Seymour Hersh 22/02/2023
La historia secreta e incompleta de la colaboración entre EEUU y Noruega en operaciones encubiertas
¿Por qué Noruega? En mi relato sobre la decisión de la Administración Biden de destruir los gasoductos Nord Stream, ¿por qué gran parte de la planificación y el entrenamiento secretos para la operación tuvieron lugar en Noruega? ¿Y por qué participaron marineros y técnicos altamente cualificados de la Armada noruega?
La respuesta sencilla es que la Armada noruega tiene un largo y turbio historial de cooperación con la inteligencia estadounidense. Hace cinco meses, ese trabajo en equipo –del que aún sabemos muy poco– tuvo como resultado la destrucción de dos gasoductos, por orden del presidente Biden, con implicaciones internacionales aún por determinar. Y hace seis décadas, según cuentan las historias de aquellos años, un pequeño grupo de marineros noruegos se vio envuelto en un engaño presidencial que condujo a un temprano –y sangriento– punto de inflexión en la guerra de Vietnam.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la siempre prudente Noruega invirtió enormes sumas en la construcción de grandes lanchas rápidas de ataque fuertemente armadas para defender sus 1.400 millas de costa en el océano Atlántico. Estas embarcaciones eran mucho más eficaces que el famoso PT boat estadounidense (lancha torpedera) que fue ennoblecido en muchas películas de posguerra. Estos barcos eran conocidos como ‘clase Nasty’ [desagradable], por su potente artillería, y algunos de ellos fueron vendidos a la Marina estadounidense. Según informaciones aparecidas en Noruega, a principios de 1964 al menos dos marineros noruegos confesaron su participación en ataques clandestinos dirigidos por la CIA a lo largo de la costa de Vietnam del Norte.
(...) Nada de esto era conocido en aquel momento por el público estadounidense. Y los noruegos guardarían el secreto durante décadas. El letal juego del gato y el ratón de la CIA desembocó en un ataque fallido el 2 de agosto de 1964, en el que tres cañoneros norvietnamitas se enfrentaron a dos destructores estadounidenses –el USS Maddox y el USS Turner Joy– en una gran masa de agua en disputa conocida como el Golfo de Tonkín, a caballo entre Vietnam del Norte y Vietnam del Sur.
(...) La ira pública creció y Johnson autorizó el primer bombardeo estadounidense contra el Norte. Pocos días después, el Congreso aprobó la Resolución del Golfo de Tonkín con sólo dos votos en contra, que otorgaba al presidente el derecho a desplegar tropas estadounidenses y utilizar la fuerza militar en Vietnam del Sur de la forma que quisiera. Y así continuó durante los once años siguientes, con 58.000 muertos estadounidenses y millones de víctimas vietnamitas.
La armada noruega, como leales aliados en la Guerra Fría, permaneció callada y en los años siguientes, según otros informes noruegos, vendió dieciocho más de sus patrulleras ‘Nasty Class’ a la armada estadounidense. Seis fueron destruidas en combate.
(...) Esto es lo que se conoce públicamente. Pero, según he sabido por una fuente de la comunidad de inteligencia estadounidense, hay mucho más por descubrir. El primer lote de patrulleras noruegas destinadas a la guerra no declarada de la CIA contra los norvietnamitas en realidad eran seis. Desembarcaron a principios de 1964 en una base naval vietnamita en Danang, ochenta y cinco millas al sur de la frontera entre Vietnam del Norte y Vietnam del Sur. Los barcos tenían tripulación noruega y oficiales de la Marina noruega como capitanes. La misión declarada era enseñar a los marineros estadounidenses y vietnamitas a manejar los barcos. Los buques estaban bajo el control de una larga serie de ataques dirigidos por la CIA contra objetivos costeros dentro de Vietnam del Norte. La operación secreta estaba controlada por el Estado Mayor Conjunto en Washington y no por el mando estadounidense en Saigón, dirigido entonces por el general del ejército William Westmoreland.
(...)También se produjeron movimientos mucho menos dramáticos a medida que se desarrollaba la guerra. Más tarde, se decidió armar a murciélagos con artefactos incendiarios y lanzarlos desde el aire sobre zonas de gran interés en el sur. Se soltaron a gran altitud y los murciélagos murieron rápidamente congelados.
Este trozo de historia de alto secreto y hasta ahora desconocida plantea, a este reportero, una pregunta obvia: ¿qué más no sabemos sobre la operación secreta en Noruega que llevó a la destrucción de los gasoductos? Y ¿hay alguien en el Senado y la Cámara de Representantes, o en la prensa estadounidense, interesado en averiguar qué sucedió y qué otras cosas no sabemos?
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