Ángeles Durán 13 de abril de 2025
“La donación con muerte asistida es un acto de tremenda generosidad. A mí es uno de los procedimientos que más me han impactado en mi experiencia profesional por el grado de proximidad, intimidad y empatía que establecemos con estos enfermos”, señala el doctor intensivista Julio Velasco, coordinador de Trasplantes del Hospital Universitario Son Espases de Palma, el mismo que había salvado la vida de Ana María hace más de una década. “Entramos en su historia personal, vamos a su casa, hablamos con ellos y sus familiares… Ana María me enseñó fotos suyas de joven, me contó sobre su marido pescador, me cogió la mano, me hizo bromas… se establece una relación que te afecta”, cuenta Velasco, coordinador de trasplantes desde 1989, lo que le convierte en el cargo hospitalario de este tipo más antiguo de España.
La donación en pacientes con muerte asistida es un acto de tremenda generosidad. A mí es uno de los procedimientos que más me han impactado en mi experiencia profesional por el grado de proximidad, intimidad y empatía que establecemos con estos enfermos
154 donantes tras eutanasia
La donación de órganos a partir de eutanasia es muy reciente en España, ligada a la aprobación de la ley orgánica 3/2021, que ha despenalizado la ayuda médica para morir en mayores de edad “por causa de padecimiento grave, crónico e imposibilitante o enfermedad grave e incurable, causantes de un sufrimiento intolerable”. Desde la entrada en vigor de la norma hasta el cierre de 2023, se atendieron 1.515 solicitudes de prestación de ayuda para morir, de las que se aplicaron 697, lo que representa el 46%, según el último informe del Ministerio de Sanidad, presentado con un año de retraso y sin datos de 2024. Sí los hay sobre donaciones de órganos tras muerte asistida. Desde su legalización hasta el 31 de diciembre del año pasado, ha habido 154 donantes fallecidos por eutanasia, que han posibilitado trasplantes a 442 pacientes en lista de espera, lo que ha supuesto multiplicar por tres el número de receptores. Del total, 197 han sido niños, el 44'6%, según la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).
El incremento de la donación ha ido paralelo al aumento de esta muerte voluntaria. En 2021 hubo siete donantes por esta vía, que pasaron a 42 en 2022 y otros tantos en 2023, y 63 en 2024. Gracias a ellos, otras personas han podido someterse a trasplante: 239 de riñón, 92 de hígado, 71 de pulmón, 23 de corazón, 13 de riñón y páncreas combinado y cuatro de riñón e hígado.
En la entrevista inicial, una vez solicitada la eutanasia, la paliativista Catalina Rosselló informa sobre la posibilidad de donación de órganos. “No se trata de incitarles, sino de ofrecerles la oportunidad, porque a veces no lo han pensado y quien lo decide se siente bien porque da respuesta a sus valores y esa solidaridad da un sentido más completo a su decisión de morir”, expone la doctora. En este caso, los pacientes deben saber que no podrán fallecer en casa, sino que deberán hacerlo en un centro hospitalario, donde ella seguirá asumiendo la trascendente misión del acompañamiento.
“Hay que diferenciar entre la eutanasia, en la que el enfermo no ha llegado al final de su vida, pero no quiere seguir porque no quiere sufrir más y sabe que su estado es irreversible y pide ayuda para acabar, de la sedación paliativa, que es cuando sí está en estado terminal y en ese caso el médico le da la opción de suministrarle tratamiento para reducir su consciencia y aliviar su sufrimiento en el momento de la muerte. Y otra situación diferente es el rechazo al soporte vital, cuando alguien sabe que su situación es irreversible y quiere que el desenlace se produzca renunciando a más intervención médica”, matiza la sanitaria.
Cuando hay prestación de ayuda a morir, la extracción suele ser multiorgánica y se ejecuta con procesos muy específicos porque implica dos procedimientos independientes: la muerte asistida y la donación, pero que deben realizarse de forma muy coordinada y consecutiva. “Al producirse en asistolia, es decir, con parada cardíaca en lugar de muerte encefálica, es mucho más complicada porque la falta de oxígeno puede dañar los órganos”, detalla Velasco, exjefe de UCI. Por este motivo el injerto de intestino es menos frecuente.
“Siento por estos pacientes una profunda admiración y respeto”, decía el especialista de unidad crítica al empezar la entrevista para este reportaje. Idénticos sentimientos, pese al dolor, que suscitó Ana María en su familia, impactada por su entereza, la misma que su nieta de siete años le transmitió un día a su padre, sin dejar que la viera llorar: “Papá, no te digo nada porque si yo estoy triste, que es mi abuela, imagino cómo estarás tú, que es tu madre”. Y la despedida final se materializó con una convicción altruista por la que ahora tres personas le deben a Ana María su segunda vida.
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