martes, 12 de abril de 2016

Historias de bufones

Dani Mateo ha pasado una semana difícil. El miércoles por la noche, lo que empezó como una divertida fiesta se torció. Y desde entonces anda triste. Está arrepentido de lo que hizo. Los periodistas/humoristas también lloran. Claro que la culpa no fue toda suya, se disculpa —o autoexculpa—, sino de unos guionistas poco acertados que le escribieron unos chistes sobre el sindicalista andaluz Andrés Bódalo, que había entrado en prisión ese mismo día, mofándose de él y de sus compañeros.
Mateo no necesitó más de tres minutos en su sección diaria en El Intermedio de Wyoming y La Sexta para reírse por analfabetos, ignorantes y gordos de Bódalo y uno de sus compañeros del SAT. Partió de un tweet de la diputada andaluza de Podemos Teresa Rodríguez, en el que ésta relacionaba a Miguel Hernández con el caso de Andrés Bódalo, para denunciar el carácter político que singulariza el caso del jienense, también miembro de la formación morada. Mateo, antes de iniciarse con los chistes, apuntó con seriedad que a Bódalo se le encarcelaba no por sus ideas, sino por agresiones, y que lo hacía un régimen democrático —queriendo decir que atendiendo a derecho y con justicia—. Lo que quizás no supiera Dani Mateo es que en el juicio a Andrés Bódalo por el que ha sido condenado, no se permitió a su defensa presentar pruebas —entre ellas vídeos del momento— que demuestran que Andrés no agredió en ningún momento al edil socialista que le denunció, en el contexto de una protesta jornalera. De lo que tampoco parece terminar de enterarse Dani Mateo es que en esta democracia se encarcela a gente por sus ideas, aunque se diga que es por sus actos, y que el derecho no es otra cosa que la voluntad de la clase dominante hecha ley.
Más allá de los pormenores del caso Bódalo, lo que resulta llamativo es que desde un medio que tiene colgada la etiqueta de ‘progresista’ se decidiera sacar adelante un guión que hubieran asumido como propio en Intereconomía. La noche en la que El Intermedio debería haber utilizado su humor para solidarizarse con quien —a todas luces—, en este país de las tarjetas black, ha sido encarcelado injustamente y por su activismo social, lo que hizo fue ponerse del lado de quienes ponen a obreros en la cárcel y a corruptos en el poder. Y lo peor no es solo el fondo, sino la forma. Porque las ‘gracias’ de Dani Mateo no tenían ni puñetera gracia, por decirlo claramente. Maldita la gracia cuando se hace alardeando de una supuesta superioridad intelectual. Fueron chistes de señorito, de niño pijo. Reírse de un trabajador humilde porque ha cometido una falta de ortografía, o de un hombre porque tiene sobrepeso, es —no hay otra palabra, por mucho que ahora a Mateo le duela— de miserables.
Ciertas ‘gracias’ tienen el eco de la risa tan corto como las patas de las mentiras, esas con las que se pretende huir de una situación deshonrosa. El intelectual Mateo se rió de Bódalo porque lo compararon con Miguel Hérnandez, al que se refirió como “poeta andaluz”. Ay de la intelectualidad de gafas de pasta sin cristales, que se ríe de los pobres y recita poemas recién aprendidos de memoria, pero se pasa de lista, y no sabe que Miguel Hernández era alicantino, o bien se piensa que Orihuela está en Andalucía… Ay… 
Tales fueron las críticas a Dani Mateo desde el mismo momento de la emisión que tuvo que salir compungido a Twitter, un día después, a pedir disculpas y reconocer que no estuvo acertado. Por medio, le echó la culpa a sus guionistas, que le hicieron decir esas cosa tan feas. Entonó un “no volverá a ocurrir”, y a otra cosa. Es triste, como lo son, casi todas las historias de bufones. Algunos errores son demasiado graves, por irrelevantes que puedan parecer en el todo de una carrera, porque son sintomáticos de un calado moral. Si lo has pasado mal, si alguna de estas noches no has podido dormir, Dani Mateo, consuélate pensando que podría ser peor, podrías haber estado solo y en la cárcel, como Andrés Bódalo.

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