lunes, 2 de octubre de 2023

CTXT. “La cultura puede servir como campo de transformación o perpetuación de las desigualdades”, de Esther Peñas

 Esther Peñas 10/08/2023

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Hija de exiliados argentinos, Jazmín Beirak (Madrid, 1978) se licenció en Historia y Teoría del Arte, estudió interpretación en la Escuela de Cristina Rota, trabajó como investigadora en la Biblioteca Nacional y fue activista en el Círculo de Cultura de Podemos, partido por el que entró como diputada en la Asamblea de Madrid. Más tarde se embarcó en Más Madrid, desde cuyas listas ha renovado su condición de diputada, revalidando su cargo de portavoz de Cultura. Acaba de publicar su ensayo Cultura ingobernable (Ariel, 2022), donde reivindica un trabajo que fomente y establezca vínculos entre la gente y la cultura, de manera que ésta sea algo cotidiano, entreverado en las pequeñas cosas, y no algo que ocurra sobre los escenarios o en la gran (o chica) pantalla.

“Primero va la vida, después el cine”, aseguró el ministro de Cultura Rodríguez Uribes durante la pandemia. Habría que recordar que en Altamira se pintaron bisontes. ¿Hasta qué punto es importante la cultura para el ser humano, para su calidad de vida, para su bienestar psíquico?

La cultura es importante en todos los niveles; siempre se ha medido o se ha justificado con base en los impactos económicos, en su repercusión en el PIB y el empleo, pero cada vez se analizan más los efectos positivos, el bienestar que procura. La cultura afecta a otros sectores como la salud, la educación, la igualdad… me gusta mucho hacer énfasis en cómo influye en nuestras condiciones materiales. Hablo en el libro de la frase “queremos pan y queremos rosas”, que es una reivindicación de la belleza, de la hermosura de la vida. El arte es un lenguaje específico, nos permite pensar las cosas de manera no normativa, distinta, donde un árbol puede ser azul y un rostro puede verse de muchas maneras. Es lo que el politólogo Subirats denominó “la mochila cultural”, la diferencia entre quien va a un colegio privado o a uno público no adquieren las mismas competencias culturales, cada cual tiene un capital cultural, una capacidad expresiva, creativa, de sociabilización, de trabajo en equipo, etc., que redundará en sus competencias profesionales, y ambas le ayudarán a mejorar su calidad de vida. La cultura tiene que ver con la dimensión estética y con el código social, pero también con las condiciones sociales, con la igualdad y la redistribución social. La cultura está infiltrada en nuestro desarrollo a todos los niveles y hay que entender todas sus aportaciones para darnos cuenta de que no es prescindible, sino imprescindible tanto para los individuos como para la sociedad, para la propia profundización democrática, la capacidad expresiva y de vincularnos a los demás, de generar comunidades y tejidos, y reforzar los mimbres democráticos en los que la comunidad pueda expresarse.

¿Hay mucha confusión entre educación y cultura?

Sí, bastante, y creo que viene desde los orígenes de la política cultural; al principio, la cultura estaba dentro de los despachos del rey, vinculada al fomento de los bienes materiales y espirituales, y dentro de los espirituales empieza a entenderse como instrucción moral, como fomento del espíritu, y de ahí evoluciona para colocarse en el desarrollo educativo de las personas. Eso es lo que hace que, en la Europa que se conforma, no exista derecho como tal a la cultura. Más tarde, se asocia a la promoción de actividades culturales. Por eso, es urgente definir qué significa tener derecho a la cultura. Es cierto que hay una asimilación que no es siempre cultural, que tiene que ver con la educación, y tienen que trabajar entrelazadas, por ejemplo, para llevar el arte a los entornos escolares, algo fundamental para crear un capital cultural y un público. La diferencia radical entre educación y cultura es que la cultura no es finalista. Cuando tienes un problema educativo se trabaja con la adquisición de competencias concretas; lo cultural es incontrolable, nunca sabes a dónde te va a llevar. A nivel administrativo, defiendo que la cultura ha de tener su propio espacio porque si no las necesidades educativas se llevan por delante lo que tiene que ver con cultura. Juntar educación y cultura en un ministerio me parece un error.

Habla de la cultura ingobernable como contradictoria, inacabada. ¿Cuál es la distinción radical de la cultura ingobernable frente a la cultura del canon, la oficial, la del mainstream (perdón por el palabro), de esa cultura convertida en mercancía?

(...)

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