Este mar es un paso clave para el comercio y el transporte mundial de mercancías, incluido el petróleo y el gas producidos en la región, pero también es escenario de las rivalidades entre todas las potencias regionales, desde Israel a Arabia Saudí, pasando por Irán. Aunque Teherán establece como su propio teatro de operaciones geopolíticas el Golfo Pérsico, ha encontrado en los rebeldes hutíes, también de credo chií, el aliado natural para desafiar a Riad y, ahora, a Tel Aviv.

Los ataques aéreos, navales y desde submarinos lanzados en la madrugada del viernes por Estados Unidos y Reino Unido, con apoyo de otros países occidentales y uno árabe, alcanzaron depósitos de armas, radares y sistemas de misiles en las seis provincias que dominan los hutíes en Yemen y también en la propia capital del país, Saná, uno de los bastiones de los rebeldes chiíes.