Cuanto más insiste Benjamin Netanyahu en que no parará hasta la victoria definitiva en Gaza –es decir, hasta eliminar totalmente a Hamás–, más claro resulta que ese objetivo está fuera de su alcance. Y si fuera necesario singularizar ese juicio en una sola imagen, basta con reparar en que, siete meses después, las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) vuelven a estar empantanadas por tercera vez en zonas del norte y centro de la Franja, donde se suponía que las capacidades militares de Hamás y el resto de las milicias activas en sus escuetos 365 km2 ya habían sido desmanteladas por completo. Un panorama que invalida abiertamente las declaraciones del propio ministro de defensa, Yoav Gallant, que ya hace semanas se atrevió a concluir que las acciones de las FDI habían logrado que dichas milicias dejaran de ser una amenaza para los israelíes.