viernes, 7 de julio de 2023

PFAS: el rastro de los contaminantes eternos en España, de Antonio Delgado / Ana Tudela

2/7/23 

No se degradan, se van acumulando en el medio ambiente y el organismo. Entran por los alimentos, el agua del grifo, al respirar el polvo de las casas. Hace décadas el ser humano sintetizó un tipo de compuesto irrompible que hace que las sartenes sean antiadherentes, la ropa impermeable, se usan en electrónica y construcción. Y están contaminándolo todo. Son los PFAS. Un elemento cancerígeno que a partir de determinados niveles afecta al sistema inmune, al cardiovascular, al reproductor y es un disruptor endocrino. Esta investigación transnacional ha logrado mostrar el mapa de su presencia en toda Europa. La industria lleva décadas retrasando su prohibición. Esta es la historia.

ANTONIO DELGADO Y ANA TUDELA  


Son el escudo que hace que el huevo no se pegue a la sartén, que el mantel o la tapicería no se manchen, que la lluvia no traspase ropa o calzado, que la espuma de los extintores atrape el fuego. Los compuestos poli- y perfluoroalquilados (PFAS, por sus siglas en inglés) se utilizan desde hace décadas para la fabricación de infinidad de materiales y productos como el teflón, el Gore-Tex, espumas anti-incendios, prendas y zapatillas deportivas, bolsas de palomitas para el microondas o cajas para pizzas, implantes, refrigerantes, productos electrónicos y todo tipo de material de construcción.

Son un pedazo de invento. Una barrera orgánica y casi irrompible hecha de átomos de carbono en cadena, más o menos larga, amarrados a átomos de flúor que los cubren. El ser humano los sintetizó por primera vez por casualidad en los años treinta del siglo pasado y desde entonces se han aplicado a numerosos usos que han facilitado la vida, han creado una inmensa y lucrativa industria y miles de puestos de trabajo, al tiempo que iban generando un gigantesco riesgo para el medioambiente y para la salud humana. Porque son el químico más persistente conocido y no se biodegradan. Se van acumulando en el medio ambiente, en el agua, el suelo y también en el organismo, incapaz de eliminarlos salvo muy lentamente mientras le llegan desde la comida, el agua de beber, el polvo de los hogares, las superficies de los materiales fabricados con ellos. Y son altamente tóxicos.

Según la propuesta de prohibición que la ECHA (Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas) tiene actualmente en consulta pública, de seguir el ritmo actual de emisión de PFAS, en un periodo de 30 años se habrán sumado 4,5 millones de toneladas, contando solo las que provocan las fases de producción y durante su uso, no las que proceden de vertederos y otros puntos de desecho. “La monitorización de los PFAS ha demostrado su distribución ubicua en el entorno, alcanzando a organismos vivos, fuentes de agua de abastecimiento humano, cosechas, así como en zonas remotas, lo que garantiza que generaciones de hoy y futuras estarán expuestas a sus efectos de forma inevitable e irreversible”, advierte la propuesta.

Hoy la ciencia ya ha probado que a partir de ciertos niveles afectan al sistema inmunológico, llegando a provocar ineficacia de las vacunas en niños; al metabólico, al reproductor, al cardiovascular, actúan como disruptor endocrino y se han relacionado con diferentes tipos de cáncer, con especial efecto en algunos órganos cuando se ha probado en animales. Su presencia aumenta con la edad y lo hace más en hombres que en mujeres durante la etapa fértil de estas, que los eliminan por la menstruación y con la leche materna. Los más conocidos y estudiados, PFOS y PFOA, ya han sido prohibidos pero su persistencia y capacidad de transporte, unida al extendido uso que se ha hecho de ellos hacen que sigan apareciendo en todos los análisis. Junto a ellos, la ECHA calcula que hay otros 10.000 tipos de PFAS y están en todas partes, menos en el debate público. (...)

Se han encontrado PFAS en zonas remotas como el Ártico.

Esta historia empieza aparentemente muy lejos, en West Virginia (EEUU), a mediados de los años noventa del siglo pasado, en las orillas de un lago cerca del río Ohio donde Earl Tennant, granjero, ve agonizar a una de sus vacas. Una más.

Ya van 100 terneros y 50 vacas. En dos años, su cabaña se ha quedado reducida a la mitad.

Earl se ha dirigido a todo organismo competente para que busque la causa. No son solo sus vacas. Ciervos, pájaros, peces, animales salvajes han ido apareciendo muertos junto al arroyo y en los terrenos cercanos. Nadie acude por sus tierras a analizar qué pasa.

Está convencido de que lo que mata a su ganado tiene que ver con la tubería de la química Du Pont de Nemours (Dupont), por la que ve salir un agua con espuma que ha ido creando una costra en la superficie del lago.

Ningún abogado local quiere ir contra la gran empresa química que ha traído riqueza y trabajo a la región. Earl decide reunir las pruebas él mismo. Lo anota todo, realiza autopsias caseras a sus animales muertos en cuyo interior encuentra órganos deformados, con extrañas texturas y colores. Empieza a grabar lo que ve cada día en sus tierras.

Cuando, en octubre de 1998, recorre las tres horas y media en coche desde su granja hasta Cincinnati y se ve por primera vez con el abogado Robert Bilott, ninguno de los dos sabe nada de PFAS.

No saben que lo que conocen como teflón, que se fabrica en la fábrica de Dupont, fue una de las estrellas de la Segunda Guerra Mundial cuando la empresa, como el resto de la industria química, pasó a integrarse en el proyecto secreto Manhattan para fabricar la bomba atómica.

Tras ser sintetizado por accidente, aquel elemento inerte, que no reaccionaba a nada, no se fundía ni descomponía, fue el único compuesto capaz de contener y aislar los productos corrosivos necesarios en los procesos de enriquecimiento del plutonio y el elemento ideal para los depósitos de combustible de los aviones.

Cuando termina la guerra y Dupont se reconvierte a la industria civil, su teflón se seguirá fabricando para otros muchos materiales de uso industrial y doméstico. Los PFAS que utiliza Dupont, los que sintetiza 3M, el otro gran fabricante, se integran cada vez en más y más sectores y productos (...)

2 DE JULIO DE 2023

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