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ENTREVISTA AL COORDINADOR GENERAL DE EH BILDU
DANILO ALBIN 10/6/21
EH Bildu acaba de cumplir diez años. Hace ahora una década, sus promotores aguardaban el nacimiento entre nervios: su futuro estaba en manos del Tribunal Constitucional. Los jueces no pusieron trabas y el proyecto político del soberanismo vasco de izquierdas inició entonces su andadura. Mientras la gente celebraba en el Arenal de Bilbao, Arnaldo Otegi no pudo dar abrazos ni ofrecer discursos: estaba preso en la cárcel de Logroño. Seis años y dos meses después de recuperar la libertad, este histórico dirigente abertzale acaba de ser reelegido por la militancia como coordinador general de la coalición.
¿Cuál va a ser la hoja de ruta de EH Bildu a partir de este congreso?
Girará sobre tres grandes ejes. El primero, la batalla de ideas que hay que dar en torno a estos conceptos: la acumulación de capital frente a la vida y el autoritarismo frente a la libertad. Creo que la izquierda debe hacer una reflexión sobre la libertad para que la derecha y la ultraderecha no se apoderen de ese concepto. La libertad no es tomar cervezas en las terrazas, es mucho más. Sobre esa batalla de ideas tendremos que articular un discurso ideológico en términos ofensivos. Por otro lado, nuestro independentismo es también internacionalista, por lo que seguimos pensando que lo mejor para las clases populares de nuestro país es formar una república propia. También hablamos de la transformación social, poniendo en el centro el reparto de la riqueza. Asimismo, el otro gran reto es consolidar la convivencia y buscar un relato incluyente, que garantice la no repetición y la memoria inclusiva.
¿Hay espacios posibles de colaboración entre las izquierdas para hacer frente a la ultraderecha?
Sí. Creo que en esta época que nos ha tocado vivir sobran los infantilismos y las frivolidades. Hay que tener en cuenta que la ultraderecha, en nombre de la libertad burguesa e individual, está poniendo en marcha una revolución cultural e ideológica, y la está consumando. Si la izquierda no entiende que hay que construir frentes amplios sobre programas de mínimos -que a nuestro criterio pasan por el modelo territorial, la resolución democrática del problema nacional, el reparto de la riqueza y la consolidación de un régimen democrático-, no estará cumpliendo su papel histórico. Creo que las izquierdas de las naciones sin Estado junto a las del Estado tenemos un espacio amplio para colaborar.
¿Cuál es la mejor receta para frenar a la ultraderecha? ¿Hay que rebatirles o ignorarles?
Nunca hay fórmulas mágicas ni cerradas. Si les ignoramos, no van a desaparecer. Yo soy más partidario de combatir sus ideas, aunque hay momentos determinados en los que ciertas apreciaciones que puedan hacer en público te deben llevar a mantener una posición firme, como ha ocurrido en algún debate en Madrid. Yo creo que a la ultraderecha se le combate en la batalla por las ideas, en el trabajo paciente, y sobre todo ofertando una alternativa creíble, que otorgue optimismo y confianza a las clases medias y trabajadoras. Las clases medias, que ahora están asustadas, son las que están aupando al autoritarismo tanto en el Estado como en Europa, porque consideran que hay una escalera social en la que siempre les ha tocado subir, y ahora están bajando y proletarizándose. Si no sabemos entender ese miedo y darles una seguridad, esas clases medias votarán de forma reaccionaria. Las izquierdas necesitan recuperar su relato, su narrativa (...)
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