20/2/23
Se cumple un año desde que Casado, el Rey Pasmado, fuera apartado del trono genovés por Ayuso, la Reina de Corazones. ¡Que le corten la cabeza! Un año desde que el PP volviera a barrer la porquería bajo la alfombra y apuñalara al delator porque Génova no paga a traidores. Un año en el que la presidenta madrileña no ha conseguido explicar por qué su hermanísimo se benefició de un contrato millonario de mascarillas de su gobierno durante lo peor de la pandemia mientras dejaba morir a los ancianos en las residencias. La mascarilla es solo una de las máscaras detrás de las que se esconde. Ayuso es un carnaval de máscaras que no ocultan su verdadero rostro porque su verdadero rostro es otra máscara.
Ayuso ganó las últimas elecciones con la máscara de la libertad, la que más éxito le ha dado, con la que disfraza de supuesto liberalismo una política clientelar de enchufes y amiguismo, una fiscalidad en favor de los más ricos, un desprecio a los más pobres y un control de los medios a través del dinero y la censura. La “libertad” de Ayuso consiste en regar de subvenciones a la prensa ultraconservadora que la mima por la cuenta que le trae y dirigir la radiotelevisión pública con mano de hierro para convertirla en su órgano de propaganda como hizo su mentora, Esperanza Aguirre. La “libertad” de Ayuso consiste en prohibir a los sanitarios de la atención primaria colgar carteles de huelga. No es libertad, es el viejo caciquismo autoritario de la Restauración, restaurado.
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OTRA COSA: Manifiesto Feminista, de Mina Loy. 1914.
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