La persecución de la cultura por el PP es escandalosa...
Lo que ha pasado en Pinos Puente (Granada)
no puede callarnos...
Muy buena reflexión de Antonio Cambril
Lo que ha pasado en Pinos Puente (Granada)
no puede callarnos...
Muy buena reflexión de Antonio Cambril
El PP y los medios afines han realizado un asombroso trabajo de demonización de sus adversarios ideológicos Antonio Cambril
Cientos
de miles de personas murieron quemadas por hechicería en Europa entre
los siglos XV y XVII. La propaganda oficial afirmaba que esos seres, la
mayoría mujeres, sacrificaban niños, cabalgaban escobas voladoras y
retozaban con el diablo; pero el conocimiento actual evidencia que,
excepto rarísimas excepciones, esas personas carecían de vocación
nigromántica y, como mucho, eran culpables del uso de hierbas
curativas o que ayudasen a soportar el dolor. Más que acabar con la
brujería, los inquisidores estaban obsesionados por crearla, porque
gracias a ella, según el antropólogo Marvin Harris, podían desplazar
las responsabilidades de la crisis de la sociedad "desde la Iglesia y el
Estado hacia demonios imaginarios con forma humana". Y, así, los pobres
acusaban a otros pobres de los males que sufrían a manos de príncipes y
papas. Este magnífico deporte de distracción colectiva se siguió
practicando en España incluso después de que las brujas desaparecieran y
fuesen sustituidas por otros monstruos en el inconsciente colectivo.
Aunque sin hoguera, la costumbre perdura y, en la actualidad, el PP y
los medios afines han realizado un asombroso trabajo de demonización de
sus adversarios ideológicos, especialmente de aquellos que se atreven a
denunciar sus feroces políticas económicas y la corrupción oceánica en
la que se han bañado centones de cargos públicos.
Los escándalos y el aumento del descontento popular
de los últimos años han coincidido curiosamente con una persecución
inusitada contra twiteros, titiriteros y raperos. Cunde la
sensación de que se ha producido una regresión en las libertades y de
que ahora es mucho más peligroso expresar sin tapujos la opinión
respecto a ciertos temas que en la Transición y los lustros posteriores.
El último episodio en este sentido, la petición del grupo del PP en la
Diputación y Pinos Puente para que se suspenda una obra de teatro de
Alberto San Juan http://perrosflautadelmundo.blogspot.com.es/2018/04/el-pp-pide-cancelar-una-obra-de-teatro.html por "estar al servicio de la ideología más radical y
sectaria", nos retrotrae a los años de la censura, puesto que la censura
no deja de serlo aunque se ejerza en nombre de la democracia. Estos
propagandistas del poder que tratan a San Juan como a un brujo medieval
no dijeron nada cuando su partido se resistió a suprimir el monumento a
la Falange frente al Palacio de Bibataubín. O cuando la Hermandad del
Silencio mantiene a Franco como Hermano Mayor. O cuando se impidió la
colocación de una placa en memoria de los inocentes fusilados junto a
las tapias del cementerio en los primeros meses del golpe militar de
1936. Eso no les parece radical ni sectario.
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