Nombrar persona “non grata” a Abascal es una consecuencia lógica si lo que se quiere es preservar la convivencia religiosa y cultural en una región ejemplar por la coexistencia de religiones y culturas diferentes pero con un equilibrio fácilmente perturbable. Juan Jesús Vivas, el presidente de Ceuta, conoce perfectamente la región que gobierna y amenazó con dimitir si alguien en Génova se atrevía a desautorizar su decisión de abstenerse para que la moción de reprobación a Abascal saliera adelante. Vivas sabe que la actitud de VOX en Ceuta es un peligro de orden público que no puede tolerar y no le ciegan las lógicas de los pactos nacionales para entender que necesita poner pie en pared contra el discurso racista de VOX. A veces hay masa gris en el PP, aunque está lejos de Madrid.

El PP nacional en materia dialéctica, discursiva y simbólica es un juguetito en manos de VOX. Los de Abascal pretenden humillarlo siempre que pueden, tienen cierto éxito al marcarle el debate y virarlo a sus posiciones, pero no saben culminar la obra. No se atreven y acaban reculando. El que gobierna y manda es el PP, porque en este juego de castratis posfascistas todos gritan muy agudo pero con el empuje de un toro manso. Abascal y sus escuadristas de saldillo braman mucho, pero luego hacen lo que el PP quiere. Nunca osan a poner en juego las cosas de comer y han protegido a los de Pablo Casado cuando se dirimen los asuntos importantes. El PP sabe que VOX es inofensivo con sus bravatas porque no tiene el valor suficiente para romper ninguno de sus gobiernos y acaba solucionando las pataletas de Abascal sacando a una mandada como Andrea Levy para que les calme diciendo cuatro ridiculeces incoherentes e inconsistentes ante una cámara (...)