En su nueva novela, el escritor cubano parte de una historia policial, protagonizada por el cada vez más pesimista Mario Conde, para sumergirse en un período oscuro de la isla, el llamado "Quinquenio gris".
(...) -Uno de los temas de fondo de esta novela es la relación de los artistas cubanos con la Revolución. El personaje de Quevedo, un represor y censor que se encargaba de controlar a los artistas para que no se “desviaran”, ¿está inspirado en un personaje real?
-Sí. En la década del 70 se produjo el quinquenio gris de la cultura cubana, en que fueron marginados muchísimos artistas. Se instituyó un proceso que se llamaba la “parametración”: si no cumplías determinados parámetros revolucionarios, quedabas afuera de la posibilidad de ser representativo de la cultura o incluso de ser docente. Ahí cayeron muchísimos artistas, entre ellos Virgilio Piñera o José Lezama Lima; los dos murieron en ese ostracismo. Hace veinticinco años yo escribí la novela Máscaras, en la que hablo de esos artistas que fueron reprimidos. En esta novela quería hablar de los que reprimieron. Quevedo es un personaje sintético de varias de esas personas reales. No creo que una persona se dedica a humillar y a mancillar a los demás simplemente porque obedece órdenes. Yo creo que también los satisface hacer ese tipo acciones contra los demás. Una buena persona, una persona decente, no se prestaría nunca a reprimir a los artistas.
-Uno de los personajes de ficción que aparece en el libro, la poeta Natalia Poblet, tiene el nombre de la librera y animadora cultural Natu Poblet, de Clásica y Moderna. ¿Es un homenaje?
-Sí, es un homenaje a Natu, con quien teníamos una relación de amistad y nos escribíamos de vez en cuando. Hay un momento en la novela en que se conoce un poema escrito por Natalia Poblet, que es una especie de diálogo con Anna Ajmátova. Quise de esa manera universalizar el conflicto de la poeta cubana acercándolo al conflicto de la famosa poeta rusa porque de esa manera se entendía mucho mejor lo que significó la dimensión de esa marginación. Natalia Poblet se suicida; Anna Ajmátova resistió hasta el final de su vida; pero vivieron ese proceso de marginación en que fueron hostigadas y profundamente humilladas por personajes como Zhdánov, en el caso de Ajmátova, o Quevedo, en el caso de Poblet (...)
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