Diario Público - Memoria Pública han compartido un enlace. 07/05/2018
DANILO ALBIN
La jubilación no es 
sinónimo de serenidad para el teniente general retirado Emilio Pérez 
Alamán. El militar acaba de descargar su rabia en un escrito de 1.593 
palabras que la semana pasada envió a la Fundación Nacional Francisco 
Franco y que no ha sido divulgado hasta este lunes. Su escrito tiene 
muchas frases, pero básicamente un objetivo: acusar a las formaciones de izquierda de este país de buscar algo así como una catástrofe de dimensiones sobrenaturales.
Pérez Alamán no es un militar cualquiera. En junio de
 1998, el entonces ministro de Defensa, Eduardo Serra, le premió con una
 de las máximas distinciones a la que todo hombre con un informe puede 
aspirar: la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. 
Dos años después, el sucesor de Serra al frente de Defensa, Federico 
Trillo, sumó a su currículum de condecoraciones con la Gran Cruz del 
Mérito Militar con distintivo blanco. En 2003 le tocó lidiar con una 
noticia aterradora: bajo su mando estaban 20 de los 62 militares españoles que murieron en el accidente del Yak-42 que se estrelló en Turquía. Su pase a la reserva se produjo tres años después de aquel accidente, en noviembre de 2006.
Ya retirado, Pérez Alamán no oculta sus obsesiones en
 torno a la izquierda, a la que acusa de buscar “la misma revolución con
 distintos procedimientos”. Ese es el título del texto de su autoría que
 acaba de publicar la Fundación Nacional Francisco Franco, presidida por
 otro militar en retiro: el general de división Juan Chicharro Ortega, 
quien incluso llegó a ejercer como ayudante de campo del rey Juan Carlos
 y que ahora dedica las 24 horas del día a defender la figura del 
dictador.
Su colega Pérez Alamán está enormemente molesto por 
la solicitud formulada por Izquierda Unida al rey Felipe VI para que 
revoque el Ducado de Franco. A su juicio, este reclamo de la formación 
dirigida por Alberto Garzón se encuadra en el siguiente esquema: “la actual izquierda política y social de España ha ido retrocediendo hacia el primer cuarto del siglo pasado
 hasta límites que podemos calificar de inaceptables por retrotraernos a
 todos a las fechas de la anti democrática II República y el nefasto 
Frente Popular”.
A partir de ese párrafo, el teniente general reparte a
 diestra y siniestra. Al PSOE le acusa de olvidar “la actitud de 
modernidad que el Partido adoptó en los primeros momentos de la 
Transición bajo la dirección del Sr. González, que empezó por renunciar 
al carácter marxista del socialismo moderno y aceptar aquel Espíritu de 
recuerdo real de los avatares históricos sucedidos en España durante el 
siglo XX con afán de superar aquellos sucesos de forma oficial, ya que 
la normalidad en la convivencia era ya un hecho desde hacía mucho 
tiempo”.
Como era de esperar, el Partido Comunista tampoco le 
hace demasiada gracia. De hecho, cree que sus dirigentes fueron 
“exculpados de todas las barbaridades que cometieron” durante la Guerra 
Civil, aunque lo que en realidad le molesta es que a día de hoy “la ideología comunista más rancia y sectaria se mimetiza con la denominación genérica de ‘populismo’
 y dentro de ella son innumerables las siglas que esconden las mismas 
intenciones, llámese Izquierda Unida, Podemos, Mareas, Compromis, 
Ezquerras...etc”.
Ahí llega el momento sublime del artículo escrito por
 este militar retirado. A su juicio, todas esas formaciones políticas, 
que a día de hoy ostentan representación parlamentaria, persiguen “el 
mismo objetivo de siempre: subvertir el orden social y legal en el que 
se desarrolla una comunidad, nacional o multinacional, para imponer sus 
principios y el concepto de cómo ha de ser el funcionamiento de la 
sociedad, utilizando para ello los medios y procedimientos que sean 
necesarios y que siempre justificaran con tal de conseguir sus fines”.
Ya en tono ultranacionalista –y mirando a Catalunya- sostiene que “nuestra patria” debe urgentemente “reafirmar su prestigio
 para hacer frente a las permanentes amenazas que siempre insistirán en 
debilitar su integridad y soberanía”. “Por ello es necesario manifestar 
con firmeza y convicción, sin dejarse acomplejar por calificativos 
inteligentemente lanzados por la izquierda más agresiva, la verdad 
histórica que nos ampara desde la realidad de los hechos y no limitarse 
solo a rebatir sus argumentos capciosos y las mentiras evidentes”, 
apunta.
“Mantener la alerta”
De todas maneras, llama a sus lectores a mantener 
cierta cautela: “Por supuesto que en la situación actual sería muy 
difícil que un movimiento revolucionario se desarrolle y resuelva como 
en el pasado, lo que no lo excluye ni tampoco sus fines irrenunciables, 
como podemos contemplarlo cada vez con más datos”. No obstante, cree que
 es preciso “mantener la alerta correspondiente y la capacidad de 
reacción necesaria para hacer frente a esta amenaza con los medios 
apropiados al momento”. De hecho, cree que a día de hoy puede contemplarse “el ambiente realmente revolucionario
 que se escenifica ante el menor acontecimiento que lo propicie, siempre
 bien aprovechado por la izquierda mientras el resto del arco político 
parece no preocuparse”.
En esta situación, resulta llamativo a la vez que 
preocupante el hecho que da origen a esta reflexión, de la carta enviada
 por la izquierda tramontana solicitando al rey la retirada del ducado 
de Franco a sus herederos, máxime cuando son los mismos que queman la 
efigie del monarca los que lanzan el desafío de tomar una decisión que 
sea la que sea servirá de motivo para su inestabilidad y la de la 
Institución que representa.

 
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