13 de enero de 2023
Joaquim Bosch ELDIARIO.ES
Se ha configurado un gobierno de gran coalición entre socialdemócratas, moderados y liberales. Hasta ahora existía uno socialdemócrata, con el respaldo parlamentario de partidos de izquierdas. Nadie ha cuestionado jamás en Dinamarca, ni antes ni ahora, la plena legitimidad de sus gobiernos
- ¿Es posible ser demócrata y deslegitimar la democracia?
La democracia representativa se caracteriza, entre otras cuestiones, por ser un sistema político en el que el conjunto de la ciudadanía elige a sus representantes. Establece una forma de convivencia civilizada, con determinados instrumentos para la adopción de decisiones colectivas. Como sabía Ibsen, la mayoría no tiene necesariamente la razón. Pero sí ostenta la legitimidad objetiva para decidir. La razón siempre será más subjetiva, lo cual contrasta con la realidad de que podemos determinar objetivamente qué representantes han obtenido el apoyo mayoritario para dirigir las instituciones, en virtud de las reglas del juego aceptadas. Parece claro que no resultará admisible acatar esas reglas cuando se ganan unas elecciones y no respetarlas de forma tramposa cuando se pierden.
No basta con que los dirigentes políticos se autocalifiquen enfáticamente como demócratas. Incluso Franco proclamaba que en España había democracia, aunque la apellidara como “orgánica”. Lo relevante será fijarse en las actitudes y determinar si coinciden con los principios democráticos. En paráfrasis de Chomsky, podríamos considerar que no creemos en la democracia si no respetamos el derecho a gobernar de aquellos con quienes discrepamos, cuando estos obtienen la adhesión mayoritaria de la ciudadanía. El sistema democrático se fundamenta en la reciprocidad: existe un pacto tácito entre las fuerzas políticas rivales para reconocerse mutuamente como adversarios legítimos.
(...) Por aportar un elemento de comparación, he podido seguir de cerca las pasadas elecciones generales en Dinamarca y la formación del nuevo gobierno. Nada que ver con la realidad española. Durante la campaña electoral, no hubo declaraciones altisonantes, ni insultos personalizados, ni negaciones de la legitimidad de otros partidos, ni peticiones de prohibición de otras fuerzas políticas. Al contrario, los candidatos se centraron en exponer sus propuestas a la sociedad danesa de forma constructiva. Todos los dirigentes políticos fueron entrevistados individualmente por la televisión pública. Además, se celebró un debate en la misma cadena entre los líderes de las catorce fuerzas políticas que concurrían a los comicios, con argumentos y sin descalificaciones. Lo repito: un debate en horario de máxima audiencia entre catorce candidatos y candidatas, con un espectro ideológico similar al español.
Tras las elecciones, se ha configurado un gobierno de gran coalición entre socialdemócratas, moderados y liberales. Hasta ahora existía un gobierno socialdemócrata, con el respaldo parlamentario de partidos de izquierdas. Nadie ha cuestionado jamás en Dinamarca, ni antes ni ahora, la plena legitimidad de sus gobiernos, sin perjuicio de los reproches argumentados que han recibido por su gestión. Todo ello nos muestra las líneas formales de actuación de una democracia avanzada (...)
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