jueves, 7 de julio de 2016

Reflex. Postelect. No han perdido más de un millón de votos, Por Paco Bello

Parece que ya se ha acabado el recorrido del estudio del presunto pucherazo y ha llegado el momento de los análisis. O al menos eso es lo que debemos concluir tras el poco presentable comunicado del ‘equipo de participación‘ (cuenta oficial del partido en Plaza Podemos) en Reddit. Comunicado que ha consistido (tras más de una semana, cientos de miles de firmas pidiendo una auditoría, y cientos de comentarios y colaboraciones personales para intentar descartar de manera rigurosa esa posibilidad) en un escueto comentario en un hilo ajeno dentro del espacio propio del partido Podemos en la red Reddit (un espacio de comunicación relativamente poco conocido).
Hola,
Hemos tenido suficientes voluntarios en Madrid para hacer el recuento. Os agradecemos el interés y las ganas que habéis puesto. Algunos días tuvimos avalancha de voluntarios.
Queremos señalar que desde Podemos descartamos completamente la opción del “pucherazo”. Salvo casos aislados de mesas que han contado o informado mal o casos como el de Toledo fruto de impugnaciones por parte de otros partidos y ya subsanadas, la elecciones han sido limpias y legales.
Toca ahora analizar lo ocurrido y seguir trabajando para construir un país mejor.
No hablamos ya de que lo razonable hubiera sido un comunicado oficial con la suficiente difusión, es que ni siquiera se ha abierto un triste hilo propio para hacer público el resultado, ni se han ofrecido datos, ni una mínima descripción del proceso (que sí ha recibido más de una crítica por parte de los participantes), ni nada que huela a rigor y transparencia (en definitiva a respeto). Volvemos a esa tónica de la fe en el partido. A un: “Esto es lo que ha pasado porque os lo decimos nosotros”. Algo demasiado clásico para vender modernidad. Se ha apagado la luz y se han largado los taquígrafos.
Parece que para dar a esta probabilidad la relevancia que merecía, de poco ha servido que todas las encuestas, incluidas las de ‘a pie de urna’, fallaran estrepitosamente excepto en aquellos territorios que tienen transferidas ciertas competencias en la parcela de Interior (País Vasco, Catalunya y Navarra), y que casualmente en dos de esos tres territorios la unión Podemos+IU sí sume a pesar del significativo aumento de la abstención, y en el tercero se mejore el porcentaje de voto. De poco ha servido que el que estuviera al frente del ministerio responsable fuera un acreditado conspirador, o que Indra, la empresa encargada del recuento esté salpicada por una de las muchas tramas de corrupción que afectan al PP, o que esta misma empresa consiguiera la adjudicación del contrato de escrutinio por lo que se conoce como ‘procedimiento negociado’, un trámite de urgencia excepcional (lo que, de paso, nos ha dejado sin acceso a los documentos del concurso). Todo esto, y esto sí es noticia, no ha sido noticia para los grandes medios tras lo acontecido. Pero tampoco ha sido noticia que las redes ardieran exigiendo una investigación seria, ávidos como suelen estar de polémicas que afecten al partido que les da audiencia. Y lo que es más llamativo: tampoco ha merecido la atención del partido.
Pero esto es lo que hay más allá del resultado, o de que haya existido o no fraude. Y habrá que insistir en que no se trataba de ninguna conspiranoia infantil, ni se pedía que se acusase a nadie de nada. Lo que se quería es que se apelase al cumplimiento de la legalidad vigente en materia electoral y que particularmente se comprobase rigurosamente que no se habían producido irregularidades en un escenario plagado de indicios, y ya puestos, una vez experimentado el proceso, plantear la mejora de un sistema de escrutinio que tiene unas enormes y más que evidentes (y peligrosas) lagunas y carencias a partir del recuento de las mesas. Y ni una cosa ni la otra.
Pero no es peor que lo que está por venir, porque hoy si se quiere (aunque con más dificultad de la perceptible), sí se puede auditar el resultado (aunque los partidos, en contra de lo que se supone, y más allá del teatrillo, no lo hacen ni lo exigen). Pero eso pronto dejará de ser posible, y para entender el porqué, merece la pena echar una ojeada a este documento de 2011 (que pone los pelos de punta) sobre la “modernización de la gestión electoral”. Por cierto, un convenio de colaboración que, otra vez casualmente, no suscribieron ni Catalunya, ni Navarra ni País Vasco (excepto la Diputación Foral de Álava). Ni tampoco Madrid o La Rioja, aunque previsiblemente por diferentes motivos y para diferentes usos.
En cualquier caso parece que ha llegado el momento de pasar página y aceptar que el resultado ha sido “limpio y legal”. Muy bien, pues vamos a ello.
Unidos Podemos ha perdido casi 1,1 millones de votos respecto a la suma de IU y Podemos del pasado 20D. Y debe ser un caso único de pérdida de apoyo sin haber gobernado (por norma se paga la acción de gobierno, pero la oposición siempre beneficia). Las primeras conclusiones a las que ha llegado el partido, o para ser justos, la cúpula de Podemos, han sido las siguientes: “Si la gente nos ve con posibilidades de gobernar tiene miedo y no nos vota”. La solución también ha venido dada: “Ya no seremos un partido simpático, ahora toca convertirnos en un partido más”.
Más o menos es la síntesis amable de lo que se expone a continuación, que en realidad es bastante peor: 
¿Y la autocrítica?
Pues ni está ni se la espera. La culpa es de los demás, que hemos sido muy miedosos. La deriva del partido hasta convertirse en más de lo mismo con una pátina de progresismo Winnie de Pooh (proceso que por lo visto no ha concluido en esta vorágine papista) parece que no tiene mucho que ver. Aburrir a las almejas tampoco.
Lo dije cuando creí que podía y debía hacerlo y me mantengo en la misma posición desde un principio. Desde Vistalegre no les compro el discurso, ya me parecían un mal menor y no un bien pequeño, pero por responsabilidad sí les compraba la estrategia a condición de que fuera ganadora (lo de que el fin justifica los medios), y eso casi me ha costado una úlcera. Pero siempre piensas que otros son más listos y que a pesar de que todo te chirríe hay que dejar trabajar. Así he querido poner mi granito de arena callando durante un año cuando todo mi cuerpo me pedía hablar. He subido vídeos que me daban vergüenza, he apoyado declaraciones que me hacían sudar, he fallado a gente que merece todo mi respeto y he intentado comprender la interpretación de la realidad que hacían los de Zurita 21. Lo que no esperaba es que una vez se demostrara la validez o no de la estrategia, se retorcieran las conclusiones para no tener que moverse de la línea trazada y si acaso agudizar el problema.
Parece que a alguien, que será muy listo pero muy poco inteligente, se le hace difícil entender que el granero de votos de Podemos está entre una exigente buena parte de los doce millones de abstencionistas y los cinco millones de votantes que de momento aún mantienen (17 millones de potenciales votantes), y no entre los cinco del PSOE (esos que en su mayoría seguirán siéndolo pase lo que pase, especialmente si la alternativa es una copia), o los once de la derecha declarada. Y que imitando lo que produce rechazo no solo no van a lograr ni un voto más, sino que van a perder los que ya tienen, que de seguir así tarde o temprano pasarán a engrosar la abstención.
Muchos votantes nos hemos comido todos los sapos posibles: monarquía, UE, euro, sonrisas mediáticas en casa del enemigo, Tsipras, amistades peligrosas (desde Nart a Bono), complacencia institucional, catolicismo, jerarquía, abandono de propuestas sociales (renta básica et al), veletismopro-otanismo, y el discurso de lo factible y la oportunidad. Pero insisto, eso era a condición de resultados.
Por mi parte se acabó. Y se acabó porque así no solo te sientes infeliz, sino que no logras nada, porque la única oportunidad que iba a tener Podemos era gobernando, y eso, con los actuales mimbres, queda muy lejos de la imaginación (ahora y después) de cualquiera por optimista que sea.
Ahora, más allá de que en el Congreso podamos ver alguna pantomima agradable, habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos, y si es posible ocupar ese espacio que ha quedado vacío a la izquierda de Podemos por alguien que de verdad sea lo suficientemente serio como para mantener sus principios. Y habrá que volver a tomar la calle al precio que sea necesario pagar. Porque, haciendo mía la reflexión final del último artículo de Fernández Liria, que como yo mismo ha defendido a capa y espada el proyecto: “Así, al menos, la derrota merecerá la pena”. O claudicar, y aceptar resignados lo que tenga que venir. En cualquier caso es algo que habrá que madurar con tiempo y paciencia. Lo demás se acabó. Podemos no ha perdido un millón de votos: ha perdido el norte, el sur y la razón. Y a eso seguro que no me apunto.
Me gustaba mucho la idea de soñar lo posible aunque lo posible fuera muy poco. Ahora puestos a perder sí o sí, prefiero perder con la cabeza bien alta y las exigencias por las nubes, y sabiendo que no falto a mis principios. La vida es muy corta para que traicionarse valga la pena. Y sí, aunque a algunos les parezca ridículo, prefiero irme a la tumba junto a mi razón que irme a la mierda con vergüenza.

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