jueves, 20 de octubre de 2016

“Franco metió a 22.000 personas en el campo de concentración de Albatera y muchos murieron deshidratados”

La escritora cartagenera Isabel María Abellán publica 'Isidro', una novela basada en la historia real de un republicano anarquista que sobrevivió a uno de los campos más crueles del franquismo
P. Sánchez, 14 de Julio de 2016
Una de las pocas imágenes que se conservan del campo de concentración de Albatera
El campo de concentración franquista de Albatera (Alicante) fue uno de los más crueles e inhumanos que hubo en España tras el final de la Guerra Civil, por lo que algunos lo bautizaron como el “Auschwitz español”. Las condiciones de vida en el campo, que funcionó entre abril y octubre de 1939, eran durísimas. La única comida que recibían los presos eran chuscos de pan y sardinas. También era notable la sed que padecieron los presos por la falta de agua y el enorme calor que hacía en el lugar. Allí se produjeron torturas, todo tipo de humillaciones y vejaciones, y fusilamientos. Se numeraba a los presos, de tal forma que si uno de ellos se fugaba, se fusilaba a los que tenían los números anterior y posterior.
“Franco metió a más de 22.000 personas en el campo de concentración de Albatera y muchos murieron deshidratados”, comenta la profesora y escritora cartagenera Isabel María Abellán, que durante varios años ha investigado lo que sucedió en un lugar en el que sólo faltaban las cámaras de gas para igualarse a un campo de exterminio nazi. Basándose en la historia real de Isidro, un republicano anarquista que sufrió y sobrevivió a aquel infierno, con el que la escritora mantuvo largas conversaciones tras conocerlo en 2009, Abellán acaba de publicar la novela ‘Isidro. Relato del campo de concentración de Albatera”.
Isabel María Abellán, que es catedrática de Historia, explica que “en este saladar de Albatera el Gobierno de la II república construyó un campo de trabajo para reclusos comunes, en el que nunca hubo más de 700 personas pese a que su capacidad era para más de 2.000, y terminada la Guerra Civil Franco organizó allí un campo de concentración. Yo me interesé por el tema de una manera casual, investigando sobre la II República en la Comunidad Valenciana, buscando cartas de las personas que se hacinaron en el puerto de Alicante durante los últimos días de la Guerra Civil”.
“Las máquinas lo arrasaron todo para no dejar rastro”
A la profesora no le fue fácil indagar sobre este campo de concentración, y más teniendo en cuenta que tras su cierre “el lugar fue declarado zona devastada y las máquinas lo arrasaron todo para no dejar rastro. Luego se creó un poblado artificial (San Isidro) que fue colonizado por gentes de Aragón y el norte de España. La primera casa se entregó en 1956. Es imposible tener muchos datos pues se tuvo mucho cuidado en no dejar rastro, en que todo desapareciera, pero las personas de la zona lo conocían. San Isidro empezó siendo una pedanía de Albatera, y ahora es un municipio independiente”.
Con todo el material recopilado y los testimonios de varias personas, Abellán se decantó por escribir un relato. “Como soy profesora, me parece más pedagógico para mis alumnos escribir una novela que hacer una ponencia para un congreso, que es algo más académico”, indica.
La escritora cartagenera afirma que “el 1 de abril de 1939, al terminar la Guerra Civil, miles de personas estaban en el puerto de Alicante esperando los barcos que prometió Francia. Algunos llegaron, pero Franco impidió luego que entraran más buques franceses. Las tropas franquistas separaron a mujeres y niños. Los hombres fueros apartados, algunos fueron fusilados en el acto en el castillo de Santa Bárbara de Alicante y a otros los condujeron a un campo que se llamó de Los Almendros. Sobre esto Max Aub escribió un libro. Era primavera y pasaban tanta hambre que se comieron hasta las hojas de los almendros. Allí sólo estuvieron unos días”.
“Era un horno y sólo les daban un poco de agua cada dos días”
“Las primeras semanas –prosigue Abellán- estuvieron hacinadas en el campo de concentración de Albatera entre 20.000 y 22.000 personas. Según los testimonios que he recogido, estaban como conejos, tenían que permanecer de pie, pues no podían sentarse, y el hacinamiento fue terrible. En ese lugar se encontraba Isidro, que estuvo desde el primer día del campo de concentración hasta que se cerró (octubre de 1939). En agosto muchos murieron deshidratados. Pasaban un hambre atroz, apenas comían, y sólo les daban un poco de agua cada dos días. Al ser una zona salitrosa era como un horno y se cocían. Las enfermedades, el hambre, la deshidratación, todo se juntaba”.
A Isabel María Abellán le pareció tan dura la historia real de Isidro que se decidió por suavizarla a través de la literatura. “En la novela hay aspectos que son reales de la historia de Isidro, otras son ficción. La gran licencia literaria que me ha dado muchísimas posibilidades es la creación de un personaje femenino, Käthe. Cuando empecé a escribir la historia me pareció extremadamente dura y pensé no la iba a querer leer nadie”.
Durante dos años y medio, la escritora tuvo mucha relación con Isidro, desde los 93 años a su muerte. “Hago hincapié en cómo se las ingenió para sobrevivir, porque lo bonito de la historia de Isidro es que es una historia de supervivencia y de amistad. No solo se preocupa de salvar su pellejo, sino que ayuda a muchas personas y es muy emocionante su humanidad”.

La novela ‘Isidro’
La novela ‘Isidro’ es una historia real, con tintes de ficción. Isidro es un miliciano anarquista en la Barcelona de los primeros momentos de la Guerra Civil. A esta ciudad, llegan brigadistas procedentes de todos los lugares del mundo, entre ellos Käthe, una joven que huye de la Alemania nazi. Así empieza una historia que se desarrolla entre el frente de Aragón, la Barcelona convulsa de 1937 y un campo de concentración, el de Albatera, al que son trasladados, desde el puerto de Alicante, todas las personas que no consiguen partir hacia el exilio al término de la contienda.
Isabel María Abellán es catedrática de Geografía e Historia. Actualmente imparte clases en el IES Alfonso X El Sabio de Murcia. Ha publicado otra novela histórica, ‘La línea del Horizonte’, inspirada también en las duras condiciones de vida en el campo de concentración de Albatera. También ha escrito dos libros de relatos: ‘El último invierno y otros relatos’ y ‘El silencio perturbado’. Con esta última obra quedó ganadora de la Tercera Edición del Premio Internacional Vivendia de Relato, así como finalista al Mejor Libro Murciano del Año en 2008. Ha participado en dos antologías literarias: ‘El corazón delator, obra antológica de narradores murcianos’, y ‘13 para el 21, Antología de Nuevos Escritores’. Ha colaborado, igualmente, en las revistas literarias ‘Irreverentes’ y ‘Lunas de papel’.

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