http://ctxt.es/es/20161130/Firmas/9828/europa-deficit-publico-3-por-ciento-pib-comision-europea.htm
Los dirigentes europeos parecen empeñados en que no pase 
un día sin que las personas corrientes tengamos que sentir algo más que 
vergüenza de lo que hacen en materia económica (por no hablar de otras 
decisiones en temas incluso de mayor calado humano como el de los 
refugiados).
Se siente vergüenza cuando se empecinan en aplicar 
políticas que son un manifiesto fracaso pero se siente algo peor cuando 
se comprueba que no lo hacen por error sino como una farsa gigantesca 
para poder darles todavía más a los que ya lo tienen casi todo.
Se dijo por activa y pasiva que los recortes sociales y 
las ayudas multimillonarias a la banca eran la condición necesaria para 
recobrar la actividad y el empleo, para reducir la deuda y para asegurar
 definitivamente el sistema financiero. Pero lo cierto es que desde que 
empezaron a aplicarse en la Unión Europea al estallar la crisis hay unos
 siete millones menos de empleos a tiempo completo, seis millones más de
 parados, otros casi seis millones más de empleos no voluntarios a 
tiempo parcial (en la UE28), cinco millones más de personas en riesgo de
 pobreza y 35 puntos más sobre el PIB de deuda pública (en la Eurozona).
 Y los bancos se siguen encontrando en insolvencia y muchos de ellos a 
punto de estallar de nuevo en cualquier momento. Pero eso no es solo un 
fracaso o un error sino un engaño porque eran multitud los economistas 
que habían advertido que esto era justamente lo que iba a ocurrir cuando
 las autoridades decían a los ciudadanos que sus políticas frente a la 
crisis eran seguras, las adecuadas y plenamente infalibles.
Se siente algo mucho peor que vergüenza cuando se tiene 
noticia de propuestas como la que acaba de lanzar  la comisaria europea 
de Mercado Interior, Elzbieta Bienkowska, como siempre de modo sibilino y
 completamente al margen de las instituciones representativas y del 
debate democrático.
Según ha dejado caer la comisaria, la Comisión Europea 
pretende promover un amplio programa de gasto militar que quedaría 
exento a la hora de calcular el déficit público que, como se sabe, no 
debe superar el 3% del PIB de cada economía.
Como he explicado en el libro que acabo de publicar (Economía para no dejarse engañar por los economistas. Ediciones Deusto), este criterio del tres por cien
 no tiene  base científica ninguna. No hay nada, absolutamente nada que 
lo justifique. Se podría haber puesto el 1, el 5 o el 30 por ciento con 
el mismo fundamento económico, es decir, con ninguno. El criterio del 3%
 del PIB como límite del déficit público se lo inventó un funcionario 
francés, Guy Abeille, cuando su jefe le pidió alguna norma para que el 
recién elegido presidente Mitterrand pudiera frenar las demandas de más 
presupuesto que le hacían sus ministros. En unos minutos tuvo que 
inventarse algo siendo plenamente consciente de que no había ningún 
economista ni teoría económica alguna que proporcionaran algo así. Pero 
como tenía que ofrecer rápidamente una solución a sus superiores se 
decidió por el 3%. 
Tal y como reconoció el propio Abeille años después, el 1%
 o el 2% le parecía demasiado poco mientras que “el tres es una figura 
sólida que tiene detrás de él precedentes ilustres [...], un amplio eco 
en la memoria común: las tres Gracias, la Trinidad, los tres días de la 
Resurrección, los tres órdenes de la alquimia, la triada hegeliana, las 
tres edades de Augusto Compte, los tres colores fundamentales, el 
acuerdo perfecto..., la lista es infinita…”.
Aunque pueda parecer mentira, esa y no otra es la teoría o
 la ciencia económica que hay detrás del criterio del 3% del PIB que se 
impone como límite del déficit público a las naciones europeas. Ninguna.
 Un engaño que hasta el que fue presidente del Instituto Monetario 
Europeo, Alexandre Lamfalussy, reconoció sin tapujos: “Los gobernadores 
son gente demasiado honesta y que saben que los criterios son 
arbitrarios. Yo jamás habría aceptado cifras de este género”. 
El criterio del 3% es una arbitrariedad, una farsa, pero, 
además, algo completamente inútil para lo que aseguraban que iba a 
servir, es decir, para reducir la deuda: cuando comenzó a utilizarse 
como criterio de cumplimiento obligatorio para todos los países la deuda
 era aproximadamente de un 55% del PIB, como media de los países 
europeos, y ahora, como he señalado, supera el 90%.  
La prueba de que se trata de una cifra completamente 
arbitraria, que no se establece así porque sea mejor o peor para la 
economía o para reducir la deuda, sino como recurso de los dirigentes 
europeos para disciplinar y someter a los gobiernos y para anular su 
capacidad de maniobra, es que se puede incluir o dejar de incluir dentro
 de ese porcentaje lo que le venga en gana a quien lo impone. Si de 
verdad fuese imprescindible que el déficit público no sobrepase el 3% 
del PIB daría igual que fuese a causa del gasto militar o del gasto en 
educación porque no hay ninguna razón que pueda justificar que el gasto 
militar sea inocuo desde el punto de vista de la deuda que genere y 
cualquier otro no. Y si no hay ningún problema para dejar fuera del 
cómputo del déficit el gasto militar, con el exclusivo propósito de que 
los grandes grupos industriales hagan negocio con el dinero de la gente 
¿por qué no se deja fuera el gasto social, que es imprescindible para 
evitar que millones de personas vivan en la indigencia, pierdan su 
vivienda, carezcan de recursos y formación o incluso mueran por falta de
 atención? ¿dónde está escrito que la economía no se resienta si (al 
margen de ese 3%) se incrementa el gasto militar y que, por el 
contrario, sí sufra si aumenta el gasto social que se necesita para que 
la inmensa mayoría de la población sobreviva y disponga de bienes y 
servicios esenciales para su sustento diario? ¿qué argumento económico 
justifica que se pueda “perdonar” el déficit que genere el gasto militar
 y no el gasto necesario para salvar vidas humanas o el empleo y los 
ingresos de millones de personas y empresas?
No se cansen: no hay respuesta para esas preguntas. O, al 
menos, no hay respuesta económica, científica o razonable. Se permite el
 gasto militar y no cualquier gasto social o humanitario, o incluso de 
apoyo a la vida empresarial que crea riqueza efectiva, porque el 
criterio del 3% solo busca amedrentar a los gobiernos y a la ciudadanía 
para conseguir lo que efectivamente se viene logrando con él: que los 
más ricos y poderosos lo sean cada vez más.
Decía hace unos días el presidente del Banco Central 
Europeo, Mario Draghi, que la integración europea se había debilitado en
 los últimos tiempos por los populismos. Una opinión que demuestra que 
las autoridades europeas han perdido completamente el norte y que no 
entienden el sentido de las cosas que están pasando y de las que se 
encuentran ya a la vuelta de la esquina en Europa. Eso que llaman los 
populismos no es lo que debilita la integración europea sino la 
consecuencia de haber querido integrar a Europa a base de mentiras y de 
políticas que constantemente han dado como resultado lo contrario de lo 
que se decía que traerían consigo.
Cuando se ha hecho sufrir a millones de personas y cuando 
han muerto miles a causa de los recortes, cuando se han deteriorado los 
servicios públicos y no se han atendido las necesidades básicas de la 
población porque, según se decía, había que cumplir a rajatabla la norma
 del déficit, y de pronto se dice que no hay límite para comprar 
armamento, carros de combate o minas, ¿tienen también culpa los 
populismos del asco o de los negros fantasmas que comienzan de nuevo a 
recorrer  Europa?
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Juan Torres López. Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla.
 
2 comentarios:
Europa está al servicio de los mundialistas, de los Banqueros es un caballo de Troya de EU.
Así es, así nos va...
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