viernes, 15 de marzo de 2024

CTXT. Jesús Ceberio / Exdirector de 'El País' “Las mentiras de Aznar sobre el 11-M degradaron la democracia”. Por Gorka Castillo

 Gorka Castillo Madrid , 10/03/2024


El País siempre fue el referente del buen periodismo en España, salvo en un periodo oscuro que ahora es mejor olvidar. Jesús Ceberio (Hondarribia, 1946) fue su director durante 13 años (1993-2006) en los que el diario afrontó el cambio de siglo, los retos que para la prensa escrita supuso la llegada de internet y la obligación de seguir progresando sin perder el prestigio ganado. A él le tocó lidiar con el 11-M, el más sangriento atentado perpetrado en suelo europeo. Y con el reguero de bulos regalados por el Gobierno de José María Aznar a la historia de la infamia. De aquella compleja experiencia y con la traumática conciencia de haber picado el venenoso anzuelo, Ceberio ha escrito el libro La llamada (Debate, 2024) en recuerdo de la breve conversación que el director del diario más leído en España mantuvo a las 13 horas del 11 de marzo de 2004 con el presidente del Gobierno. “Lo que pretendía Aznar con esa llamada era fijar en la opinión pública la imagen de un terrible atentado cometido por ETA ante el riesgo de perder las elecciones”, asegura. A partir de entonces, la desconfianza, y la mentira, entraron a formar parte indisoluble de la realidad. “Aquel hecho introdujo la peligrosísima teoría sobre la legitimidad de un gobierno electo, que hoy sigue degradando la democracia en España”, concluye Jesús Ceberio. 

¿Cómo se desarrollaron los hechos? 

Nosotros habíamos anunciado a lo largo de toda aquella mañana que íbamos a sacar una edición especial a la 13:00 horas y estábamos cerrándola sin tener una versión oficial del Gobierno, entre otras cosas porque Acebes, que había anunciado repetidamente su comparecencia en una rueda de prensa, no terminaba de darla. Llamé al secretario de Estado de Comunicación, Alfredo Timermans, y le dije que necesitábamos su versión. Entonces, me transmitió, en nombre del Gobierno, la absoluta convicción de que el atentado era obra de ETA. Y para reafirmarlo invocó algo que luego repitió muchas veces el Gobierno en sus diversas versiones: atentar con mochilas bomba ya lo había hecho ETA en otras ocasiones. Y citó el último caso ocurrido en la Nochebuena de 2003, cuando detuvieron en San Sebastián a dos personas con dos maletas-bomba que pretendían hacer explotar en la estación de Chamartín. Otro antecedente que mencionó  fue la furgoneta interceptada en una carretera secundaria de Cuenca con un montón de kilos de explosivos. En virtud de esto, me dijo, habían llegado a la conclusión de que el atentado era obra de ETA. De todas formas, añadió, iba a hablar con el presidente. Pasados unos minutos, recibí una llamada de Timermans y me pasó con Aznar.

¿Qué le dijo?

La conversación fue extraordinariamente breve. Según el reloj digital de la centralita duró un minuto y 56 segundos. Y se limitó a repetir casi literalmente lo que me había dicho antes Timermans. O sea, era ya un discurso que tenían memorizado y que habían decidido transmitir a los medios. Ahí es cuando se produjeron las seis llamadas a los directores de diferentes medios de información de Madrid y Barcelona. Lo que pretendía Aznar con esas llamadas era que desde el primer minuto se fijara en la opinión pública la imagen de un terrible atentado cometido por ETA. Ese era su objetivo. No le importaban nada las pruebas que tuviera. De hecho no tenían ninguna prueba. Es más, a esas horas ya tenían algunos indicios de que no era ETA. Por ejemplo, habían activado todas las escuchas que tenían a mano en el sur de Francia y tenían micrófonos instalados en el domicilio del jefe logístico de ETA. Y lo único que consiguieron grabar fueron conversaciones brevísimas en las cuales la única conclusión que podían sacar era que estaban totalmente desconcertados. Evidentemente, si alguien podía tener conocimiento de la vinculación de ETA era su jefe logístico. Además, un atentado tan complejo como aquel, en el que intervinieron no menos de diez o doce activistas, con los riesgos que conlleva, no encajaba con la forma de actuar de ETA. Por si fuera poco, las primeras conclusiones de Juan Jesús Sánchez Manzano, el jefe de los TEDAX, esa misma mañana, a la luz de los restos de explosivos que habían encontrado en los trenes, que eran de color blanquecino mientras que el famoso Titadyne utilizado por ETA es de color rojizo, lo confirmaba. Quiero decir que ya había elementos suficientes como para, como mínimo, poner en duda la autoría de ETA. Pero claro, nada de eso le interesaba a Aznar. Su deseo era abundar en los argumentos que pudieran apoyar la presencia de ETA en aquella matanza.

Con los antecedentes manipuladores de José María Aznar sobre la guerra en Irak, ¿cómo pudo creerle?

Cuando haces una edición especial, trabajas al filo del cierre. Y en aquel momento tan difícil, tan duro, no tuvimos un solo instante para valorar los elementos de una manera más reposada. Nosotros estábamos ya con la edición cerrada. Es más, vino un equipo de televisión para grabar la portada que iba con un título bastante neutro, genérico, incluso malo, para qué lo voy a negar: “Matanza terrorista en Madrid”. ¿Qué cosas pasaron por mi cabeza en esos minutos? Porque fue una decisión de minutos. Lo que puedo asegurarle es que en mi pensamiento no figuraba de ninguna de las maneras hacer un favor al Partido Popular, en concreto, y a Aznar muy específicamente. Pero bueno, uno, en el colmo del disparate, termina pensando que el presidente del Gobierno, por muy tramposo que sea, no te va a engañar tratándose de un atentado de esas dimensiones. No sé cómo explicarlo pero probablemente este tipo de argumentos influyeron. Curiosamente, los dos periódicos que llevamos a ETA en el principal titular de portada fuimos El Periódico de Catalunya, que dirigía Antonio Franco, y nosotros. Días más tarde, Antonio escribió un artículo en el que reflexionaba sobre por qué lo había llevado al titular y su conclusión fue que en aquellas circunstancias no se le ocurrió dudar de la palabra del presidente del Gobierno, de que Aznar en persona le estaba mintiendo sobre un atentado tan grave.

¿Considera que fue un error creerle?

A mí me toca admitir un grave error de cálculo. Un grave error profesional. Es verdad que en las primeras horas, a falta de elementos concretos y en medio del desconcierto que produjo un atentado de aquella magnitud, el impulso fue echar mano del terrorismo habitual en este país. Pudo ser una deducción casi lógica, habida cuenta del vacío en la reivindicación de la autoría que hubo durante horas y días, cuando lo normal es que aparezcan grupos que se atribuyen este tipo de acciones aunque no hayan participado. 

¿Cómo consiguió Aznar imponer su relato?

Bueno, vamos a ver, estamos hablando de una conversación que duró, en mi caso, un minuto y 56 segundos donde básicamente habló él. Yo tampoco tenía elementos suficientes como para contradecirle en ese momento. Con el paso del tiempo, lo analizas y llegas a conclusiones. ¿Cómo pude dejarme arrastrar? Entre las razones que esgrimió para mantener la autoría de ETA estaba el discurso del lehendakari. Eso fue de un absurdo total porque el lehendakari no tenía más información que él. Es más, quien está obligado a tener toda la información, porque tiene a su servicio a todas los Cuerpos y Fuerzas de seguridad del Estado, era el presidente del Gobierno, que era él. 

Pero esa misma tarde los medios estadounidenses ya informaban de que podía tratarse de Al Qaeda.

Sí, los medios americanos, que juegan con horas de ventaja por el huso horario, ya atribuían casi con seguridad el atentado al yihadismo. Por lo tanto, había elementos para dudar de la versión que machaconamente difundía Moncloa por interés y en eso, al menos durante los primeros días, es probable que el CNI se plegara a las exigencias de Aznar.

¿Cuándo empezaron a dudar de la versión del Gobierno?

Hubo dudas a lo largo de toda la mañana porque era un atentado en contra de lo que el PP y Aznar habían sostenido durante todos esos años. No era un atentado habitual de ETA. Había muchos elementos que lo contradecían. La primera, como apuntaba antes, es que nunca habían concentrado tantos activistas al mismo tiempo en Madrid, entre otras cosas por razones de seguridad. Por otro lado, ETA nunca había realizado un atentado indiscriminado contra objetivos que no eran los suyos tradicionales, como la policía, los militares, los jueces en la última fase, incluso los periodistas. ETA siempre hacía una llamada de advertencia, un aviso previo en los atentados indiscriminados como el que perpetró en Hipercor, por ejemplo. El 11-M no hubo ningún aviso previo, entre otras cosas, porque las características del propio atentado no lo permitían. Entonces, ahí había elementos que no concordaban con las prácticas habituales de ETA. Y lo que inclinó definitivamente la balanza en contra de la versión de Aznar, en mi opinión, fue el hallazgo de pruebas en la Renault Kangoo que fueron analizadas en Canillas sobre las 4 de la tarde del mismo día 11. Ahí es cuando aparecen los restos de una parafina con material explosivo, las cintas coránicas, varios detonadores. Aquello constituía una reivindicación apócrifa del atentado por parte de los islamistas. Pero a pesar de ello, el Gobierno siguió insistiendo en la autoría de ETA (...)

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