Claramunt camina junto al seleccionador Lopetegui en una imagen de 2016. JESUS RUBIO AS
La directora de la Selección Española, María José Claramunt (los
jugadores la llaman La Jefa), no tenía que salir a la calle para ir a la
peluquería. Iban las peluqueras a ella. Y no a su casa, sino a su
despacho de la Federación y, algunos fines de semana, si tenía algún
evento, a la habitación del céntrico hotel madrileño de cinco estrellas
en el que ha vivido durante más de dos años. Quienes la conocen asegura
que llevaba un tren de vida espectacular.
Claramunt lo niega a EL PAÍS. Destaca que "solo una vez" fueron a
peinarla a la Federación y que fue la Federación la que le buscó ese
hotel sin ella pedirlo, y que durante ese tiempo no percibió ningún
dinero. “Me sentía feliz en la Federación y tenía ahorrado un buen
dinero del blindaje de cuando dejé mi trabajo en el Valencia”, sostiene.
Y asegura que tiene enemigos que propalan falsamente su supuesta
opulencia para dañar su imagen. “En cenas en restaurantes de lujo que
ella pagaba, alardeaba de su buena relación con la mayoría de los
jugadores. Me ha llamado el capi [en alusión a Iker Castillas, uno de sus ojitos derecho
entre los jugadores] y me ha dicho: “Jefa, tengo que verte para…”.
“Quería recalcar que ella era la jefa”, añaden estas fuentes.
Algunas de sus amistades y conocidos revelan que no disimulaba su
poderío económico. Y que en más de una ocasión expresó su recelo porque
parte del dinero que recibía, al margen del salario, se lo dieran “en
efectivo, en B”. “Daba la sensación de que su preocupación, más que por
la cantidad de dinero que recibía, era cómo lo justificaba ante
Hacienda”, señalan. Claramunt rechaza haber cobrado nunca dinero en
efectivo: “Es mentira, jamás he dicho eso”. No eran primas en sí lo que
se cobraba, dice, y aclara que en las competiciones de la selección se
entregaba a todo el cuerpo técnico las denominadas “bolsas de viaje”,
que incluían retribuciones económicas. Refiere que durante años trabajó
como autónoma para la Federación y que solo ha tenido un contrato con
ella “desde hace dos años y medio”, por el que percibe “al año 250.000
euros brutos”.
Dice estar “muy tranquila” ante los recientes acontecimientos vividos en la Federación
(los registros de la Guardia Civil y el encarcelamiento del superjefe
Villar). Y se siente “decepcionada” por lo ocurrido. “No sé si soy
tonta, pero nunca te esperas esto...”, apunta. No obstante, subraya que
advirtió anomalías en la gestión de los derechos deportivos de la
Selección absoluta. No le parecía bien que el asunto lo canalizase "el
grupo Santa Mónica". “No era normal que hubiese una agencia para eso
cuando podía hacerlo la propia Federación”. Este fin de semana ha huido a
su pueblo valenciano para desconectar, con sus padres y hermana.
“De momento”, según fuentes de la investigación del caso Soule, “no hay ninguna imputación formal contra Claramunt”. Los agentes de la UCO se llevaron papeles de su despacho, y en general de todos, en el registro que hicieron el martes. En la causa hay grabaciones de ella con el superjefe Villar. Fue este el que la trajo de Valencia a Madrid. Él y su padre, el famoso ex jugador del Valencia de los años setenta José Claramunt, eran íntimos amigos. Antes de arribar a Madrid para acabar convirtiéndose en La Jefa (o la boss, como la llamaba Iker Casillas), trabajó para el Valencia C.F. vendiendo camisetas. Luego ascendió. Y cuando dejó el club che, su contrato blindado le reportó una suculenta indemnización. No desea hacer pública la cantidad.
La Jefa dejó la suntuosa habitación del Hospes Puerta de Alcalá (cinco estrellas, al lado de la obra de Carlos III del mismo nombre, y con precios estos días por dos noches de hospedaje que superan los 1.000 euros) hace algo más de dos años para instalarse, cuenta Claramunt, en un apartamento próximo a la calle de Serrano, “que pago yo”, se adelanta a la pregunta del periodista. Claramunt justifica su salario en su prolija gestión: recuerda que desde su puesto de directora ha generado en patrocinios y derechos audiovisuales para la Federación hasta "114 millones de euros".
Quienes la conocen destacan sus filias (“con Casillas, o con Piqué…”) y sus fobias (“como le cayera mal un jugador la tomaba con él... No le gustaba la esposa, por ejemplo, de Xabi Alonso, ni él tampoco, aunque sí físicamente; y menos después de que Alonso le escribiera preguntándole cuándo se iban a abonar unas primas relacionadas con el Mundial de Brasil, en el que la Selección quedó apeada en los primeros compases. “Es un pesetero, un pesetero...”, decía del medio de la selección. “Es el único que las ha reclamado”, contó a su círculo de confianza, el cual insiste en el tren de vida: “Compraba de todo y en los mejores sitios. No tenía donde guardar tantos zapatos y bolsos, de Louis Vuitton, de Gucci, de Fendi, Chanel, Prada, Christian Dior…”, describen. Exhibía, y a veces era generosa. Quería estar delgada, y era frecuente en los salones de belleza.
Claramunt asevera que lleva 20 años trabajando casi sin vacaciones, que no tiene hijos ni propiedades (salvo, aclara, un piso de 80 metros cuadrados que ha comprado recientemente en la playa de su pueblo natal). Y niega lo de los bolsos. “Hace cinco años que no me compro un bolso. El dinero que tengo es de mi trabajo y del blindaje del Valencia, con el que he ayudado a mi familia, e incluso a mis padres cuando tuvieron un bache económico. Y lo volvería a hacer”. Evoca que en su casa, de niña, hubo buenas y malas rachas: abundante dinero y épocas en que tuvieron que venderlo casi todo para ir tirando.
Cuentan en su entorno que ella misma se jactaba de los regalos que recibía de los patrocinadores. Ella manejó muchas entradas para los partidos de la Selección Española, en su reciente y gloriosa época. Regalándolas, ha buscado complicidades con personas de gran capacidad económica, “que incluso la han llevado en avión privado a algunos partidos”. Al menos eso contaba ella. Añaden estas fuentes que les sorprendió cuando Claramunt les describía el dispendio en viajes y hoteles que pagaba la Federación a familiares de jugadores y del cuerpo técnico: esposas, padres, sobrinos, hermanas, amigos… Ella misma invitó a veces a su madre, su padre, su hermana. Era la jefa.
investigacion@elpais.es
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OTRA COSA: Venezuela ¿para qué construir centros de detención y tortura si todo puede hacerse en plena calle?
“No sé si soy tonta, pero nunca te esperas esto”, señala a EL PAÍS la directora de la Selección
“De momento”, según fuentes de la investigación del caso Soule, “no hay ninguna imputación formal contra Claramunt”. Los agentes de la UCO se llevaron papeles de su despacho, y en general de todos, en el registro que hicieron el martes. En la causa hay grabaciones de ella con el superjefe Villar. Fue este el que la trajo de Valencia a Madrid. Él y su padre, el famoso ex jugador del Valencia de los años setenta José Claramunt, eran íntimos amigos. Antes de arribar a Madrid para acabar convirtiéndose en La Jefa (o la boss, como la llamaba Iker Casillas), trabajó para el Valencia C.F. vendiendo camisetas. Luego ascendió. Y cuando dejó el club che, su contrato blindado le reportó una suculenta indemnización. No desea hacer pública la cantidad.
La Jefa dejó la suntuosa habitación del Hospes Puerta de Alcalá (cinco estrellas, al lado de la obra de Carlos III del mismo nombre, y con precios estos días por dos noches de hospedaje que superan los 1.000 euros) hace algo más de dos años para instalarse, cuenta Claramunt, en un apartamento próximo a la calle de Serrano, “que pago yo”, se adelanta a la pregunta del periodista. Claramunt justifica su salario en su prolija gestión: recuerda que desde su puesto de directora ha generado en patrocinios y derechos audiovisuales para la Federación hasta "114 millones de euros".
Quienes la conocen destacan sus filias (“con Casillas, o con Piqué…”) y sus fobias (“como le cayera mal un jugador la tomaba con él... No le gustaba la esposa, por ejemplo, de Xabi Alonso, ni él tampoco, aunque sí físicamente; y menos después de que Alonso le escribiera preguntándole cuándo se iban a abonar unas primas relacionadas con el Mundial de Brasil, en el que la Selección quedó apeada en los primeros compases. “Es un pesetero, un pesetero...”, decía del medio de la selección. “Es el único que las ha reclamado”, contó a su círculo de confianza, el cual insiste en el tren de vida: “Compraba de todo y en los mejores sitios. No tenía donde guardar tantos zapatos y bolsos, de Louis Vuitton, de Gucci, de Fendi, Chanel, Prada, Christian Dior…”, describen. Exhibía, y a veces era generosa. Quería estar delgada, y era frecuente en los salones de belleza.
Claramunt asevera que lleva 20 años trabajando casi sin vacaciones, que no tiene hijos ni propiedades (salvo, aclara, un piso de 80 metros cuadrados que ha comprado recientemente en la playa de su pueblo natal). Y niega lo de los bolsos. “Hace cinco años que no me compro un bolso. El dinero que tengo es de mi trabajo y del blindaje del Valencia, con el que he ayudado a mi familia, e incluso a mis padres cuando tuvieron un bache económico. Y lo volvería a hacer”. Evoca que en su casa, de niña, hubo buenas y malas rachas: abundante dinero y épocas en que tuvieron que venderlo casi todo para ir tirando.
Cuentan en su entorno que ella misma se jactaba de los regalos que recibía de los patrocinadores. Ella manejó muchas entradas para los partidos de la Selección Española, en su reciente y gloriosa época. Regalándolas, ha buscado complicidades con personas de gran capacidad económica, “que incluso la han llevado en avión privado a algunos partidos”. Al menos eso contaba ella. Añaden estas fuentes que les sorprendió cuando Claramunt les describía el dispendio en viajes y hoteles que pagaba la Federación a familiares de jugadores y del cuerpo técnico: esposas, padres, sobrinos, hermanas, amigos… Ella misma invitó a veces a su madre, su padre, su hermana. Era la jefa.
investigacion@elpais.es
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