Fernando Broncano R 10/1/22
Quienes tratamos de conectar la filosofía y la cultura solemos usar el teatro como fuente de pensamiento filosófico, pero la dirección puede invertirse y convertir la filosofía en teatro. Ayer, los alumnos del máster de creación escénica usaron las ideas de las conferencias que impartimos Carlos Thiebaut y yo para presentar como evaluación unos pequeños proyectos de representación. Me pareció impresionante la capacidad que manifestaban aquellos bosquejos para captar en dramas la dialéctica de las ideas. Os animo a usar el método en las clases de filosofía de secundaria porque ayuda a encarnar las ideas de una forma que posiblemente los textos nunca lograrán.
Nos comentaba ayer Juan cómo entre Blanca Portillo y él han logrado esta obra, Silencio, que está teniendo un éxito notable en
el teatro Español, donde Juan dramatiza y Blanca ironiza el discurso que escribió para entrar en la Academia, y que es un hermoso y profundo texto sobre la literatura, el teatro y la filosofía, pero que la ironía de la presentación de Blanca Portillo convierte en otra cosa, aún más profunda. Un ejemplo de lo que escribo más arriba, y que es una de las habilidades de Juan Mayorga, el convertir el pensamiento en drama.
Los caminos de Blanca Portillo y Juan Mayorga se cruzaron en 2012 cuando la primera protagonizó una adaptación de La vida es sueño a cargo del autor y director teatral. Casi 10 años después, y tras haber ganado los dos el Premio Nacional de Teatro, regresan con Silencio una "declaración de amor al teatro" que tiene un origen nada habitual: el discurso de ingreso Mayorga como miembro de la Real Academia de la Lengua en 2019. El 7 de enero se estrena en el Teatro Español de Madrid.
La obra, que estará en cartel hasta el 11 de febrero, es un homenaje al teatro, al actor, "porque en el escenario no hay nada como el silencio para sentir que el teatro es al arte del actor", explica Mayorga. Con Silencio, Portillo, que este año ha protagonizado Maixabel, regresa al teatro. A pesar de que sobre el escenario solo hay una sola persona, Portillo defiende que no es un monólogo. "Aborda una nueva dramaturgia en la que hay conversación permanente con los académicos, con el patio de butacas", aclara Portillo a quien le dan miedo los monólogos, "no me interesan" (...)
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