lunes, 16 de enero de 2023

"La transexualidad no la explican ni la medicina ni el transfeminismo ni la sexología, es un fenómeno social"

16/11/22   PIKARAMAGAZINE.COM

En el libro ‘Contra la banalización del feminismo’, la profesora de la UPV/EHU Maria Gorosarri indaga en los discursos feministas para construir una genealogía en la que retoma las fuentes originales.


Contra la banalización del feminismo (Txertoa, 2021) surge de un regreso, de la vuelta de una vida de cuatro años en Berlín, tiempo en el que el movimiento feminista en el Estado español logró una gran visibilización pública y en el que la crítica y la perspectiva feminista había empezado a calar en diferentes sectores. “Me di cuenta que algo había pasado; cuando me fui yo era una feminista radicalísima y cuando regresé vi que todo el mundo estaba mucho más radicalizado que yo y quería saber qué había pasado en esta sociedad en esos años”, cuenta Maria Gorosarri, un ratito antes de presentar el libro en la librería Louise Michel, de Bilbao.

Licenciada en Periodismo, en Derecho y doctora europea en Comunicación, Gorosarri, que suele investigar sobre memoria histórica, es profesora de la UPV/EHU y cuenta con varias estancias en Alemania. Allí se fue en el momento del asesinato de dos mujeres en Bilbao por parte de Juan Carlos Aguilar en 2013, de allí regresó en 2017, cuando se iba a realizar el juicio por la agresión sexual múltiple de San Fermín.

¿Qué había pasado en los tres años que estuviste en Alemania?, ¿cuál fue tu conclusión?

Es lo que he diferenciado entre identidad feminista y conciencia feminista. Es verdad que la identidad feminista ha alcanzado a una proporción social inimaginable hace 10 años: entonces lo que se daba era lo que se llama “la paradoja feminista”, que mucha gente estaba de acuerdo con los objetivos del feminismo, pero se negaban a declararse feministas públicamente. Y, sin embargo, ahora creo que estamos en lo contrario: todo el mundo entiende los objetivos del feminismo, los hace suyos, considera que serían necesarios o indispensables para una sociedad más justa, de ahí que se autodenominen feministas; sin embargo, eso no implica ningún compromiso personal, ni social, ni en nuestro día a día, ni en nuestro puesto de trabajo, ni en nuestra parte que tomamos en la sociedad.

¿No ha habido un aumento del compromiso?

Entendemos a nivel teórico la opresión de las mujeres, pero no hemos dado tanta importancia al hecho de crear una alternativa o de vivir la vida que deberíamos vivir, teniendo en cuenta las condiciones materiales. Me refiero al hecho de saber que nos van a agredir, pero no hemos trabajado tanto el repeler o responder a esas agresiones. Estamos todavía en las consecuencias individuales de esas violencias.

¿Falta una lectura colectiva?

Sí. Por un lado, más colectiva y, por otro lado, más de toma de conciencia de ese colectivo que implica que tu vida tiene que cambiar.

Has escrito que el feminismo es una subjetividad individual, pero se caracteriza por ser un movimiento colectivo.

Históricamente, siempre. La cuestión es que, en los últimos 10 años, cuando se ha popularizado, ¿se ha mantenido eso o se han bajado las expectativas políticas? A la vez creo que han aumentado las cuestiones identitarias, entender el feminismo como identidad.

(...)

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