lunes, 16 de agosto de 2021

Supervivientes, salvados y salvadores. Una aproximación desde el análisis micro (Vigo, 1936-1972)

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mayo 13, 2021  Isidro Román LagoAlumno de Doctorado de Historia. Universidade de Santiago  

 Introducción

 «Hace pocos años que se está abriendo el espectro y los perpetradores están siendo puestos en la mira. También los salvadores comienzan a recibir la atención y el reconocimiento que merecen.«[1]

Tal y como lo manifestaba Diana Wang en 2009, psicoterapeuta argentina de origen polaco superviviente del Holocausto, los estudios sobre los perpetradores en Alemania comenzaron a tener un importante desarrollo a partir del año 2000, en un intento de responder a cuestiones que desde una óptica exclusivamente centrada en las víctimas difícilmente serían alcanzables: ¿De qué forma influye en el hecho de la perpetración el discurso basado en líneas divisorias excluyentes?, ¿Q empuja a un individuo a cometer actos de violencia extrema?, ¿Cómo justifica sus propios actos?… podrían ser preguntas que buscan una respuesta en el estudio de los perpetradores. En el Estado español, la irrupción de los perpetradores y de los salvadores como objeto de estudio es más tardía. Proponía el profesor Lourenzo Fernández Prieto en 2012 ese estudio a modo de nueva línea de investigación para el futuro; se trata, decía, «de indagar los porqué y de saber en qué condiciones se produce la persecución y la matanza como método de acción política en el territorio sublevado”. Una vez conocidas “más a fondo las víctimas de la persecución, es preciso conocer a los verdugos» [3].

 En los últimos veinte años mucho se ha avanzado en el estudio de las víctimas del golpe de estado y posterior guerra civil, alcanzándose un punto culminante en los llamados años de la memoria. Fruto de estos esfuerzos son una serie de proyectos de recuperación no sólo de los nombres sino, en la medida de lo posible, de la memoria de los represaliados. Para el caso gallego, hay que citar ineludiblemente el proyecto Nomes e voces, que se propuso investigar los nombres, las voces y los lugares de la represión, consiguiendo cuantificar los y las asesinadas en el período 1936-1940. Es precisamente este avance en nuestro conocimiento de las víctimas lo que origina la apertura de nuevas propuestas, donde el foco de atención se desplaza de ellas, a las que se presupone estudiadas, quizás fruto de una visión en exceso optimista de los resultados alcanzados hasta ahora, a los perpetradores[4].

Los perpetradores, definidos metafóricamente como “o elefante branco no cuarto, [donde] a súa presenza é tan evidente que non os damos atopado porque aínda que estaban aí nin os mirábamos nin os viamos”[5], son parte indispensable del hecho represivo pero, tal y como sostiene Adorno, la «integración social cae sobre los sujetos como si fuera irresistible«,[6] por lo que suponerlos «como sujetos en sí, transcendentales y abstractos, negaría su mediación por todos los demás sujetos y su dependencia a su entorno social»[7]. Así pues, todos los sujetos que participan (verdugos, víctimas, observadores pasivos o activos, salvadores y salvados) son sujetos históricos y, por lo tanto, están insertos en un determinado contexto donde se interrelacionan entre sí. Esto otorga a todos los actores una característica fundamental: el dinamismo. Son dinámicas las interrelaciones entre los individuos y consecuentemente no existen relaciones inequívocas constantes entre perpetradores y potenciales víctimas, o entre un perpetrador concreto y el conjunto de las potenciales víctimas, o entre el salvador, el salvado o la víctima. El dinamismo afecta a todas las categorías del análisis, por lo que las motivaciones para convertirse en salvador son múltiples y en todo caso están ligadas al contexto concreto donde se producen.

El presente trabajo se centra en la figura de unos salvados por la acción de otros actores. Para acercarnos a ellos es preciso situarnos en el contexto anterior al golpe de estado de julio de 1936, ya que los hechos que suceden a partir de ese momento están muy imbricados en los meses anteriores.

(...)

Clarifica aún más la situación el informe que el juez militar solicita a los servicios de investigación relativa a uno de estos cuatro procesados. Se trata del informe 4.220 sobre Guillermo Martínez donde se afirma que «es individuo que aun perteneciendo a dicho Sindicato no es de los elementos peligrosos y de acción, así lo informan en los Astilleros de Barreras». En similares términos exculpatorios se expresa en relación a Domingo González[39]. Como se puede ver, los informadores de la empresa tienen interés en que sus trabajadores, aún encausados, no abandonen sus puestos de trabajo, de ahí la libertad atenuada que consiguen, pero también los intentos para que, a partir de sus informes favorables, consigan quedar libres de todo cargo, como finalmente sucede.

Este interés, tanto en estos trabajadores como en el conjunto de la plantilla, pensamos que obedece en primer lugar al tipo de trabajo que se realiza en la empresa y a la gran actividad del  astillero como consecuencia de las necesidades militares de los sublevados. El incremento del volumen de trabajo fue tal que entre 1937 y 1938 se establecieron jornadas laborales casi continuas, de 22 horas diarias, dedicándose la producción, en su práctica totalidad, a la fabricación de material de guerra. Este aumento de la producción desde el golpe de estado origina una gran demanda de mano de obra y sobre todo una sobreexplotación de la plantilla, ya que se recurrió sobre todo a horas extraordinarias[40]. A esto hay que sumarle que estamos ante una mano de obra con alta cualificación, para la que se requiere gran experiencia . Todos los trabajadores de los que tenemos constancia por los que la empresa intercede ante las autoridades militares desempeñan oficios de este tipo, entre los que sobresalen los torneros, pero también los fundidores y trazadores navales, y un aparejador naval, como el dirigente socialista Teodoro Goicoechea.

(...) Parece claro que estos trabajadores afiliados tanto a CNT-SUM como a UGT-UM pudieron tener una oportunidad de supervivencia gracias tanto a su formación profesional como a que la producción fue considerada esencial para las autoridades del bando sublevado (...)

 

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