Cuidando las “infraestructuras críticas” del Régimen del 78
Estos meses atrás, no fue el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades,
sino el mismísimo Departamento de Seguridad Nacional de los EEUU que
dirige la “Agencia de Ciberseguridad y Seguridad de la Infraestructura”
(CISA) [1] quien tuvo que asumir el mando y decretar que el concepto
de mano de obra “esencial” tenía que ampliarse a prácticamente toda
la fuerza laboral del país para poder mantener a salvo toda la maquinaria
capitalista. Publicando en los organismos oficiales listas extensas de los
“trabajadores esenciales” que ocupan la “infraestructuras críticas” de la
economía. De esta manera, y sin darse cuenta, Trump tuvo que reconocer
a su modo lo “esencial” que es el papel de la clase obrera tanto para
mantener los beneficios de la burguesía como para mantener los
servicios básicos a toda la población.
El hecho de que existan nuevas nomenclaturas para pensar los puntos de
“criticidad” del sistema, da cuenta del nivel de poder de incidencia que viene
adquiriendo la clase obrera a nivel internacional. No ya solo dentro de sus
ámbitos nacionales, sino cómo el capitalismo conecta a los trabajadores a
nivel mundial a través de las cadenas de valor nacional e internacional.
Las obreras chinas que fabrican mascarillas o paracetamol se conectan con
los trabajadores del transporte del Grupo Sese, con el descargador de uno
de los centros logísticos del Corredor del Henares y con las enfermeras del
Hospital Gregorio Marañón de la ciudad de Madrid.
No ha sido ahora cuando la inteligencia norteamericana se ha puesto a estudiar
cuáles son los puntos débiles de la economía americana. Llevan desde 1995
decretando Directivas Presidenciales que han ido perfeccionando y ampliando
las áreas económicas que entran en la “Protección de Infraestructuras Criticas”
hasta llegar a las 16 infraestructuras que son necesarias para mantener la ley
y el orden económico a salvo. Que van desde las manufacturas y la energía
hasta la industria química, pasando por las instalaciones comerciales. Fue
después del atentado a las torres gemelas del 11 de septiembre 2001 que
EEUU puso en alerta a la Secretaria de Defensa para diseñar todo tipo de planes
de protección. Pero desde principios de siglo no ha sido el único país que se ha
puesto manos a la obra, pues la UE también se puso en marcha viendo las
precauciones de su homologo. En España, por ejemplo, la Secretaría de Estado
de Seguridad, del Ministerio del Interior aprobaría en 2007 el Plan Nacional para
la Protección de Infraestructuras Críticas, con un Catálogo que se ha ido
renovando con las empresas estratégicas del país, y a las que nadie puede tener
acceso público (aunque no solo resulta obvio, sino que la Agencia americana ya
da una idea de cuales podrían ser las de aquí).
Si bien esto solo era un plan de buenas intenciones para cumplir con las
directivas europeas, no fue hasta 2011 que el Estado español se tomó muy
en serio la protección estratégica de la economía, con la aplicación de la Ley
8/2011 que establece medidas para la protección de las infraestructuras
críticas y el Real Decreto 704/2011 que desarrolla su reglamento. Además,
esta nueva legislación no fue una casualidad. Precisamente estas medidas
se tomaron poco después de que la histórica huelga “ilegal” de los trabajadores
de control aéreo llegaran a paralizar todo el espacio aéreo durante varios días,
y que los colocó en el punto de mira del Ejército y el Gobierno socialista de
Zapatero. Que por primera vez decretó el Estado de Alarma para que los militares
se hiciesen cargo del servicio. Con esta huelga al Régimen del 78 le quedó bien
claro el poder de fuego que seguía teniendo la clase obrera y las enormes
debilidades de la maquinaria político-económica (...)
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OTRA COSA: Para otras pandemias ideológicas tenemos
aún que hacer vacunas, de Fernando Broncano
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