13/1/23
"Durante muchos siglos, asesinarás a tus amigos y ensalzarás como tus amos a los Führers de todos los pueblos. Día tras día, semana tras semana y década tras década, corriendo los siglos, elogiarás a un señor tras otro, olvidando los gemidos de tus hijos, ignorando la agonía de tus adolescentes, las aspiraciones de tus hombres y mujeres o, en caso de oírlos, les llamarías individualistas burgueses. Por siglos, en lugar de proteger la vida, irás derramando sangre, en la creencia de que alcanzarás la libertad con la ayuda de los verdugos… y una vez tras otra irás enterrándote en el lodo, con tus propias manos.
Continuarás a través de los siglos, siguiendo a embusteros y energúmenos, ciego y sordo cuando te llame LA VIDA, TU PROPIA VIDA. Porque tú temes a la vida de lo vivo, hombrecillo, y la destruyes en la creencia de que lo haces en nombre del "socialismo", o del "Estado", o de la "honra de la patria", o de la "gloria de Dios". Hay algo, sin embargo, que no sabes y que no quieres saber: que eres tú mismo quien genera tu propia miseria, hora tras hora, día tras día, sin cesar; que no comprendes a tus hijos y que tú mismo les doblegas antes de que puedan mantenerse erguidos con valentía; que robas el amor; que eres codicioso y estás ávido de poder; que crías a un perro y le mantienes preso para sentirte "amo" de alguien.
Vagarás errante y perdido a través de los siglos hasta que tú y los tuyos perezcáis por la muerte masiva de la miseria social generalizada; hasta que del horror de tu existencia pueda surgir una pequeña luz tenue de lucidez. Entonces, poco a poco, gradualmente y a tientas, aprenderás a buscar a tu verdadero amigo, el ser humano del amor, del trabajo y del conocimiento, aprenderás a comprenderlo y a respetarlo. Entenderás entonces, que importa más, para la verdadera vida, una biblioteca que un campeonato de boxeo; un paseo meditativo por los bosques mejor que un desfile; curar mejor que matar; una autoconfianza sana mejor que una conciencia nacional, y la modestia mejor que el patriotismo y otros aullidos".
Ilustración de William Steig
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