domingo, 2 de mayo de 2021

Periodismo precario; Periodistas lacayos, de Raúl Solís

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Por

Raúl Solís

  . en         LÚH

En una sociedad llena de precariedad donde ni siquiera ir a la universidad te garantiza un empleo, no digamos ya si estudias periodismo, es fácil adaptarse a esta máxima del periodismo entrecomillado. O te adaptas o te extingues, y la gente tiene el vicio de comer tres veces al día. Periodistas incluidos. Si a esta formación acrítica que se imparte en las facultades, donde se te dice desde el primer curso que el buen periodista es aquel al que no se le nota lo que piensa, se le suma la precariedad de la profesión y el miedo a ser despedido, en caso de haber tenido la fortuna de encontrar trabajo.


La vocación por el periodismo se te quita entrando en la facultad. Cuando llegas piensas que el periodismo es la búsqueda de la verdad, con los diferentes enfoques y líneas editoriales que deben tener cabida en una sociedad democrática. Si no se puede encontrar la verdad, porque nunca es absoluta, uno se conforma con detectar las mentiras. Sin embargo, lo primero que aprendes, porque así se te dice con decenas de señales explícitas o implícitas, es que ser buen periodista es sinónimo de entrecomillar mucho, que se vea poco el criterio propio y, por supuesto, cero opiniones. La opinión, el análisis o el criterio propio son impedimentos para encontrar trabajo.

(...) El fascismo se ha valido del periodismo entrecomillado para lanzar sus bulos, su odio y poner en la diana a sectores vulnerables de la población. ¿Cómo puede ser que un medio de comunicación afirme que las competencias de las residencias de ancianos de la Comunidad de Madrid son de la Vicepresidencia Segunda del Gobierno de España que lideraba Pablo Iglesias, como ha hecho este mismo lunes Ana Rosa Quintana, la presentadora del programa líder en audiencia de las mañanas, y que nadie le imponga una sanción por gestionar de forma fraudulenta un derecho fundamental como es el derecho a la información?
¿Cómo puede ser que haya medios de comunicación que entrevisten a Isabel Díaz Ayuso, pasó este fin de semana en El País, y se publique la literalidad de una respuesta de ésta en la que afirma que en todas las comunidades autónomas han dimitido consejeros o directores generales de Salud por la gestión de la pandemia, con el intento de no tener que hablar de los motivos por los que dimitió la directora general de Salud Pública de la Comunidad de Madrid? ¿Cómo se puede publicar y entrecomillar la mentira?
(...)

Periodismo no es publicar con comillas que “una manada de menas ha violado a una joven” de Madrid, sino averiguar si una joven ha sido violada y quiénes han participado. Periodismo no es publicar lo que otros digan, sino seleccionar y contextualizar lo que se dice. El periodismo gestiona un derecho fundamental y a través de los periodistas los ciudadanos forman sus opiniones políticas que luego se verán reflejadas en las urnas.

El periodismo tiene como función social y constitucional  la gestión del derecho a la información, el artículo 20 de la Constitución Española. Por eso, porque el mal ejercicio del periodismo degrada la calidad democrática, ha llegado la hora de que señalemos a los periodistas que ejercen de portavoces de los bulos de la ultraderecha. Sin periodismo no hay democracia. No es un eslogan. Si el periodismo no distingue la verdad de la mentira, lo que se viene se llama fascismo. 

Las mentiras no llevan comillas


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