DIARIO16.COM José Antequera 30/7/21
Paloma MoratinosPODEMOS REPUBLICANO Y ANTIFASCISTA ✊ (ExS)
El juez García Castellón ha dejado el caso Kitchen en nada. Es cierto que prosigue la investigación contra el ex ministro de Interior Jorge Fernández Díaz y su cúpula policial (diez altos cargos implicados en el espionaje al tesorero Bárcenas para eliminar pruebas sobre la contabilidad B del partido) pero las piezas mayores, Mariano Rajoy y Dolores de Cospedal, se van de rositas. El magistrado de la Audiencia Nacional considera acreditado que todos los involucrados, “de común acuerdo y con conocimiento de la ilicitud de los hechos que estaban llevando a cabo”, pusieron en marcha la operación Kitchen, lo que sería constitutivo de graves delitos.
Así que todo el marrón, por decirlo de una manera rápida, se lo come Fernández Díaz, a quien el juez instructor sitúa en la cúspide del intrincado mecano delictivo. Sin embargo, algo tan grande, algo tan monstruosa y sórdidamente estructurado, no puede ser obra de un solo hombre. No tiene ningún sentido que un perfecto burócrata que no mueve un papel sin que se lo digan sus superiores tomara la decisión, por su cuenta y riesgo, de organizar semejante pastel. ¿Qué ganaba Fernández Díaz metiéndose en ese berenjenal? Nada. De ahí no sacaría ni más dinero, ni más poder, ni más reputación profesional. Al contrario, era un paso suicida que podría salirle mal, como así ha ocurrido finalmente.
Pero ese es el relato que construye el juez García Castellón. Una trama en la que un ministro meapilas y temeroso de Dios decide convertirse en un maquiavélico Nixon de la vida para orquestar operaciones de espionaje, mover ingentes cantidades en fondos reservados, coordinar sicarios y mercenarios de grupos parapoliciales, ordenar seguimientos ilegales a personas, planear registros domiciliarios, activar extorsiones y montajes con falsos curas y consumar otras trapacerías. Ese siniestro dispositivo no puede ser obra del ministro chupacirios, entre otras cosas porque el gran beneficiado de la persecución orquestada contra Bárcenas no era él sino otros que estaban por encima.
Mariano Rajoy y Dolores de Cospedal, máximos responsables del PP y del Gobierno en aquellos años, ni siquiera se sentarán en el banquillo para que puedan ser interrogados por las partes, un hecho sorprendente cuando estamos hablando de delitos de Estado, de cloacas, de graves crímenes organizados. Una vez más, al igual que ocurrió con los GAL, nos encontramos con una equis poderosa que se interpone como un muro entre la Justicia española y la verdad. Esa equis sin despejar, esa equis que es una renuncia en la casilla a la hora de llegar al fondo de los asuntos de corrupción, está pasando factura, desde hace décadas, a nuestra debilitada y maltrecha democracia. Son ya demasiados carpetazos prematuros y tomaduras de pelo al pueblo español (...)
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