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domingo, 14 de febrero de 2016
El conflicto de las pensiones sacude la literatura española
Javier Reverte (centro), ayer en el Congreso de los Diputados. Uly Martín
Los escritores españoles jubilados andan de abogados. En algunos casos, porque ya han sido convocados por la Inspección de la Seguridad Social y, en otros, porque temen ser convocados, como les ocurre a muchos de sus colegas. El último caso ha sido el de Luis Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948), el autor de Juegos de la edad tardía.
El 14 de enero compareció en la Inspección de Trabajo y Seguridad
Social, acompañado de un asesor. Tuvo que presentar los contratos
editoriales de los dos últimos años. Landero cobra una pensión como
profesor jubilado, pero el Ministerio de Empleo quiere saber de dónde
proceden sus otros ingresos, en su caso casi todos de derechos de autor.
Este escritor se encuentra a la espera del resultado de un proceso
que puede saldarse con una multa de decenas de miles de euros. El caso
de Javier Reverte
(Madrid, 1944), periodista jubilado y autor de novelas y libros de
viajes, está mucho más avanzado: por lo pronto ya le han retirado la
pensión. Este mes ya no la ha cobrado y, además, le han exigido una
multa de 121.637,13 euros.
El conflicto llevó ayer al PSOE a presentar en el Congreso una
proposición no de ley para que sea compatible cobrar la pensión con
cualquier actividad creativa. “Los autores representan una situación
excepcional”, explican fuentes socialistas. “Nuestro objetivo es
desarrollar una ley del artista y del creador, no sólo para resolver
este conflicto, sino para solucionar el problema de la creación en
España de una vez”.
El asunto hunde sus raíces en la legislación española, en la virtud
de la cual percibir una pensión de jubilación y trabajar es
incompatible. Pero, ¿qué es trabajar? Como norma, se interpreta que es
desarrollar una actividad habitual con la que se tienen unos ingresos
que alcanzan o superan el salario mínimo interprofesional (9.172,80 al
año), un límite establecido en la reforma de pensiones de 2011. Tanto
Landero como Reverte han sobrepasado esta cantidad en algún ejercicio.
Derechos de autor
Luis Landero. Luis Sevillano.EL PAÍS
A continuación, llega el nudo gordiano del conflicto: ¿Qué sucede con
los derechos de autor, la gran fuente de ingresos de estos escritores?
Empleo asegura que, en ningún caso, estas inspecciones afectarán a estos
derechos, tanto en las obras publicadas antes o después de la
jubilación. Pero Landero asegura que sus ingresos literarios proceden
sobre todo de derechos de autor.
Las inspecciones no sólo están afectando a escritores, también a
músicos, pintores, fotógrafos, explican desde las diferentes entidades
de gestión de derechos de autor. Estas organizaciones se están
coordinando para hacer frente a una situación que aseguran que pone en
peligro el futuro de la creación artística en España. Carlos Muñoz,
abogado de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE), explica
que “todo esto es muy perjudicial para nuestro país”. “En la ACE
tenemos 1.700 socios, el 45% de ellos son jubilados. Que con la
actividad intelectual ganen más del salario mínimo interprofesional,
tenemos unas 225 personas. Todos pueden ser inspeccionados”, prosigue.
A pesar de este cálculo, no se puede saber el número de creadores
afectados. Las asociaciones que les representan o gestionan sus derechos
aseguran que deben mantener el secreto profesional, pero mantienen que
son muchos. “Pierden los autores, pero también pierde la sociedad”,
explica Javier Gutiérrez, de Vegap (entidad de los artistas plásticos y
visuales), que gestiona los derechos de más de 100.000 autores. “Impiden
a una persona de 65 años seguir creando”, prosigue.
Cualquier escritor español jubilado con el que se hable estos días ya
ha consultado con abogados o está a punto de hacerlo o se sabe la
legislación laboral de memoria. Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931), premio
Cervantes en 2006, todavía no ha recibido la llamada de la Seguridad
Social, pero ha estudiado a fondo todos los casos ante lo que pueda
ocurrir. “Esto es terrorismo cultural”, asegura. “Estamos todos
atemorizados”, explica Luis Landero. Los agentes literarios y editores
consultados se muestran extraordinariamente preocupados sobre el efecto
que esto puede tener sobre la creación cultural.
En el Ministerio de Empleo subrayan que no se trata de ningún tipo de
campaña específica. Inciden en que las reclamaciones responden a los
cruces habituales que efectúan Hacienda y la Seguridad Social desde el
plan antifraude de 2012 en las que se han detectado situaciones como las
de Landero o Reverte.
Fuentes oficiales de la Seguridad Social insisten en que “los
derechos de autor serían neutros”. Y apuntan que “los ingresos no solo
provienen de los derechos de autor, sino de las actividades de promoción
directa de la obra, como las conferencias, la presencia en medios de
comunicación o en foros de debate”. “Son precisamente esas actividades
(sus ingresos) y los gastos que para el autor se originan (y que luego
se deducen) los que revelan que el autor está realizando una actividad
por cuenta propia, que es lo que resulta incompatible con la pensión. En
este caso, lo normal es que el autor pasara a situación de jubilación
flexible”.
Dejar de escribir
Esta es un figura que el actual Gobierno creó en 2013. Con ella, el
jubilado puede compatibilizar el trabajo, por cuenta propia o ajena, con
el cobro de hasta el 50% de la pensión que le toca. Tiene que pagar la
parte correspondiente de las cotizaciones sociales de contingencias
profesionales y accidentes de trabajo, no la más cuantiosa, las
contingencias comunes (las que dan derecho a la pensión futura en el
caso de los trabajadores no jubilados).
Sin embargo, esto plantea varios problemas. Uno es que muchos
creadores reciben los derechos de autor a través de adelantos, es decir,
cobran una cantidad cuando entregan el libro de la que luego se van
descontando los derechos futuros, a veces durante años. Y, desde luego
en los casos de Reverte y Landero, esos adelantos han sido analizados en
las inspecciones como prueba el hecho de que hayan tenido que presentar
sus contratos. Además, poquísimos autores viven de los derechos de
autor (en torno al 10% del precio de venta de cada libro); sino de
conferencias, artículos, jurados... O, directamente, de otros trabajos
que tratan de compatibilizar con la escritura.
También argumentan que el trabajo intelectual es incierto: un libro
puede tener muchos lectores o no, puede terminarse en un año o en diez.
No se muestran dispuestos a renunciar a su pensión, pero sí a escribir.
Escritores y ebanistas
El conflicto en torno a las pensiones de los autores plantea una
pregunta: ¿Por qué un escritor o un pintor jubilado puede seguir creando
y un ebanista no? En muchos países de la UE —Alemania, Suiza, Austria,
Francia, Reino Unido, Suecia o Polonia, entre ellos— ni siquiera se
plantea esta cuestión: el cobro de una pensión es compatible con
cualquier actividad.
“Es de sentido común que después de una carrera completa un
trabajador tiene derecho a jubilarse pero eso no debe ser incompatible
con una actividad intelectual o de otro tipo”, explica el economista
José Antonio Herce, que colabora con la Fundación de Activos de Gran
Experiencia. “Además, es una falacia decir que los ancianos le quitan el
trabajo a un trabajo más joven”, agrega.
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