principales Comisiones de Naciones Unidas, donde se necesita ser elegido por votación? (Venezuela tiene el mandato simultáneo de siete Comisiones, incluida la presidencia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, hasta el 2018).
- Sólo en enero de 2017 se registraron en México 1.938 homicidios 4; de marzo de 2016 a marzo del 2017 fueron asesinados en Colombia un total de 156 líderes sociales y defensores de derechos humanos 5. ¿A qué se debe entonces que los medios masivos sólo hablen de la violencia en Venezuela, y que el ministro de asuntos exteriores español diga que ‘la situación en Venezuela es insostenible’?
-
Si la situación en Venezuela es tan insostenible,
-
¿cómo es que su tasa de emigrantes es la más baja de América latina (0,4% frente al 11,8% de México por ejemplo)?
- ¿Que la tasa de desempleo esté en el 6% (en España es del 20,9%), y
-
que junto con Cuba, Venezuela sea el país menos desigual del continente (España es el país más desigual de la OCDE)?
-
¿Que no haya personas desnutridas (En España la población en riesgo de pobreza es del 28,3%)?
-
¿Que la mortalidad infantil se encuentre por debajo de la media regional, y que no haya periodistas asesinados, ni desapariciones forzosas? 6
-
Cuando intentamos responder a estas cinco preguntas
la primera conclusión es que los ataques actuales del gobierno español a
Venezuela tienen otras razones distintas a las esgrimidas públicamente,
y que dichas razones están lejos de cualquier interés por la paz, o la
mejora de las condiciones de vida del pueblo venezolano.
Hasta hace poco, el tema venezolano había formado
parte de la política interna nacional. El show electoral español ha
condicionado la agenda de todos los partidos políticos del espectro,
tanto de derechas como de izquierdas.
Así,
una vez consolidada la criminalización mediática, Venezuela ha sido un
arma arrojadiza para acusar de ‘populistas, radicales y autoritarios’ a
Podemos. Pero también para éstos ha sido un lastre incómodo del que
tratar de zafarse continuamente, en aras de una razón instrumental de
dudoso calado moral. La mayoría de partidos políticos de ámbito
nacional, con opciones electorales, se han posicionado abierta o
tímidamente, por activa o por pasiva, en la lógica de la guerra sucia
contra el gobierno bolivariano.
El doble papel de servir a las campañas electorales
al tiempo que se hacía el servicio a Estados Unidos, irradiando la
imagen negativa de Venezuela, ha sido la tónica dominante en la política
española.
Pero en estos momentos hay elementos que indican que
el gobierno español ha asumido un papel mucho más activo en la guerra
sucia contra Venezuela y, especialmente, -como ya hizo en su día con
Cuba-, para influir en los gobiernos europeos.
Ha aumentado la frecuencia de los pronunciamientos
contra el gobierno bolivariano. Ha subido el tono, y se ha convertido en
el ‘portavoz’ de las tesis golpistas de la oposición venezolana. Los
medios de comunicación españoles han radicalizado su campaña tóxica y,
en general, unos y otros están reproduciendo, punto por punto, la
propaganda estadounidense.
Todo
apunta a que los principales actores políticos españoles están
cumpliendo el ‘encargo’ de crear las condiciones para que, tanto la
opinión pública española como la europea, sean favorables a una
intervención armada. Baste como ejemplo las declaraciones del
dudosamente democrático ex-presidente Felipe González afirmando que ‘no
se debe celebrar una Asamblea Constituyente en Venezuela’. Un
ex-mandatario que no puede ocultar sus excelentes relaciones, e
intereses compartidos con la oligarquía venezolana, y que no ha dudado
en hacer causa común con el ex-presidente Aznar en contra del gobierno
bolivariano 7.
En el caso de Estados Unidos es evidente que en la
actual escalada bélica, doblegar a Venezuela es un objetivo priorizado
si se valora uno de los posibles escenarios previstos por los ‘think
tank’: una conflagración con otras potencias con equivalente potencia
militar, como Rusia. Para este escenario se presenta como necesario
recuperar ‘zonas de influencia y control de fuentes de energía y
abastecimiento’, a saber, el considerado por los políticos
estadounidenses “patio trasero latinoamericano”.
Venezuela es una pieza clave desde esta perspectiva,
ya que la propia página oficial de la CIA señalaba, en el año 2015, que
Venezuela era el país con más reservas de petróleo comprobadas en el
mundo (18 % del total), y por supuesto, con grandes reservas de gas,
recursos hídricos y minerales raros.
Hay otro factor importante que nunca veremos
reflejado en ningún análisis de los ‘tanques pensantes’, y es que
también en Venezuela se encuentran hoy en día importantes recursos
morales: la defensa de su soberanía e independencia política, la
integración regional basada en criterios de cooperación, el apoyo a las
causas justas como la de Palestina, un proyecto de igualdad y justicia
social de carácter socialista…
Podríamos decir que después de la resistencia heroica de Cuba, el testigo ha sido tomado por los venezolanos.
Todos los datos objetivos señalan que desde hace
tiempo se ha puesto en marcha la guerra sucia contra Venezuela, que con
el presidente estadounidense B. Obama apretó el acelerador y con Donald
Trump continúa cumpliendo el plan trazado de la intervención.
En abril de este año el almirante estadounidense,
jefe del Comando Sur, Kurt Tidd dijo ante el Comité de Servicios
Militares del Senado de Estados Unidos que la situación en Venezuela
estaba empeorando, y que esto podría desencadenar una “crisis
humanitaria que requeriría una intervención a nivel regional”. Después
tuvo que aclarar que no estaba hablando de una ‘intervención militar’,
pero no cabe duda de que sus palabras avalan lo que la oposición
denomina Hora Cero para Venezuela.
La resistencia del pueblo venezolano, defendiendo su
democracia a pesar de la guerra económica, el no haber conseguido
quebrar al ejército bolivariano, los repetidos intentos del gobierno de
Nicolás Maduro por abrir cauces de diálogo, y su propuesta de Asamblea
Constituyente como estrategia para derrotar pacíficamente a la oposición
golpista, han acelerado la hoja de ruta de la intervención, que, con
grandes similitudes a la que se dio en Chile previo al golpe de
Pinochet, responde a las siguientes pautas :
-
Aumentar el nivel de violencia y provocación tanto de la Asamblea Nacional en desacato como de los grupos paramilitares que actúan en las calles,
-
conformar un gobierno paralelo legitimado por organismos internacionales controlados por EE.UU y por países afines,
-
conseguir una masa crítica con el plebiscito fraudulento del 16 de julio,
-
obstruir y sabotear la administración pública para colapsar la prestación de bienes y servicios,
-
aumentar la presión económica y financiera hasta reventar definitivamente la economía,
-
campañas sistemáticas de desinformación, post-verdad y fake news (falsas noticias) ,
-
preparar huelgas y paros en servicios, transporte y sector petrolero,
-
boicotear la entrada en el país de alimentos y medicinas, paralizar las importaciones,
-
incrementar las noticias sobre violación de DDHH, crisis humanitaria etc.,
-
crear un gobierno de transición con el reconocimiento de la OEA y de algunos gobiernos europeos, especialmente el español.
El protocolo de aislar, demonizar e intervenir sigue
cumpliéndose, con distintos niveles de complejidad. La diferencia reside
en que la resistencia del pueblo venezolano está obligando al
imperialismo a complicar y diversificar las formas de intervención.
Si
en el caso de EE.UU aparecen claramente los intereses que están detrás,
y el porqué se está priorizando la agresión a Venezuela, ¿qué mueve al
gobierno español a sumarse tan activamente a este plan bélico?
No
se trata de una nueva forma de Guerra sucia. Tanto la secuencia de los
acontecimientos como el tipo de acciones ya se han aplicado
repetidamente en el entorno latinoamericano: golpes de Estado,
intervenciones militares, financiación de paramilitares, opositores y
contra-insurgencia, guerra sicológica, golpes blandos, intervención
humanitaria…
Basten algunos datos para argumentar que, dado que en
estos momentos no hay elecciones a la vista, las razones hay que
buscarlas en otro lado.
Tras la incorporación de España a la OTAN en 1982, se
firmó el Convenio de Cooperación para la Defensa (1988), con varias
ratificaciones y enmiendas, que desembocaron en el impulso de la Nueva
Agenda Trasatlántica (1995), y el reforzamiento de las relaciones
bilaterales a partir del 2001, cuando se firmó con la Secretaria de
Estado norteamericana, Madeleine Albright, una Declaración Conjunta que
supuso un salto cualitativo en las relaciones bilaterales,
profundizándose nuestra dependencia de EE.UU no solo a nivel político,
sino también en el ámbito de la defensa y la seguridad, en materia de
cooperación económica y financiera, científica, industrial, tecnológica y
cultural.
A partir de la presidencia de Obama, y después de un
pequeño enfriamiento por la retirada de las tropas españolas de Irak,
las relaciones bilaterales con Estados Unidos se volvieron a
intensificar. Se produce el encuentro de Rajoy y Obama en Washington
(enero 2014), viajes continuos de distintos ministros, viaje oficial de
los Reyes, visita del secretario de Estado John Kerry y el secretario de
Defensa Ashton Carter a España, etc.
El propio Ministerio de Asuntos exteriores afirma en
su página web que se trata de un aliado con el que “pocos países en el
mundo tienen unos vínculos históricos, culturales y lingüísticos tan
fuertes, y con el que compartimos los mismos valores democráticos e
intereses geoestratégicos” 8 .
Cualquiera que sepa leer entre líneas verá que la
relación entre un país como España, sin recursos naturales
significativos, con un endeudamiento exterior que sobrepasa el PIB, con
una alta dependencia de recursos energéticos, etc., no puede ser una
relación ‘entre iguales’ sino una relación subordinada y dependiente.
Para Estados Unidos, acabar con el gobierno
venezolano tiene rango de política de Estado, forma parte de la Guerra
Mundo que la administración estadounidense explicita como “defender los
intereses norteamericanos en cualquier parte del mundo” .
Un imperio, por muy decadente que sea, o por muy
disminuido que esté su poder, no puede hacer otra cosa que extender la
guerra para mantener su hegemonía. Por otro lado, el imperialismo no es
sino la forma que adopta la expansión capitalista, y en estos momentos
Venezuela constituye uno de sus más importantes obstáculos. La guerra
que se libra contra Venezuela es pues una guerra que nos compete a
todos, ya que es sólo una de las partes más visibles de la Tercera
guerra mundial que ya está en marcha.
En el caso del gobierno y el Estado español, su
posicionamiento activo y beligerante a favor de la hoja de ruta
estadounidense forma parte del servilismo, la incapacidad y la
subordinación de nuestra clase política.
En esta guerra contra el pueblo venezolano y su
gobierno no cabe la equidistancia, ni la neutralidad, ni las buenas
intenciones. Sólo cabe desenmascarar y denunciar el papel de España, y
apoyar los esfuerzos heroicos de un país por defender su independencia y
soberanía, que en estos momentos ha de ser la bandera que nos una a
todos contra el imperialismo.
__________________
1
Doctora en CC. Políticas y Sociología, profesora de la Universidad
Complutense de Madrid, miembro del Foro Contra la Guerra imperialista y
la OTAN. Julio 2017
2 El Mundo, 29/ 06/ 2017 – http://www.elmundo.es/internacional/2017/06/29/5955388be5fdeada678b45d2.html
4 El animal político, El 2017 tiene el arranque más violento del que haya registro,
http://www.animalpolitico.com/2017/02/2017-aumento-de-homicidios/
http://www.animalpolitico.com/2017/02/2017-aumento-de-homicidios/
5 El País.com.co, 156 líderes sociales fueron asesinados en 14 meses en Colombia:
Defensoría,<http://www.elpais.com.co/colombia/registran-156-asesinatos-de-lideres-sociales-en-colombia-en-los-ultimos-14-meses.html>
Defensoría,<http://www.elpais.com.co/colombia/registran-156-asesinatos-de-lideres-sociales-en-colombia-en-los-ultimos-14-meses.html>
6
Todos los datos, tanto para España como para Venezuela, son del 2015 y
de fuentes oficiales, del INE, de la OCDE en el caso de España, y de la
Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de Naciones Unidas para
Venezuela.
7 El Mundo, Felipe González y Aznar, unidos para pedir la liberación de los presos políticos en Venezuela, 16/02/2017, <http://www.elmundo.es/internacional/2017/02/16/58a535e1e2704ef3418b45b0.html>
..................................................
ADEMÁS: Boaventura de Sousa Santos: en defensa de Venezuela
29 julio 2017 https://desinformemonos.org/boaventura-sousa-santos-defensa-venezuela/
Un texto de Boaventura de Sousa Santos / Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez / publicado originalmente en Question Digital
Venezuela vive uno de los momentos más críticos de su historia.
Acompaño crítica y solidariamente la Revolución bolivariana desde el
inicio. Las conquistas sociales de las últimas dos décadas son
indiscutibles. Para comprobarlo basta consultar el informe de la ONU de 2016 sobre la evolución del índice de desarrollo humano.
Dice este informe: “El índice de desarrollo humano (IDH) de Venezuela en 2015 fue de 0.767 –lo que colocó al país en la categoría de alto desarrollo humano–, posicionándolo en el
puesto 71º de entre 188 países y territorios. Tal clasificación es
compartida con Turquía. De 1990 a 2015, el IDH de Venezuela aumentó de
0.634 a 0.767, un aumento de 20.9 por ciento. Entre 1990 y 2015, la
esperanza de vida al nacer aumentó a 4.6 años, el período medio de
escolaridad ascendió a 4.8 años y los años de escolaridad media general aumentaron 3.8 años.
El rendimiento nacional bruto (RNB) per cápita aumentó cerca de 5.4 por ciento entre 1990 y 2015. Se hace notar que estos progresos fueron obtenidos en
democracia, solo momentáneamente interrumpida por la tentativa de golpe
de Estado en 2002 protagonizada por la oposición con el apoyo activo de
Estados Unidos.
La muerte prematura de Hugo Chávez en 2013 y la caída del precio de petróleo en 2014 causaron una conmoción profunda en los procesos de
transformación social entonces en curso. El liderazgo carismático de
Chávez no tenía sucesor, la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones
siguientes fue por escaso margen, el nuevo presidente no estaba
preparado para tan complejas tareas de gobierno y la oposición
(internamente muy dividida) sintió que su momento había llegado, en lo
que fue, una vez más, apoyada por Estados Unidos, sobre todo cuando en 2015 y de nuevo en 2017
el presidente Obama consideró a Venezuela como una “amenaza a la
seguridad nacional de Estados Unidos”, una declaración que mucha gente
consideró exagerada, si no también ridícula, pero que, como explico más
adelante, tenía toda lógica, desde el punto de vista de Estados Unidos,
por supuesto.
La situación se fue deteriorando hasta que, en diciembre de 2015, la oposición conquistó la mayoría en la Asamblea Nacional. El Tribunal Supremo de Justicia suspendió a cuatro diputados por alegar fraude electoral, la Asamblea Nacional desobedeció, y a partir de ahí la confrontación institucional se agravó lo cual fue progresivamente propagándose en las calles, alimentada
también por la grave crisis económica y de abasto que entre tantas
cosas explotó. Más de cien muertos, una situación caótica.
Mientras, el
presidente Maduro tomó la iniciativa de convocar una Asamblea
Constituyente (AC) para ser elegida el 30 de julio y Estados Unidos
amenazó con más sanciones si las elecciones se producen. Es sabido que
esta iniciativa busca superar la obstrucción de la Asamblea Nacional
dominada por la oposición.
El pasado 26 de mayo suscribí un manifiesto elaborado por intelectuales y políticos venezolanos de varias tendencias políticas, apelando a los
partidos y grupos sociales en conflicto a parar la violencia en las
calles e iniciar un debate que permitiese una salida no violenta,
democrática y sin la injerencia de Estados Unidos. Decidí entonces no
volver a pronunciarme sobre la crisis venezolana.
¿Por qué lo
hago hoy? Porque estoy alarmado con la parcialidad de la comunicación
social europea, incluyendo la portuguesa, sobre la crisis de Venezuela,
una distorsión que recorre todos los medios para demonizar un gobierno legítimamente electo, atizar el incendio social y político y legitimar una intervención extranjera de consecuencias incalculables.
La prensa española llega al punto de embarcarse en la posverdad, difundiendo noticias falsas sobre la posición del gobierno portugués. Me pronuncio animado por el buen sentido y equilibrio que el ministro de Asuntos Exteriores portugués, Augusto Santos Silva, ha
mostrado sobre este tema. La historia reciente nos muestra que las
sanciones económicas afectan más a ciudadanos inocentes que a los
gobiernos.
Basta recordar los más de 500 mil niños que, según el informe de Naciones Unidas de 1995, murieron en Irak como resultado de las sanciones impuestas después de la guerra del Golfo Pérsico. Recordemos también que en Venezuela vive medio millón de portugueses o lusodescendientes.
La historia reciente también nos enseña que ninguna democracia sale
fortalecida de una intervención extranjera.
Los desaciertos de un gobierno democrático se resuelven por vía democrática, la cual será tanto más consistente cuanto menor sea la interferencia externa. El gobierno de la Revolución bolivariana es democráticamente legítimo.
A lo largo de muchas elecciones durante los últimos veinte años, nunca
ha dado señales de no respetar los resultados electorales. Ha perdido
algunas elecciones y puede perder la próxima, y solo sería criticable si
no respetara los resultados.
Pero no se puede negar que el presidente Maduro tiene legitimidad constitucional para convocar la Asamblea Constituyente. Por supuesto que los venezolanos (incluyendo muchos chavistas críticos) pueden legítimamente cuestionar su oportunidad, sobre todo teniendo en cuenta que disponen de la Constitución de 1999,
promovida por el presidente Chávez, y disponen de medios democráticos
para manifestar ese cuestionamiento el próximo domingo. Pero nada de eso
justifica el clima insurreccional que la oposición ha radicalizado en las últimas semanas y cuyo objetivo no es corregir los errores de la Revolución bolivariana,
sino ponerle fin, imponer las recetas neoliberales (como está
sucediendo en Brasil y Argentina) con todo lo que eso significará para
las mayorías pobres de Venezuela.
Lo que debe preocupar a los demócratas, aunque esto no preocupa a los medios globales que ya han tomado partido por la oposición, es la forma en que están siendo seleccionados los
candidatos. Si, como se sospecha, los aparatos burocráticos del partido
de Gobierno han secuestrado el impulso participativo de las clases
populares, el objetivo de la Asamblea Constituyente de ampliar democráticamente la fuerza política de la base social de apoyo a la revolución se habrá frustrado.
Para comprender por qué probablemente no habrá salida no violenta a la crisis de Venezuela, conviene saber lo que está en juego en el plano geoestratégico global. Lo que está en juego son las mayores reservas de petróleo del mundo existentes en Venezuela. Para el dominio global de Estados Unidos es crucial mantener el control de las reservas de petróleo del mundo. Cualquier país, por democrático que sea, que tenga este recurso
estratégico y no lo haga accesible a las multinacionales petroleras, en
su mayoría norteamericanas, se pone en el punto de mira de una
intervención imperial.
La amenaza a la seguridad nacional, de la que hablan los presidentes de Estados Unidos, no está solamente en el acceso al petróleo, sino sobre todo en el hecho de que el comercio mundial del petróleo se denomina en dólares estadounidenses, el verdadero núcleo del poder de Estados Unidos, ya que ningún otro país tiene el privilegio de imprimir los billetes que considere sin que esto afecte significativamente su valor monetario.
Por esta razón Irak fue invadido y Oriente Medio y Libia
arrasados (en este último caso, con la complicidad activa de la Francia
de Sarkozy). Por el mismo motivo, hubo injerencia, hoy documentada, en
la crisis brasileña, pues la explotación de los yacimientos petrolíferos
presal estaba en manos de los brasileños. Por la misma razón, Irán
volvió a estar en peligro. De igual modo, la Revolución bolivariana
tiene que caer sin haber tenido la oportunidad de corregir
democráticamente los graves errores que sus dirigentes cometieron en los
últimos años.
Sin injerencia externa, estoy seguro de que Venezuela sabría encontrar una
solución no violenta y democrática. Desgraciadamente, lo que está en
curso es usar todos los medios disponibles para poner a los pobres en
contra del chavismo, la base social de la Revolución bolivariana y los
que más se beneficiaron de ella. Y, en concomitancia, provocar una ruptura en las Fuerzas
Armadas y un consecuente golpe militar que deponga a Maduro. La
política exterior de Europa (si se puede hablar de tal) podría
constituir una fuerza moderadora si, entre tanto, no hubiera perdido el
alma.
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