jueves, 2 de octubre de 2025

Almudena Ariza presenta su pódcast 'Vivir y morir en Gaza' junto con Raúl Incertis: "Es un diario de la barbarie"

 Sara Gómez Armas  25.09.2025 

  • Ariza reunió más de mil archivos que Incertis le mandó desde Gaza, un "relato íntimo" que exigía un formato más extenso
  • A través de seis episodios, el anestesista español narra en primera persona la masacre en la Franja de Gaza




Contar qué ocurre dentro de la Franja de Gaza desde el 7 de octubre de 2023 se ha convertido en una tarea casi imposible. El cerrojazo mediático impuesto por Israel obliga a los corresponsales a buscar formas de esquivar esa limitación. Hay que lograr testimonios. Así es como Almudena Ariza, excorresponsal de TVE en Oriente Medio, dio con Raúl Incertis, un anestesista que en abril 2024 decidió volver al enclave como médico voluntario. Allí perdió la cuenta de los muertos que llegaban cada día al hospital. Los atentados de Hamás y la posterior represalia de Israel le cogieron por sorpresa dentro de la Franja y también fue el primer español en salir de allí en noviembre de 2023.

Fue durante esa segunda estancia en la Franja de Gaza cuando Ariza le contactó en esa búsqueda de nuevas fuentes y voces que narraran la guerra de Gaza. Él le enviaba vídeos con escenas de horror que todavía se viven en los hospitales y audios con testimonios desgarradores. Ariza los usaba en el telediario, pero pronto se dio cuenta de que ese material tenía mucho valor, que requerían un formato específico, más libre, personal y extenso que una pieza del telediario.

Así nace 'Vivir y morir en Gaza', un pódcast dividido en seis capítulos vertebrados en las narraciones en primera persona de Incertis sobre su experiencia en Gaza, en contacto directo con la muerte. Más de 65.000 palestinos han sido asesinados en la ofensiva militar israelí en el enclave, unos 20.000 niños.

PREGUNTA: ¿Cómo surge la idea de este pódcast?

RESPUESTA: Surgió casi por casualidad. Alguien me habló de Raúl Incertis, un médico español que estaba en un hospital de Gaza, y le pedí algunos vídeos para una pieza del Telediario. Cuando los vi entendí que aquello no era material para un reportaje de dos minutos: era un testimonio brutal, diferente, una mirada desde dentro de la masacre que los periodistas extranjeros no podemos cubrir. Empezó a mandarme audios, fotos, vídeos… y de pronto tenía en mis manos más de mil archivos. Lo que me estaba dando era un relato íntimo, un diario de la barbarie, que pedía ser contado de otra manera, con más espacio y con más hondura. Ahí apareció la idea del pódcast.

P: ¿Por qué emprender el proyecto con Raúl Incertis?

R: Porque él ha estado dentro, viendo y viviendo lo que ocurre a diario en Gaza. No ha contado una historia desde fuera, la ha habitado. Sus grabaciones no tienen artificio: en ellas está el agotamiento, la rabia, la impotencia, el dolor, pero también la ternura, el sentido del humor y la humanidad de la gente que resiste en medio del genocidio. Esa autenticidad es lo que convierte su testimonio en algo único. Yo solo he intentado darle forma para que llegue con toda su fuerza al oyente.

P: Llevamos dos años escuchando testimonios horribles de Gaza. En las últimas semanas, los del propio Incertis nos han estremecido a todos. ¿Qué aporta este pódcast como novedad? ¿Qué se va a encontrar el oyente?

R: Creo que lo distinto es la experiencia. No son datos ni declaraciones oficiales: es entrar en un hospital de Gaza y escuchar lo que pasa mientras las bombas caen. Es estar en medio del caos de una urgencia, con los sonidos, las voces, las conversaciones de quienes intentan salvar vidas. Pero también hay instantes de vida que se cuelan entre la barbarie: niños que juegan con cometas improvisadas, amigos que bromean, jóvenes que cantan. Esa mezcla de horror y resistencia, de muerte y vida, es lo que hace diferente este pódcast.

P: La invasión de Gaza está a punto de cumplir dos años sin que la prensa extranjera pueda entrar en la Franja de Gaza, mientras somos testigos de cómo asesinan a los periodistas locales dentro del enclave. ¿Cómo puede el periodismo seguir contando esta masacre? ¿Cómo mantener la atención de la gente?

R: La única manera es trabajar con las voces de quienes están dentro. Médicos, vecinos, periodistas palestinos, voluntarios… ellos son los que están contando lo que no podemos ver. Nuestro papel es amplificar esos testimonios, darles contexto, verificar lo posible y presentarlo de manera que no se pierda en el ruido. Y, para que la gente no desconecte, hay que arriesgar con nuevas formas de narrar. No basta con repetir cifras; hay que encontrar relatos que devuelvan humanidad a cada número y formatos que obliguen a escuchar. El pódcast es uno de esos caminos.

P: Usted estuvo en Israel y Palestina como corresponsal de TVE hasta hace poco y ha vivido las dificultades de trabajar allí, sin acceso a Gaza y con muchas restricciones para moverse por Cisjordania. ¿Qué retos implica como periodista en el terreno?

R: El mayor reto es la frustración: no poder entrar en Gaza significa que dependes de lo que te cuentan otros, de lo que puedes verificar a distancia. Eso limita, claro. Además, trabajas en un entorno de enorme presión política y militar, donde cada palabra que dices es cuestionada y cualquier error se usa para desacreditarte. Pero, al mismo tiempo, aprendes a trabajar de forma muy colaborativa con periodistas locales, a confiar en ellos, a contrastar cada dato. Es un periodismo lleno de obstáculos, pero también uno de los más necesarios, porque se trata de contar lo que otros quieren ocultar.

P: En los últimos meses hemos visto un giro en la posición de varios gobiernos y ha aumentado la presión sobre Israel. Países como Francia o Reino Unido han tomado medidas que hace un año parecían impensables. ¿Cree que es el principio del fin de la impunidad de Israel?

R: Es un cambio significativo, porque hasta hace poco esos países eran aliados estrechísimos de Israel y no se movían un milímetro. Ahora están dando pasos que muestran que la presión de la calle y la evidencia de la masacre empiezan a pesar. Pero soy cauta: llevamos décadas viendo cómo se incumplen resoluciones de Naciones Unidas sin consecuencias. Reconocer al Estado palestino o realizar declaraciones de condena son gestos importantes, pero la impunidad solo terminará cuando esos gestos se traduzcan en hechos: en sanciones reales, en procesos judiciales, en costes políticos y económicos. Quizá estemos en el inicio de un cambio, pero falta mucho para poder hablar de un final.




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