martes, 21 de octubre de 2025

El pintor vanguardista al que el franquismo le cortó las manos para cercenar la cultura de la República

 Henrique Mariño 

Francisco Miguel es enterrado en A Coruña casi nueve décadas después de haber sido paseado y enterrado en una fosa común, cuya exhumación refutó una leyenda popular.



Recordar duele, aunque la memoria de este pintor vanguardista sigue presente en las páginas de O lapis do carpinteiro, publicada originalmente en gallego por Xerais y luego en castellano, traducida por Dolores Vilavedra, por Alfaguara. Su autor, Manuel Rivas, eligió precisamente para la primera edición de la portada de Los libros arden mal un cuadro de Francisco Miguel, Naturaleza muerta, lo mismo que pretendían los fascistas que ordenaron su ejecución: acabar con los polinizadores de la cultura durante la Segunda República.

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