martes, 2 de febrero de 2021

Reflexiones sobre el final de la presidencia de Donald Trump, de Jacques Rancière. Introd. por Fernando Broncano

 Fernando Broncano R

Penetrante artículo de Jacques Rancière sobre el gran apoyo de una parte de la población a Trump y sobre la extensión de las teorías conspirativas, el negacionismo y las fake news. Rancière sostiene tres ideas (al menos) que ofrecen una buena explicación de la presidencia de Trump:
1) La gente que ha aceptado las teorías de la conspiración y el negacionismo no es en general gente simple y poco educada. Por el contrario la conspiranoia y el negacionismo son característicos de gente que se cree más inteligente que el resto.
2) Hay un proceso industrial de producción ideológica con los nuevos medios técnicos. No hay que pensar que el apoyo nace de una adhesión natural sin la mediación del acceso a redes sociales y el uso de medios avanzados. Ha sido un proceso de modelación técnica de un pueblo.
3) Lo que oculta el apoyo a Trump, quien se presenta ante sus seguidores como triunfador, rico, superior, y se siente orgulloso, es la expresión de una emoción masiva que Rancière llama la "pasión por la desigualdad", el sentirse bien por estar en mejor condición económica que los negros, hispanos y el resto del mundo. Ese sentido de desprecio hacia abajo ha sido siempre una característica de las sociedades capitalistas, pero ahora se manipula y moviliza industrialmente.
Estas fuerzas no van a desaparecer, por lo que hay que pensar que se ha abierto un espacio político que viene para quedarse.
Imprescindible.

CTXT.ES        Jacques Rancière 22/01/2021

 La obstinación en negar no es la seña distintiva de las mentes atrasadas, sino una variante de la racionalidad dominante. La cultura del odio no es el efecto de capas sociales desheredadas, sino un producto del funcionamiento de nuestras instituciones  

Reflexiones sobre el final de la presidencia de Donald Trump


Tras el asalto al Capitolio, puede resultar sorprendente ver cómo los seguidores de Trump se empeñan en negar los hechos hasta el punto de sumirse en una violencia fanática. Algunos los perciben como mentes crédulas engañadas por fake news. Pero ¿cómo es posible seguir creyendo en esta fábula cuando vivimos en un mundo en el que sobreabundan la información y los comentarios que ‘desencriptan’ la información? En realidad, nadie rechaza la evidencia porque sea estúpido, sino para demostrar que es inteligente. Es el signo de una perversión inscrita en la estructura misma de nuestra razón. 

Algunos querrían seguir aferrados a la vieja tabla de salvación: quienes no quieren reconocer los hechos serían ignorantes mal informados o mentes crédulas engañadas por fake news. Es la visión idílica clásica de un pueblo cándido que se dejaría engañar por simpleza intelectual y al que solamente habría que enseñar a informarse sobre los hechos y a juzgarlos con espíritu crítico. Pero ¿cómo es posible seguir creyendo en esta fábula de la ingenuidad popular cuando vivimos en un mundo en el que abundan y sobreabundan, al alcance de cualquiera, los medios de información, los medios para verificar la información y los comentarios que ‘desencriptan’ la información?

Conviene, pues, invertir el argumento: nadie rechaza la evidencia porque sea estúpido, sino para demostrar que es inteligente. Y la inteligencia, como se sabe, consiste en desconfiar de los hechos y en preguntarse para qué sirve esa enorme masa de información que cada día se descarga sobre nosotros. A lo que se responde diciendo que sirve evidentemente para engañar a la gente, pues lo que se muestra a la vista de todo el mundo suele estar ahí para encubrir la verdad, que hay que saber descubrir oculta bajo la apariencia falaz de los hechos dados 

La fuerza de esta respuesta estriba en que satisface al mismo tiempo a los más fanáticos y a los más escépticos. Uno de los rasgos destacables de la nueva extrema derecha es el lugar que ocupan en ella las teorías conspiratorias y negacionistas, que presentan aspectos delirantes, como la teoría del gran complot internacional de pedófilos. Pero, en última instancia, este delirio no es sino la forma extrema de un tipo de racionalidad generalmente valorado en nuestras sociedades: aquel que exhorta a ver en cada hecho particular la consecuencia de un orden global y a resituarlo en la red causal de conjunto que lo explica y lo acaba revelando como algo muy diferente de lo que parecía ser en un principio.(...)

La pasión a la que apela Trump no tiene nada de misterioso: es la pasión de la desigualdad, que permite tanto a los ricos como a los pobres encontrar una multitud de inferiores sobre los que afirmar su superioridad a cualquier precio. En efecto, siempre existe una superioridad de la que participar: la superioridad de los hombres sobre las mujeres, de las mujeres blancas sobre las mujeres negras, de los trabajadores sobre los parados, de aquellos que trabajan en los empleos del futuro sobre los demás, de quienes tienen un buen seguro sobre quienes dependen de la solidaridad pública, de los autóctonos sobre los migrantes, de los nacionales sobre los extranjeros y de los ciudadanos de la nación-madre de la democracia sobre el resto de la humanidad.(...)

Este artículo se publicó originalmente en francés en  AOC

Traducción de Alfredo Sánchez Santiago.

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OTRA COSA:   José Luis Sampedro. Aniversario 104 de su nacimiento


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