viernes, 25 de mayo de 2018

Siete mitos sobre el agua del grifo que conviene aclarar

Abundan las leyendas urbanas sobre el agua potable pública, basadas en el miedo y el desconocimiento de los tratamientos que se le dan. 

Foto: Wikimedia Commons
Foto: Wikimedia Commons

Luis nos escribe: "Recientemente he oído y luego también leído que conviene guardar el agua del grifo en la nevera para "evaporar" el cloro. ¿Es cierto? ¿Conviene hacerlo en ciudades con agua de buena calidad como Madrid? ¿Cuánto tiempo conviene reposarla? ¿Por qué en la nevera? ¿Hay otras formas alternativas de depurarla?"
Es muy posible que Luis no sepa si esta advertencia se debe a que el cloro sea un elemento nocivo del agua o bien haya otros motivos. No es la única confusión que suele oírse sobre el agua del grifo en nuestro país: hay no pocas debidas a la cuestionable presencia de diversos compuestos y elementos que conviene negar, relativizar o bien poner en su sitio. A continuación te contamos siete mitos sobre el agua del grifo que conviene aclarar.

1. Es recomendable evaporar el cloro del agua del grifo

Comenzamos con la inquietud que tiene Luis. ¿Es cabal? Puede serlo desde el punto de vista del sabor del agua, ya que es cierto que se le añade cloro porque su potente acción desinfectante en dosis bajas, que también hacen que este elemento sea inocuo para nuestra salud. Es decir que el cloro no solo no nos hace daño sino que también desinfecta el agua.
Ahora bien, puede tener mal sabor para algunas personas. De ahí que se aconseje dejar el agua una hora en un jarro al aire libre para que el cloro se evapore. La opción de la nevera puede ser debido a que al evaporarse el cloro, pierde su poder biocida y puede ser colonizada por nuevos microbios. Si no vivimos en un ambiente tropical o estamos en verano con altas temperaturas, es más eficiente realizar esta operación al aire libre. Por otro lado no a todo el mundo le molesta el sabor del cloro.

2. El agua que pasa por filtros es más saludable

Se venden filtros que se acoplan al grifo y sirven para eliminar en teoría la cal y el mal sabor de cloro del agua, pues llevan filtros de carbón activo. Lo cierto es que en zonas como Madrid, uno de estos filtros carece de sentido porque el agua apenas contiene cal. En algunas zonas de la costa mediterránea, con sustrato calcáreo, puede notarse más la presencia de la cal, aunque no en el sabor ni tampoco en la salud. Los filtros podrían ser útiles en estas zonas por otras cuestiones de sabor o cuidado de los electrodómesticos e incluso para evitar depósitos de cal en desagües, pero no por salud.

3. La presencia de calcio en el agua no es aconsejable

El calcio ingerido por esta vía en principio ni se fija ni se absorbe, al menos en adultos y según declara la OMS. En los niveles que se manejan en las aguas en España, es inocuo y tal como entra sale sin intervenir en la formación de piedras en el riñón. Al contrario, en los cálculos renales tienen más incidencia diversos factores genéticos.
Otra cosa son los posibles problemas que las aguas duras, altas en calcio y magnesio, tengan sobre instalaciones como grifos, duchas, etc, donde pueden formar depósitos, así como en el caso de electrodomésticos antiguos. También pueden tener incidencia sobre personas con la piel muy sensible a la sequedad, a las cuales puede afectar tanto el cloro como el calcio, pero no es nada que no se pueda solucionar con una crema hidratante.


Foto: Wikimedia Commons
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4. En algunos lugares echan lejía al agua

Se oye comentar sobre todo en verano que "el agua del grifo huele como a lejía" e incluso circulan bulos sobre el tema por internet. Pero lo cierto es que se trata del cloro, que tal vez con el calor haga su olor más evidente. La similitud con la lejía viene de que esta es una sal de cloro llamada hipoclorito sódico. Por cierto, que también es falso que en verano se eche el doble de cloro al agua para prevenir mejor las infecciones.

5. El agua del grifo no es salubre

Precisamente la presencia de cloro a niveles eficaces y los numerosos filtros por los que pasa el agua de boca antes de llegar a nuestro grifo, están pensados para que el agua del grifo sea perfectamente consumible. Sí es cierto que en alguna ocasión se han registrado brotes infecciosos, pero son casos muy raros y mayormente relacionados con contaminaciones por mal estado de las tuberías en puntos muy cercanos al consumo, algo que también puede suceder en las aguas embotelladas.

6. El agua del grifo lleva medicamentos

En alguna ocasión se han encontrado trazas de medicamentos en aguas de boca, pero se debió a un vertido irregular en una zona de donde se captaba el agua. Es cierto que las aguas de desagüe en los centros urbanos pueden ir cargadas de medicamentos excretados por la orina. Pero se vierten al medio, no a la red de captación, y normalmente son purificadas en las plantas de tratamiento de aguas residuales, si bien hay preocupación porque un 30% de los antibióticos resisten la depuración.

7. En España le echan flúor al agua del grifo

La fluoración del agua de boca es una costumbre largamente practicada en Estados Unidos que ha generado una larga controversia. Antaño ayudaba a prevenir las caries, pero también podía contribuir a la corrosión dental. Hoy en día, con la cultura de higiene existente, se considera una práctica cara e innecesaria, aunque en muchos países se sigue practicando. En España apenas un 11% de las redes de distribución pública de agua para el consumo contienen flúor y corresponde básicamente a Euskadi.

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