Carmelo Enebro en "Todos los Rostros" · Tulio Riomesta 23 June, 2017
Amalia
era muy conocida en Carmona, ya que dirigía una agrupación de mujeres,
que trabajaban como “criadas” en las casas de los señoritos del pueblo.
Fue una mujer comprometida con la dura realidad de estas trabajadoras
que desarrollaban su labor bajo un duro régimen de explotación con
salarios de hambre bit.ly/2id43YX
En recuerdo de los Republicanos combatientes antifranquistas, firma en bit.ly/1TF7lTv. en España olvidados, reconocidos en Europa por luchar contra el nazismo
En recuerdo de los Republicanos combatientes antifranquistas, firma en bit.ly/1TF7lTv. en España olvidados, reconocidos en Europa por luchar contra el nazismo
documentalismomemorialistayrepublicano.wordpress.com
Los disparos de unos falangistas
acabaron con la vida de Amalia Gonzales Guerra, de 42 años, vecina de
Carmona (Sevilla), en aplicación del “Bando de Guerra”, una especie de
carta en blanco que permitía al ejército golpista de Franco “liquidar”
físicamente a cuantas personas hubieran apoyado el legítimo gobierno de
la República. Su cuerpo, junto a las de otras personas asesinadas
igualmente esa madrugada, quedó a la vista de cuantos pasaron ese día
por la carretera que lleva de Carmona hasta El Viso del Alcor, lugar
donde se produjeron los hechos. Una de esas personas identificó el
cadáver de Amalia como el de la esposa de su amigo Antonio “El
Cantarito” y desesperado, corrió al pueblo para avisar de lo que pasaba.
Ante el dolor de los familiares, los
cuerpos de estas personas cruelmente “ajusticiadas” fueron enterrados en
una gran fosa dentro del cementerio de Mairena del Alcor, donde todavía
hoy sus familiares les lloran. Hacía apenas un mes que la Guerra Civil
había comenzado y el pueblo de Carmona protagonizó una heroica defensa
de la ciudad ante el avance de las tropas fascistas, que poco a poco
avanzaban implacablemente, tomando a sangre y fuego cada pueblo que se
le resistía. Los hombres y mujeres que se “señalaron” por su compromiso
político, eran detenidos y recluidos en “la casilla”, nombre como era
conocida la prisión del pueblo. En ella fue retenida Amalia, y unos días
después puesta en libertad, volviendo a ser detenida más tarde y en su
propio domicilio por otros falangistas. Rodeada por sus hijos se
despidió de ellos pidiéndole a su vecina Rafaela que cuidara de los
suyos. Nadie volvió a verla con vida (...)
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