Hablamos con Jane Caputi de los símbolos que nos rodean, del feminicidio y la dominación masculina.
Izaskun Sánchez Aroca - 29/12/15
Jane Caputi, durante su visita a Madrid, invitada para realizar una ponencia sobre feminicidio. / David Fernández
Termino de entrevistar a Jane Caputi (Estados Unidos, 1953) y pienso
que tengo que revisar las lecturas y las series que he visto en 2015.
Voy por la calle y miro más atenta la publicidad, las campañas
electorales, cómo se mueve la gente por la acera o la velocidad de los
coches. Caputi es docente en la cátedra de Estudios sobre Mujeres,
Género y Sexualidad en la Universidad de Florida (EE UU) y lleva décadas
trabajando en torno al concepto de feminicidio desde una perspectiva
semántica y semiótica. En su discurso, Caputi vincula la existencia de
un sistema opresor masculino con la normalización de la violencia
gracias a la simbología que nos rodea.
"Es importante reivindicar el poder de nombrar. Todo sistema de opresión niega siempre que sea opresor"
Jane Caputi durante la entrevista. Foto de David Fernández
¿Cuál es el sentido político de usar un término como feminicidio?
Es importante revindicar el poder de nombrar. Todo sistema de opresión niega que es opresor y elimina cualquier referencia en el lenguaje. Por eso hay que visibilizar esa violencia de los hombres contra las mujeres, una violencia que abarca desde el asesinato hasta la violación o la limitación por parte de los Estados de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, como es el derecho al aborto o a la contracepción. Es necesario tener un nombre para esta violencia que se traduce en una forma de control social, en un sistema de dominación de los hombres sobre las mujeres. Si no lo nombramos se convierte en algo nebuloso, desaparece y no puedes luchar contra ello. Cuando las cosas tienen nombre ya no puedes negarlas.Una de tus grandes líneas de investigación ha sido toda la simbología de dominación masculina en el cine a través de películas como Pretty Woman o Jack el Destripador, o en las grandes obras de arte y la publicidad de diferentes marcas.
Me he centrado en estudiar la cultura popular porque es una fuente de aprendizaje. A través de los símbolos interiorizamos muchas cosas, casi siempre de manera inconsciente. Eso implica que no tenemos una mirada crítica sobre el mundo. Parece que la realidad es tal y como se nos presenta, además de manera inevitable. Pero realmente detrás de cada símbolo hay mucho de propaganda, un mundo donde parece que las únicas vidas que importan son las de las clases medias y ricas, un mundo del que continuamente nos llegan mensajes de la supremacía masculina, del dominio de los hombres, de la masculinidad. Eres una buena mujer si eres pasiva, en cambio eres mala si eres autónoma o sexualmente activa. La violencia de los hombres contra las mujeres está glorificada, sexualizada en el cine, la literatura, la televisión o el arte. Las mujeres vivimos bajo un continuo patrón de terror porque nos transmiten que nunca estamos a salvo, eso nos hace cambiar nuestro comportamiento, que tengamos miedo. Tenemos interiorizado que podemos ser víctimas de violencia machista en cualquier momento y de manera aleatoria, en el trabajo, por alguien conocido o un extraño El terror de las mujeres se alimenta continuamente."Es importante reivindicar el poder de nombrar. Todo sistema de opresión niega siempre que sea opresor"
Hablas del derecho al aborto y de la contracepción con ejemplos de violencia, ¿son los Estados, como el español, cómplices de los feminicidios?
Ése es uno de los argumentos que usan las feministas. El ejemplo más claro es la negación de los derechos reproductivos pero hay muchos otros. En Estados Unidos muchas mujeres negras son agredidas por parte de sus maridos pero, como además son discriminadas racialmente por la policía, no se atreven a denunciar, por lo que están desprotegidas y no tienen el mismo acceso a los servicios sociales que una mujer blanca. Existe complicidad con ese patrón de dominación masculina. En otros países, además, la policía o los militares reprimen y asesinan a activistas feministas como es el caso de México o Guatemala. Si hablamos de feminicidio, el Estado debe entenderse como un actor implicado.¿Está el patriarcado en descomposición o hay un rearme?
Efectivamente el patriarcado está en descomposición, se siente amenazado y eso genera más violencia, porque la violencia no es innata al hombre, sino que se produce por el rol masculino. Los hombres sienten que siempre tienen que demostrar su virilidad, sobre todo cuando les avergüenzan o les retan, y la manera de hacerlo es a través de actitudes agresivas. Nunca nos libraremos de la violencia si no cambiamos la noción de masculinidad dominante.
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