No puede decirse que Blas Piñar fuese un político de éxito durante la Transición española. Su mayor logro fue reunir a un puñado de nostálgicos en El Valle de los Caídos cada 20N −fecha de conmemoración de las muertes de Franco y José Antonio−, para cantar himnos falangistas y misas de tal forma que la llama del dictador siguiera encendida. Sin embargo, su nombre también ha dado lugar a una fundación: la Blas Piñar. Padre de Fuerza Nueva y líder de la extrema derecha tras la caída de la dictadura, Piñar ostentó cargos políticos en época de Franco y fue diputado ya en democracia.
Está claro que, de una manera o de otra, en España los jerarcas de la dictadura gozan de homenajes y altares como auténticos mártires de la causa. Serrano Suñer fue otro nombre histórico del franquismo. Cuñado y hombre de confianza de Francisco Franco, de quien fue ministro, jugó un importante papel en los contactos con la Alemania de Hitler y en el destino final que tuvieron miles de españoles que fueron exterminados en los campos de concentración nazis. Pese a que se le considera responsable de un auténtico genocidio, hoy también tiene su fundación en su recuerdo y honor.
Otra que funciona impunemente es la Fundación Ramiro Ledesma Ramos, el fundador junto con Onésimo Redondo de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS), una versión del nacionalsindicalismo fascista a la española. Este grupo también desarrolla una intensa actividad relacionada con el “estudio, desarrollo y extensión de la figura histórica y política” del personaje, además del análisis de “su entorno histórico y socio-cultural». En realidad, Ramiro Ledesma fue uno de los conspiradores que participaron en el alzamiento contra la República y por ello fue ejecutado el 29 de octubre de 1936. Actualmente el grupo neonazi Hogar Social Madrid lleva su nombre en su honor (...)
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