30/12/22
Luego verás la calle repleta de ciudadanos amaestrados, derrotados, caminando bajo el crepúsculo de oro con una recóndita ira que no acaba de estallar. Al volver a casa, el mendigo, que toca el acordeón en la esquina, detendrá el vals: que tenga un buen día, te dirá, aunque sea ya noche cerrada y serás tu el primero en sorprenderte de este milagro: la gente humillada no se ha rebelado, no ha sido asaltado el palacio del Congreso todavía, los políticos corruptos no han sido sacados a patadas y la ciudad no ha ardido aún por los cuatro costados.
Manuel Vicent.
................
No hay comentarios:
Publicar un comentario