jueves, 16 de noviembre de 2023

CTXT. Editorial: Si no es ahora, ¿cuándo?

 4/11/2023

Muchos votantes de izquierdas esperamos que el gobierno español deje a un lado la tibieza y lidere un frente internacional contra el genocidio que está cometiendo Israel en Gaza. Lo contrario equivaldría a ser cómplice

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Tras 26 días de bombardeos, la situación humana en Gaza es una catástrofe. Apenas hay pan ni agua, ni luz. Hay cerca de un millón de desplazados. Israel ha matado ya a cerca de 10.000 personas, casi la mitad de ellos niños. Los hospitales no dan abasto para atender a los refugiados y los más de 22.000 heridos. En menos de un mes, la represalia del gobierno sionista –apoyado y armado por Estados Unidos y Alemania– contra el ataque terrorista que lanzó Hamás el 7 de octubre asesinando a 1.300 israelíes, se ha convertido en un genocidio. Netanyahu, un ultraderechista corrupto que antes de la acción de Hamás estaba al borde de perder el cargo de primer ministro por su reforma ad personam de la justicia, es hoy un criminal de guerra de la misma especie que Vladímir Putin.

Lo que estamos viendo, en una sucesión insoportable de imágenes de niños, mujeres, civiles y periodistas asesinados en escuelas, hospitales, ambulancias, viviendas, universidades y campos de refugiados, y bajo un asedio peor que los de la Edad Media porque Israel niega incluso el agua a los gazatíes, se llama apartheid, limpieza étnica y genocidio. Y, sin embargo, nadie parece capaz de parar los pies al país que Occidente ha llamado siempre, con notable benevolencia, la única democracia de Oriente Medio. Si Israel fue algún día una democracia, dejó de serlo cuando se asentó como un Estado basado en un apartheid que trata a la población nativa no judía como ciudadanos de segunda.  

Pero esto es solamente un tecnicismo, la excusa que el sionismo cristiano ha manejado desde 1948 para expiar las culpas no solo del Holocausto sino de siglos de persecución contra el pueblo judío. Como pasó con los judíos, los palestinos nunca le importaron a nadie. Desde la Nakba, han sufrido todo tipo de humillaciones sin contar con el apoyo real de los países árabes, y sus intentos de resistir a la ocupación colonial se han definido como terrorismo, negando así cualquier debate sobre las causas y el contexto histórico del conflicto. Eso, hasta que el Gobierno israelí ha decidido definir como terroristas a los 2,2 millones de habitantes de Gaza, el día que empezó el bloqueo y la ofensiva, llamándolos “animales humanos”. 

No cabe mayor deshumanización. Paradójicamente, Israel ha acabado abrazando la retórica que usaron el colonialismo europeo en África y la Alemania nazi con los judíos y los gitanos. La novedad más perturbadora es que esta llamada a la expulsión y aniquilación del enemigo no ha recibido apenas el reproche de las grandes democracias occidentales; al revés, ha sido mayoritariamente apoyada, cuando no jaleada. Con Alemania y Francia al frente, en la política europea apenas se han oído voces disidentes. Ione Belarra, el exlíder laborista Jeremy Corbyn, y muy pocos más se han atrevido a decir las verdades que ha dicho António Guterres, el secretario general de la ONU. 

El Gobierno español y Josep Borrell han sido de los más explícitos al recordarle a Israel que su “derecho a defenderse” no le autoriza a cometer crímenes de guerra. Presionado por una derecha española que fue siempre antisemita y ahora es prosionista, Pedro Sánchez no ha sido capaz de liderar un frente de la paz y la razón en Europa, y ha dejado huérfanos a muchos votantes progresistas, que han expresado en las calles y las redes sociales su negativa a que Israel cometa atrocidades en su nombre. La postura clara de las ministras de Podemos y la más tardía de Yolanda Díaz, apenas compensan la tibieza del presidente del Gobierno. A diferencia de gobiernos como los de Colombia, Chile o Bolivia, que han manifestado su protesta sin medias tintas, España se ha limitado a pedir un alto el fuego y a proponer una cumbre de paz a celebrar en seis meses. Sería una iniciativa loable si no sonara a broma macabra.

Todo el fervor que el líder socialista empleó en movilizarse contra Putin cuando Rusia violó el derecho internacional al invadir Ucrania ha quedado reducido ahora a unas declaraciones calculadas para quedar bien en casa y no molestar demasiado a Alemania y a Estados Unidos. Los grandes medios públicos y privados intentan ayudar a forjar un consenso social proisraelí, colocándose sin rubor, a diferencia de lo que hicieron con Rusia y Ucrania, a favor del ocupante y no del ocupado. Como si el conflicto palestino hubiera comenzado el 7 de octubre de 2023 y no hace 85 años, muchos medios tratan a la opinión pública como si fuera tonta, mienten a sabiendas, dan pábulo a las mentiras del ejército israelí y altavoz a fanáticos sionistas, esconden todo lo posible las imágenes del horror que sufre Gaza y minimizan las manifestaciones de apoyo a Palestina. Todo, para intentar blanquear un genocidio de libro. Nuestros medios han alcanzado así su punto más bajo de degradación moral y profesional.

La decisión de tratar con guante de seda a un criminal que lleva la Biblia en una mano y el fusil en la otra mientras se permite insultar al secretario general de la ONU y desoír sus advertencias, es una tragedia para Palestina, pero si seguimos por ese camino también lo será para Europa y para el viejo orden mundial basado en el respeto al derecho internacional. Sin ese mínimo de humanidad y rendición de cuentas, el mundo se precipitará hacia un abismo sin reglas, justicia ni contrapesos. Por eso pedimos al Gobierno español que sea valiente y tome las medidas oportunas para liderar la oposición contra el genocidio palestino, y para exigir un alto el fuego inmediato. Si Israel no se aviene a razones, que Madrid llame a su embajador a consultas, y si es necesario, que rompa relaciones diplomáticas y comerciales, que promueva sanciones en la UE y la ONU y que denuncie a los autores del genocidio ante los organismos competentes. 

Ante crímenes de guerra y de lesa humanidad como los que está cometiendo Israel no caben ni el silencio, ni el disimulo, ni la diplomacia discreta. Estamos en un momento realmente decisivo; y todo el que no se desmarque claramente de esta locura será cómplice de ella para siempre.

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Si estás de acuerdo con esta petición, puedes firmarla en los comentarios con tu nombre, apellido y profesión. Haremos llegar el mensaje a la presidencia del Gobierno

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