El profesor neoliberal de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Málaga
les puso a los alumnos un examen con una única pregunta: «¿Por qué hay
que privatizar el sistema público de pensiones?». Y el estudiante Alberto Garzón (Logroño, 1985) eligió suspender la asignatura pero no traicionar su ideología.
Fueron cuatro folios de respuestas, en boli rojo (cómo no), enconado, haciendo esgrima contra el mercado. El resultado final fue un «no apto»: la nota que le pusieron por cuestionar el establishment de los apuntes.
«En la facultad no aprobabas si si cuestionabas el abaratamiento de los despidos o la bajada de los salarios», cuenta. Y era cierto. La venganza estuvo en la tesina. Agárrense que viene el título: La crisis de las hipotecas basura en el pensamiento económico heterodoxo: postkeynesianos, marxistas y radicales.
Antes de entrar en el Congreso como diputado de IU, el hombre que tiene el encargo de tender puentes con Podemos (léase coaligarse con ellos, si usted tiene buena intención; léase fagocitarlos, si es que usted la tiene mala) era un ochocientoeurista al que le gustaba ganar al ajedrez, invadir países jugando al Risk o regatear defensas en una cancha de fútbol desde su posición favorita, que no era otra que la de extremo izquierda. Palabra.
La cosa iba de un avezado economista que había saltado de ATTAC al 15-M, militante de las Juventudes Comunistas desde 2003. Hasta que los leones de las Cortes le cogieron en una emboscada y Alberto quedó mordido para siempre por la política.
En asuntos económicos todo (o casi todo) lo ha dicho en su blog Pijus Economicus. En asuntos políticos ha firmado jornadas señaladas sin abrir la boca: el día en que acudió por primera vez al Congreso, en noviembre de 2011, lo hizo para renunciar al sistema de pensiones privado que recibe cada uno de los miembros de la Cámara Baja.
No ha sido la única vez que ha jugado a ser oveja transparente del rebaño. En marzo de 2013, Garzón pidió sanciones judiciales para los consejeros de IU que «comulgaron con el caciquismo de las cajas de ahorro». Y así se ha ido forjando un líder.
El sábado, la gran mayoría de la dirección aprobó su nombramiento como nuevo hombre fuerte. Sabedor de que es el futuro, acuciado por Podemos -que ya aparece por el retrovisor-, Cayo Lara se ha visto obligado a darle mayor protagonismo aquí y ahora. Sin esperar a que al delfín le crezca la coleta.
Ya veremos lo que sucede. Antes de que fuera diputado, los padres del joven Alberto eran votantes fieles del PSOE. Hoy -con el hijo barajando las cartas y la casta convulsionando como la niña del exorcista- todo hace sospechar que no.
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OTRA COSA: Cataluña es poco más que la construcción interesada de un trampantojo histórico, un señuelo destinado a bloquear en el momento apropiado, todo proceso de auténtica reforma social, de Pelayo Martín
Fueron cuatro folios de respuestas, en boli rojo (cómo no), enconado, haciendo esgrima contra el mercado. El resultado final fue un «no apto»: la nota que le pusieron por cuestionar el establishment de los apuntes.
«En la facultad no aprobabas si si cuestionabas el abaratamiento de los despidos o la bajada de los salarios», cuenta. Y era cierto. La venganza estuvo en la tesina. Agárrense que viene el título: La crisis de las hipotecas basura en el pensamiento económico heterodoxo: postkeynesianos, marxistas y radicales.
Antes de entrar en el Congreso como diputado de IU, el hombre que tiene el encargo de tender puentes con Podemos (léase coaligarse con ellos, si usted tiene buena intención; léase fagocitarlos, si es que usted la tiene mala) era un ochocientoeurista al que le gustaba ganar al ajedrez, invadir países jugando al Risk o regatear defensas en una cancha de fútbol desde su posición favorita, que no era otra que la de extremo izquierda. Palabra.
La cosa iba de un avezado economista que había saltado de ATTAC al 15-M, militante de las Juventudes Comunistas desde 2003. Hasta que los leones de las Cortes le cogieron en una emboscada y Alberto quedó mordido para siempre por la política.
En asuntos económicos todo (o casi todo) lo ha dicho en su blog Pijus Economicus. En asuntos políticos ha firmado jornadas señaladas sin abrir la boca: el día en que acudió por primera vez al Congreso, en noviembre de 2011, lo hizo para renunciar al sistema de pensiones privado que recibe cada uno de los miembros de la Cámara Baja.
No ha sido la única vez que ha jugado a ser oveja transparente del rebaño. En marzo de 2013, Garzón pidió sanciones judiciales para los consejeros de IU que «comulgaron con el caciquismo de las cajas de ahorro». Y así se ha ido forjando un líder.
El sábado, la gran mayoría de la dirección aprobó su nombramiento como nuevo hombre fuerte. Sabedor de que es el futuro, acuciado por Podemos -que ya aparece por el retrovisor-, Cayo Lara se ha visto obligado a darle mayor protagonismo aquí y ahora. Sin esperar a que al delfín le crezca la coleta.
Ya veremos lo que sucede. Antes de que fuera diputado, los padres del joven Alberto eran votantes fieles del PSOE. Hoy -con el hijo barajando las cartas y la casta convulsionando como la niña del exorcista- todo hace sospechar que no.
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OTRA COSA: Cataluña es poco más que la construcción interesada de un trampantojo histórico, un señuelo destinado a bloquear en el momento apropiado, todo proceso de auténtica reforma social, de Pelayo Martín
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