El lugar del testigo. Introd. de Fernando Broncano

 

Andrés Galán González    26/1/21    

Fernando Broncano R    

Alguna vez hemos dicho por aquí que en filosofía tenemos el privilegio de que nos paguen por leer. No siempre es un privilegio. Tomarte en serio tu trabajo y hacerlo de forma crítica implica muchas veces convertirte en un oidor de testigos y asomarte a lo más horroroso de la historia humana. Comparto con mi compañero y amigo Carlos Thiebaut (lo he aprendido de él) el considerar las experiencias de daño como el lugar de privilegio donde podemos aprender algo en la historia. Por lectura o dirección de tesis actuales llevo mucho tiempo con la epistemología del testimonio y las dificultades del testigo: lecturas sobre supervivientes de abusos y violaciones, supervivientes de torturas y campos de exterminio, violencias estructurales y masacres, últimamente, sobre la experiencia del cansancio y la alienación en el trabajo asalariado, tanto en las fases industriales como en el postfordismo del capitalismo cognitivo. Estudiar con ojos críticos la cultura es moverte en un territorio de catástrofe y desolación y allí, como hacía Walter Benjamin, encontrar la fuente de la esperanza y el mesianismo de los nuevos sujetos de resistencia. Wittgenstein pensaba la filosofía como una suerte de terapia, pero no es un camino feliz si te desvías de la senda oficial de leer textos muertos y comienzas a leer testimonios de quienes vivieron la parte oscura de la historia. Tienes que aprender a escuchar (y a veces escuchar tu propia historia) con distancia a la vez que con empatía y solidaridad. Y sobrevivir para contarlo.

tS
redn  Nora Strejilevich, superviviente de las torturas de Videla, exiliada no solo de su tierra sino, como explica ella, también de su lengua, como Celan o Améry, escribe este libro maduro y reflexivo sobre el testimonio, que se une al que ya he comentado aquí con entusiasmo de Linda Martín Alcoff Violación y resistencia.

Para no leer sólo sobre el ser y la nada.

Fernando Broncano