Junto a Forensic Architecture, la ingeniera catalana rastrea las huellas y evidencias digitales que deja el genocidio palestino.
Júlia Nueno, coordinadora y autora del ensayo colaborativo "Genocidios. Una arquitectura forense" (Galaxia Gutenber, 2025)
"En la era digital, la censura rara vez se manifiesta como un vacío. En su lugar, prolifera como un exceso", explica Júlia Nueno en el prólogo de la recopilación de ensayos que coordina. En un mundo en el que el valor de la imagen se ha deteriorado hasta el punto de ser siempre sospechosa de falsedad, la ingeniera catalana propone bucear en el exceso para conocer los hechos tal y como son: complejos.
Su propuesta aparece recogida en Genocidios. Una arquitectura forense (Galaxia Gutenberg, 2025) junto a la de otros filósofos, arquitectas e ingenieras que, desde sus dominios técnicos, tratan de recomponer aquello que ha sido destruido. Siguiendo esta línea, Forensic Architecture logró, por ejemplo, reconstruir el asesinato de la niña palestina Hind Rajab y de su familia a manos del Ejército de Israel mientras trataban de huir en coche.
Tras analizar todas las pruebas disponibles en fuentes abiertas los investigadores concluyeron que el soldado que disparó el tanque estaba lo suficiente cerca como para obviar que dentro del vehículo viajaban varios niños. Hoy, este y otros descubrimientos forman parte de las pruebas presentadas ante tribunales de justicia internacionales y nacionales en los que se investiga a Israel y a su primer ministro, Benjamín Netanyahu, por genocidio contra el pueblo palestino.
Háblanos del trabajo desarrolláis desde Forensic Architecture
Bueno, Forenic Architecture es una agencia de investigación situada en Goldmills en la Universidad de Londres, que usa métodos de análisis espacial interdisciplinares para investigar la violencia de estados, de corporaciones y fuerzas reaccionarias y producir evidencias sobre la violación de derechos humanos. Vienen desarrollando su técnica durante los últimos 15 años y han servido como material probatorio en la Corte Europea de Derechos Humanos, en la Corte Penal Internacional. Y ahora en la Corte Internacional de Justicia y en otros procesos legales a nivel nacional.
Hay una dimensión de producción de evidencia y del entendimiento de la arquitectura, no solo como la construcción de edificios, sino como entendimiento de que el territorio, digamos, es testimonio de la violencia y se puede de alguna manera interrogar el territorio e investigarlo para entender esta violencia. Esto sería a nivel práctico. Pero también hay una conciencia sobre el momento actual en el que estamos, donde es el momento de la post verdad, ¿no? Lo que explico en el libro es que los procedimientos para reconstruir los hechos pueden ser abiertos, verificables y contrastables por todas las personas involucradas.
Es algo que parece difícil de lograr en, como dice, la era de la post verdad
Justamente, como ocurre en un proyecto forense, hay una cuestión sobre que la verdad es siempre una construcción. Todos ya sabemos que el relato lo construye alguien, no es una cuestión de si es o no es verdad. Nosotrs esplazamos la pregunta ¿Cómo se construye esta verdad? ¿Para quién se construye? ¿Con qué fines?
Por eso, por ejemplo, en redes sociales podemos ver vídeos que publica el ejército de Israel con una versión de unos hechos y podemos ver testimonios que publica la gente que está en Gaza. Podemos ver incluso imágenes sintéticas que ya no sabemos quién ha generado y luego entramos nosotros en este trabajo de verificación que pasa mucho por superponer y construir capas a través de diferentes formas de evidencia.
Es decir, no es suficiente con una imagen satélite. Pero si esta imagen la cruzamos con información que está emergiendo en redes sociales, por ejemplo, con vídeos sobre lo que sucede en un hospital y esto lo contrastamos con lo que está diciendo la Organización Mundial de la Salud o con algún otro órganismo... nos permite empezar a construir un relato que verifica esta composición.
De hecho, como explicáis al comienzo del libro, algunas de estas investigaciones sobre el genocidio en Gaza han sido utilizadas por la Corte Internacional de Justicia para la investigación por genocidio contra Israel presentada por Sudáfrica...
La investigación sobre Gaza la iniciamos en octubre de 2023. Nosotros ya habíamos trabajado previamente haciendo investigaciones en Palestina sobre la Nakba, sobre los desahucios en Sheikh Jarrah, sobre los asesinatos extrajudiciales…es decir, ya teníamos una trayectoria con estos temas. Pero muy rápidamente nos dimos cuenta de que la magnitud de la crisis humanitaria en Gaza requería una respuesta mayor por nuestra parte. Con la primera investigación que hicimos en 2023 nos dimos cuenta de que teníamos que centrarnos en la cuestión de los patrones para analizar la conducta del ejército de Israel.
En diciembre de 2023 publicamos una primera investigación sobre el patrón de ataque a los hospitales palestinos. En marzo de 2024 publicamos otra investigación sobre la violencia humanitaria y cómo se está utilizando el desplazamiento de la población para llevarla hacia zonas sin infraestructura donde luego son atacadas bajo órdenes que no son muy claras. Ahí fue cuando Sudáfrica inició el caso contra Israel citando algunas de nuestras investigaciones.
Poco después se ponen en contacto con nosotros y nos proponen que trabajemos para ellos en este proceso de documentación y de producción de evidencia para el caso que estaban llevando a la Corte Internacional de Justicia. Y eso hicimos, siguiendo nuestra especialidad, que es el trabajo a través del análisis de datos de fuentes abiertas y con testimoios para entender los patrones espaciales por los cuáles se destruyen las condiciones de vida en Gaza.
Es muy intenteresante la propuesta que hacéis de usar ese exceso de información que circula en redes sociales y fuentes abiertas para reconstruir hechos. Si se habla de democratizar estos procesos , la cuestión de la técnica podría ser un hándicap...
Parte de nuestro proyecto es la diseminación de estas herramientas. En nuestro canal de YouTube hay muchos tutoriales sobre cómo, por ejemplo, modelar el entorno con 3D y sobre cómo situar la evidencia en un modelo 3D hicimos con la reconstrucción del hospital de Al‑Ahli. Lo que hacemos es recoger todas las imágenes y vídeos que se han grabado y con una técnica que llamamos photo-catching, para producir la óptica desde donde se ha tomado una imagen y así poder situar en el espacio donde se tomó esa imagen.
Y, a partir de ahí, poder construir una cronología, una temporalidad de esa imagen y de otras imágenes y vídeos. Y así hacer que el modelo digital se vuelva un modelo de verificación. Estamos en un punto en que digamos que el valor de una imagen se ha deteriorado mucho. Ya no sabemos si una imagen es verdad o no, todo eso está en disputa, pero nosotros decimos "no, lo que hay hacer es poner esta imagen en relación a otras y es esa relación la que construye la verdad".
También hemos desarrollado algunas herramientas de código abierto que están colgadas en nuestra web y que uno puede descargar. Por ejemplo, tenemos un time map, con el que puedes ordenar tus imágenes en una hoja de cálculo, para situarlas a un mapa con las coordenadas en las que fueron tomadas, y donde también puedas situar una línea temporal. Entonces, parte de nuestro trabajo es diseminar estas herramientas y hacerlas accesibles.
Vosotros tomáis la idea de que el genocidio es un proceso, tal y como lo acuñó Raphael Remkin. Según Genocide Wacth, actualmente decenas de genocidios en proceso. ¿Se ha multiplicado este fenómeno o es que antes había menos información?
Yo no diría que hay un exceso, sino que hay una mayor percepción de que están ocurriendo estos procesos. Tenemos más herramientas para entenderlos, porque antes una parte del genocidio funcionaba en el aislamiento de las personas de las del grupo que estaban siendo aniquiladas. Esta ha sido la intención de Israel al no dejar que el pueblo palestino pueda salir de Gaza, al no dejar que los periodistas entren, al asesinar a los periodistas en Gaza, ¿no? Hay toda una maquinaria de borrar esas huellas. Si pensamos en el Holocausto y cómo el régimen nazi borró las huellas del genocidio y lo comparamos con el genocidio a día de hoy, vemos que la multiplicidad de medios de información que tenemos impide que uno pueda borrar esos rastros de la manera en la que se ha hecho en el pasado.
Y, como usted misma comentaba, requiere un mayor esfuerzo para contrastar esta información. O al menos otras técnicas.
Implica que nuevas formas de investigación que emergenan para reconstruir lo que está sucediendo en un genocidio sin tener que depender del testimonio oral de las personas que lo están viviendo. Porque al final, los juicios históricos de genocidio han requerido de muchos testimonios para poder investigar la intención que tenía el perpetrador del genocidio. Pero, por ejemplo, en nuestra investigación en Gaza, si bien contamos con testimonios de personas que cruzamos con otras imágenes. Las imágenes no dejan de ser tomadas por alguien que es testimonio. También lo hacemos con estas otras fuentes de información. Al final, lo que encontramos es que el genocidio se entiende a través de la destrucción de las condiciones que sostienen la vida.
Por lo tanto, lo vemos en el desmantelamiento de la infraestructura médica, los ataques a la ayuda humanitaria, los ataques a la agricultura, el desplazamiento forzado y repetido de la población hacia zonas áridas y sin infraestructura..Es decir, ya estamos viendo que hay una intención de destrucción del pueblo palestino por la destrucción de las condiciones que sostienen su vida. Y esto es posible saberlo antes de que su propia la destrucción de estas condiciones.
¿Vendría a ser algo así como una herramienta para prever un desenlace peor?
No hay que esperar a que estén todas las formas de vida destruidas para entender lo que está sucediendo. Yo creo que estamos en un momento en el que una mayor cantidad de información nos permite estar más atentas que antes a esta parte del proceso, antes de que llegue la ejecución total y final. Pero también creo que es importante destacar que un genocidio es más que el exterminio.
Y ese es el argumento del libro. De nuevo, el genocidio es también la destrucción de las condiciones que permiten sostener la vida. Porque si no ¿a qué tenemos que esperar? ¿A que un pueblo esté exterminado para reconocer que eso fue un genocidio? El genocidio empieza mucho antes, es este proceso. Es algo que también vemos en la historia de Namibia y por eso hablamos de él en el libro.
Precisamente, hay una cuestión que se pasa por alto en la propia definición de genocidio que es la raíz colonial que tiene este fenómeno en muchos casos. ¿Qué nos estamos perdiendo al no incluir la cuestión colonial su definición?
Bueno hay diferentes escuelas de interpretación de la Convención sobre el Genocidio. Justamente hablando de Raphael Lemkin, él trabajaba mucho el concepto de que el genocidio no era solo el exterminio físico, sino el exterminio de las condiciones políticas, sociales y culturales que permiten a un pueblo existir. Es decir, Lemkin no excluyó esta cuestión. Luego, cuando se hizo el pacto, las fuerzas europeas no tenían interés en reconocer que la destrucción de un genocidio no era solamente física y biológica, sino también cultural, social y política, porque eso hubiera implicado su reconocimiento del papel del colonialismo.
Pero el argumento que está haciendo ahora Sudáfrica en la CIJ está muy ligado a la destrucción de las condiciones que sostienen la vida. Por ejemplo, en el caso de la y yo humanitaria, se ve muy claro cómo Israel ha ido destruyendo las redes locales de distribución de ayuda humanitaria, atacándolas en diferentes momentos. Al principio atacó las panadería. Luego, cuando la gente se desplazó a refugios y escuelas, atacaron refugios y escuelas. Cuando instauraron el corredor de Netzarim, que parte Gaza en dos, pusieron controles militares que no dejaban pasar a los camiones, y cuando uno conseguía pasar y la gente se acercaba a él, era entonces cuando les disparaban. Esta es la famosa masacre de la harina.
Todo esto ha ido repitiéndose hasta que Israel ha ilegalizado un UNRWA y a las ONGs que reparten comida y ha conseguido instaurar su propio sistema de reparto de ayuda humanitaria que, en realidad, no funciona, porque son cuatro estaciones en el sur de Gaza que realmente se usan para desplazar la población. La destrucción de la agricultura nos permite entender que no solamente están destruyendo el acceso a la comida, sino la soberanía alimentaria. En un territorio que está en crisis e humanitaria, quién tiene control sobre el reparto de la ayuda humanitaria es quien controla el territorio.



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